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Anomalías en el cielo

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Marcelo Torres

Los Fenómenos Aéreos No Identificados, antes conocidos como ovnis, han vuelto a acaparar la atención mundial. Los testigos militares. El informe de la NASA.

Objeto desconocido. Filmado en infrarrojos por un avión F/A-18 de la Marina de EE.UU.

Los ovnis están de regreso, aunque muchos podrían afirmar que nunca se han ido. Esta vez han vuelto con un nuevo nombre designado por el Pentágono hace un par de años: Fenómenos Aéreos No Identificados (UAP, por sus siglas en inglés). Después de la famosa audiencia llevada a cabo en julio en el Capitolio de los Estados Unidos, en la que dos pilotos militares y un agente de los servicios de inteligencia ofrecieron testimonio sobre sus experiencias con UAP, el tema no abandona las noticias principales de portales y periódicos.
Así, un hecho trascendente volvió a poner la cuestión en primer plano. Se trató de la presentación pública del informe sobre UAP que finalmente dio a conocer la NASA el 14 de septiembre y que había sido anticipado al mundo desde la Argentina por su administrador, el exsenador y astronauta Bill Nelson, cuando visitó nuestro país los últimos días de julio (ver Acuerdo entre Argentina y la NASA).
Ese día, en una rueda de prensa que se transmitió en vivo, Nelson y otros científicos del equipo de estudio independiente –pese a la gran expectativa generada– no despejaron en forma concreta la gran duda sobre si existe o no vida alienígena inteligente. Sí alegaron que, teniendo en cuenta los datos limitados con los que se cuenta hoy en día, «aún no hay evidencia de que los UAP sean de origen extraterrestre». Para luego aclarar que se deben mejorar las capacidades de los instrumentos y calibrar sensores para identificar estos fenómenos que suelen moverse a altísimas velocidades: «usaremos la inteligencia artificial y el aprendizaje automático para buscar anomalías en los cielos».
En este punto, muchos empiezan a preguntarse a qué se refiere la mayor potencia del planeta –y su agencia espacial– cuando hablan de «anomalías», esos avistamientos de objetos en el cielo que no pueden resolverse con los instrumentos actuales, que por cierto no son nada rudimentarios. Lo que sí puede destacarse es que por primera vez en la historia de la institución que llevó a la humanidad a la Luna, se reconoce la existencia de los ovnis y se crea un departamento exclusivo para su estudio y detección: algo impensable hace apenas un par de años atrás.
«El público confía desde larga data en la NASA, lo cual es esencial para comunicar los hallazgos sobre estos fenómenos a los ciudadanos, es crucial para desestigmatizar la presentación de informes sobre UAP», reconoce el documento de la agencia estadounidense. A tal punto es así que al ser designado el nuevo director para el equipo de la NASA que llevará la investigación, en la conferencia de prensa no se hizo público su nombre, en un principio debido a que los 16 científicos que trabajaron hasta ahora en este informe recibieron no solo burlas de sus colegas, sino que algunos de ellos hasta sufrieron amenazas de quienes ven con muy malos ojos que la NASA se dedique a investigar a los UAP. Luego se supo que el director del equipo será Mark McInerney, un científico de datos climáticos que ya era el nexo entre la NASA y el Departamento de Defensa.

Programas secretos
Para ver en perspectiva la actual situación de apertura hacia el fenómeno habría que remontarse a unos años atrás. El origen de esta nueva saga de los ovnis tuvo lugar en diciembre de 2017, cuando los periodistas Ralph Blumenthal y Leslie Kean publicaron en el prestigioso New York Times un artículo que en el momento resultó una bomba: demostraron con documentación gubernamental que el Pentágono, después de negarlo enfáticamente durante décadas, llevaba años investigando los ovnis (UFO, Unidentified Flying Objects) con un programa secreto que no figuraba en los presupuestos oficiales. Es decir, recibía dinero en negro desviado de otros proyectos que habían tenido la aprobación del Congreso. Se trataba del Programa de Identificación de Amenazas Aeroespaciales Avanzadas iniciado en 2007, con recursos por 22 millones de dólares.
Cuando se publicó la noticia, el Departamento de Defensa (DOD) adujo que se había cerrado en 2012; pero los exfuncionarios del proyecto aseguraron a los periodistas que el programa siguió existiendo e investigando casos de objetos no identificados, especialmente los denunciados por personal militar. Los ovnis se habían transformado en una cuestión de Seguridad Nacional.
Así lo confirmó en ese momento su director Luis Elizondo, un oficial de inteligencia militar, quien junto a otros colegas habían estado estudiando videos de encuentros entre objetos no identificados y aeronaves militares, incluido el hoy famoso caso de los jets de combate de la Marina que filmaron tales fenómenos durante ejercicios con el portaaviones Nimitz en 2004 frente a las costas de San Diego.
A partir de la publicación del artículo en el New York Times, el Departamento de Defensa de Estados Unidos se vio obligado a reconocer el programa secreto y en 2020 hizo públicos, oficialmente, varios videos de UAP filmados por aviones de combate que ya se habían filtrado a la prensa. Los servicios de inteligencia estadounidenses dijeron entonces que aunque no existían pruebas determinantes de actividad alienígena asociada con los objetos filmados, tampoco podían descartarlo categóricamente.

