14 de abril de 2022
El 14 de abril se celebra el Día Mundial del Chagas: una jornada para crear conciencia sobre una enfermedad desatendida y subdiagnosticada.
Chaco. En 2016, un programa de la Universidad de Buenos Aires y el Conicet logró eliminar a la vinchuca en el municipio de Pampa del Indio.
TÉLAM
En el imaginario social, Chagas es sinónimo de vinchuca, de pobreza, de ámbitos rurales donde la patología es endémica. Sin embargo también es, y cada vez más, una enfermedad urbana que se expande silenciosa.
En Argentina hay cerca de un millón y medio de personas afectadas por el Chagas –250.000 de ellos son menores de 14 años– y una población en riesgo superior a las 7 millones de personas. Cada año nacen en el país unos 1.300 niños con Chagas que pueden ser diagnosticados y tratados porque los análisis de diagnóstico en mujeres embarazadas y niños son obligatorios por ley, por eso la información es vital para acortar brechas en el acceso a medidas preventivas y a los tratamientos disponibles.
El Chagas es producido por el parásito Trypanosoma cruzi y transmitido por la vinchuca a las personas. Pero también de una madre infectada a su hijo durante el embarazo o el parto, conocida como transmisión vertical, hoy la vía que genera mayor número de nuevos casos. Si se detecta y se trata a tiempo, la enfermedad tiene cura.
«Hay una deuda con la enfermedad de Chagas», dice la médica pediatra y especialista en Salud Pública Ana Pereiro, que coordina además el área no endémica de Chagas en la Ciudad y el Área Metropolitana de Buenos Aires de la Fundación Mundo Sano. Pereiro señala que «es una enfermedad que no ocupa agenda política pero tampoco de los propios equipos de salud, que cuando me escuchan hablar de Chagas en la ciudad no saben de qué les estoy hablando».
Las migraciones internas y el crecimiento de las ciudades fueron modificando la mirada y el abordaje, y si bien en algunas regiones hay mejoras en la notificación, en otras los números evidencian un subregistro.
Uno de los problemas para llevar adelante políticas públicas que reviertan las cifras es trabajar en el subdiagnóstico. Juan Carlos Abuin, jefe de la División de Medicina del Hospital de Enfermedades Infecciosas Francisco J. Muñiz, especialista en parasitología y coordinador de la Red de Chagas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, sostiene que «si bien se mejoró la detección en los niños al nacer, en muchos lugares a las embarazadas no se les pide serología para Chagas, lo que permitiría identificar con tiempo la patología. Si bien está protocolizado, no se cumple en todos lados», señala. El control prenatal es la oportunidad justa.
Con respecto al diagnóstico adecuado y oportuno, Pereiro considera que «con el Chagas congénito estamos lejos aún, ya que muchos equipos de salud desconocen que el tratamiento de la mujer en edad fértil corta la transmisión madre-hijo. No se diagnostica lo que no se sabe».
Cuestión de tiempo
El Chagas tiene control y tiene cura en los niños y adultos jóvenes; pero una vez establecido el daño en el sistema orgánico, el tratamiento antiparasitario no tiene resultado, aunque contar con un diagnóstico permite el control médico de la patología.
Abuin subraya que «en medicina el análisis epidemiológico es básico para poder llegar a un buen diagnóstico», por eso, si no se piensa en la enfermedad, se pierde la oportunidad de detectarla. Pereiro por su parte reconoce que «queda mucho por hacer, pero también se hizo mucho» y reflexiona que es necesario «empezar a pensar cuál debería ser la agenda en los servicios de atención primaria de la salud que son los que atienden normalmente al grueso de la población».
Hoy el Chagas es una enfermedad urbana y el vector principal es la madre, que puede provenir de una zona endémica o puede haberla adquirido en forma vectorial, no saberlo y transmitirla en su gestación. Abuin lo grafica con su propia experiencia: «La persona más anciana que conocí con Chagas fue una señora de 93 años sin ningún tipo de trastorno cardíaco que dio positivo. A partir de ahí se identificó que la hija y la nieta eran positivas; la transmisión perinatal es la única que da en este caso la explicación».
Una persona puede estar enferma de Chagas y no enterarse nunca, es una patología que muchos denominan «oculta» porque no siempre presenta síntomas o son muy solapados. El 70% de la población cursa la enfermedad en forma crónica sin complicaciones, en tanto el 30% puede presentar trastornos cardíacos o digestivos y desarrollar una miocardiopatía chagásica que produce cuadros de arritmia y puede llevar a una muerte súbita. Abuin resalta que desde el año 2000 comenzaron a poner el foco en ese 70%; la pesquisa de mujeres embarazadas y en edad fértil plantea un panorama distinto que permite identificar la cantidad de niños que nacen con Chagas cada año e iniciar un rápido tratamiento, que es gratuito.
No está de más resaltar que para tratar el Chagas se siguen usando las mismas drogas que hace décadas. «Como es una patología catalogada dentro de las enfermedades de la pobreza –concluye Abuin–, los laboratorios no están interesados en la evolución de nuevas drogas».