Al mundo. Bill Nelson, administrador, presentó el informe de la NASA sobre los UAP.

Foto: Getty Images

En su carta de renuncia, Elizondo había señalado que el Gobierno tenía que prestar más atención «a todos los informes de la Marina y otros servicios que han experimentado interferencias en plataformas de armamento militar causadas por sistemas aéreos inusuales con un despliegue de capacidades muy superiores a las de la generación actual de aeronaves».
Tiempo después Elizondo, junto con Christopher Mellon –exsubsecretario Adjunto de Defensa para Inteligencia en las administraciones de Bill Clinton y George W. Bush– comenzaron un programa de divulgación sobre el fenómeno al tiempo que desde una ONG presionaban al Gobierno estadounidense para una desclasificación total apoyados por varios senadores, tanto demócratas como republicanos. 

Reconocimiento oficial
Tal fue la presión a lo largo de estos años –que no se vio reflejada en toda su dimensión por la prensa de otros países, aunque sí por la norteamericana–, que en julio de 2022 el Pentágono abrió oficialmente una oficina de investigación de ovnis –ya denominados UAP– a la que llamó All-domain Anomaly Resolution Office (AARO): un hecho realmente inédito en la historia de la institución militar más poderosa del planeta. El eje sería recoger, investigar y gestionar los informes de avistamientos de UAP a todos los niveles de la Defensa: Ejército de Tierra, Fuerzas Aéreas y la Armada, ya que muchos informes también hablaban de objetos no identificados registrados bajo el agua viajando a grandes velocidades (de ahí lo de «all-domain»: todos los campos).
En este nuevo portal creado para mostrar algo de transparencia, el Departamento de Defensa publicó recientemente un mapa con los «puntos críticos de UAP en el mundo», según informes desde 1996 a 2023; además de subir los videos filmados por aviones y embarcaciones de la Marina. El físico Sean Kirkpatrick, director de la AARO declaró recientemente: «Vemos esferas metálicas en todo el mundo, sin alas ni sistemas de propulsión, que realizan maniobras muy interesantes».
Así, a fines de mayo de este año, el DOD hizo saber a los medios que rastreaba ya más de 800 casos de UAP, según confirmó Kirkpatrick en una reunión pública del equipo de estudio independiente de la NASA –que luego presentaría el informe final en septiembre–. En ese momento, el funcionario dijo que solo de un 2% a un 5% podría tratarse realmente de «anomalías» y definió como anómalo a «cualquier cosa que no sea fácilmente comprensible por el operador o el sensor».

Encuentros
Fueron precisamente pilotos militares los que el pasado mes de julio brindaron testimonio bajo juramento en el Capitolio de Estados Unidos, a lo largo de más de tres horas, en un evento que captó la atención mundial por varias semanas.
Uno de ellos fue el excomandante de la Marina David Fravor y el otro fue el piloto, también de la Marina, Ryan Graves, quien entre otras cuestiones declaró: «Observamos un cubo negro, se veía completamente estático en el cielo, lo cual era imposible a la velocidad que estábamos, estaba dentro de una esfera transparente y no lo pudimos identificar en el radar. En ese momento, cancelaron la misión y regresamos a la base», para más adelante agregar: «El Gobierno debe dejar de clasificar esta información cuando se sepa, y si se determina que es vida de otro planeta, se debe compartir información, para que todos los Gobiernos sepan cómo defenderse».
Posteriormente, en agosto, en un artículo publicado por Graves en la revista Newsweek, el militar contó detalladamente sus experiencias: «Hace nueve años mi escuadrón F/A-18, que operaba frente a la costa de Virginia Beach, observó y rastreó varios UAP que se habían infiltrado en el espacio aéreo militar –escribe el piloto–. Los UAP no tenían propulsión visible ni superficies de elevación, pero podían permanecer inmóviles en vientos huracanados de categoría 4, acelerar a supersónico y operar todo el día, durando 10 horas más que nuestros aviones de combate. Incluso provocaron cuasicolisiones en el aire con nuestros aviones, lo que motivó informes de seguridad obligatorios».
Por su parte, en la audiencia del Capitolio el excomandante Fravor recordó: «Junto con otros tres pilotos observamos un objeto blanco que parecía un Tic Tac [golosina en forma de píldora] después que despegamos del portaaviones USS Nimitz. En el objeto no había rotores, ni superficies de control de vuelo visibles, como alas. De pronto aceleró y cambió de dirección rápidamente, se movía muy abruptamente sobre el agua, como una pelota de ping-pong» –testificó el militar–. «No soy un fanático de los ovnis, pero les diré que lo que vi durante un período de cinco minutos es algo que nunca, antes o después, he visto. Era una tecnología increíble, no creo que esté al alcance de ningún país sobre la faz de la Tierra».

Ingeniería inversa
Pero las declaraciones que más repercusión tuvieron fueron las de David Grusch, un oficial de inteligencia de la Fuerza Aérea que sostuvo ante la comisión legislativa que el Pentágono tiene en su poder restos de naves alienígenas.
El agente dijo que los ideales de «verdad y transparencia» lo habían llevado a transformarse en un denunciante (whistleblower, en inglés), luego de los secretos que supo a lo largo de 14 años de trabajo en los servicios de inteligencia, y precisamente los últimos fueron en el programa de UAP del Pentágono –dependiente de la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial–, «tras conocer informes preocupantes de múltiples compañeros y de militares respetados y acreditados que están en actividad, o retirados, que dejaban claro que el Gobierno opera en secreto en esta cuestión, sin la supervisión del Congreso».
La decisión de contar ahora lo que ocurre «ha puesto mi vida en peligro», afirmó Grusch. «Y ciertamente hubo colegas míos que sufrieron brutales represalias administrativas por hablar. Por ese motivo solo el 5% de los avistamientos son denunciados a instancias superiores».
Pero lo mejor llegó después, cuando el representante demócrata por California, Robert García, le preguntó directamente a Grusch si creía que el Gobierno tenía alguno de estos objetos en su poder. «Absolutamente, sí, me lo confirmaron 40 testigos a lo largo de cuatro años», afirmó seguro el agente. «Me informaron, en el curso de mis deberes oficiales, de un programa de ingeniería inversa y recuperación de accidentes UAP de varias décadas», dijo el testigo.
Y para rematarla añadió que el Pentágono también oculta «restos no humanos». A lo que García le preguntó: «¿Y sabe dónde pueden estar?». «Lo sé –respondió Grusch–, y así se lo reporté a las autoridades correspondientes». Sin embargo, el testigo no compartió esa información en la audiencia. 
Estas asombrosas declaraciones dieron la vuelta al mundo y pronto muchos detractores señalaron que Grusch no había presentado ninguna prueba física de sus aseveraciones, lo cual es cierto, pero también resulta arduo esperar que cualquiera tenga en el bolsillo un pedazo de ovni o el dedo de un extraterrestre. Asimismo, en ocasión de esta audiencia en el Congreso, legisladores de ambos partidos mayoritarios instaron al Gobierno estadounidense a que concluya con el secretismo, especialmente si los UAP representan un peligro para la seguridad aérea, militar o comercial.

Tecnología desconocida
Aunque el reciente informe de la NASA tuvo gran repercusión mundial, la mayoría de los medios solo se limitaron a difundir algunos conceptos de la gacetilla de prensa a modo de resumen que se publicó en el sitio oficial de la agencia, o a citar algo de lo que Bill Nelson dijo durante la conferencia televisada, pero casi ningún periodista se molestó en leer el informe en sí, cuyo párrafo final resulta bastante ambiguo y no menos sorprendente: «En este punto, no hay razón para concluir que los informes existentes sobre UAP tengan una fuente extraterrestre. Sin embargo, si reconocemos eso como una posibilidad, entonces esos objetos deben haber viajado a través de nuestro sistema solar para llegar aquí. Así como la galaxia no se detiene en las afueras del sistema solar, el sistema solar también incluye a la Tierra y sus alrededores. Por lo tanto, existe una continuidad intelectual entre las tecnofirmas extrasolares, la búsqueda de inteligencia extraterrestre en el sistema solar y la posible tecnología alienígena desconocida que opera en la atmósfera de la Tierra. Si reconocemos la plausibilidad de cualquiera de ellas, entonces deberíamos reconocer que todas son al menos plausibles».

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