Cultura | JUANA MOLINA

Tras la huella de Mateo

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Alejandro Lingenti

Mientras termina de darle forma a su próximo disco, la compositora y cantante debuta como curadora musical con la reedición del emblemático Musicasión 4 y ½.

Conexión personal. Molina atesoraba el disco original firmado por Mateo junto con vinilos de los Beatles, María Elena Walsh y Leda Valladares.

Foto: Prensa

Juana Molina no la pasó mal durante la pandemia. Al contrario, para una amante del silencio y la vida frugal fue una etapa placentera. «Yo disfruté de unas noches espectaculares: me quedaba en el jardín de casa con una frazada, me armaba un fueguito y contemplaba el cielo lleno de estrellas», recuerda ahora esta talentosa artista que vive muy tranquila en una casaquinta de Pacheco y que en octubre próximo cumplirá 60 años.
Terminado el confinamiento, la compositora y cantante se puso de nuevo en acción: hizo una gira por Estados Unidos muy celebrada (basta con ver imágenes de esos conciertos en Instagram o Facebook para comprobarlo) y con un formato especial: ella sola cargando la responsabilidad de conciertos caracterizados por la improvisación y una energía realmente contagiosa. Los pensó originalmente como sets de setenta minutos, pero al final fueron shows de más de una hora y media porque las canciones siempre se extendían más de lo previsto. Fueron dieciséis noches apasionantes, entre abril y mayo de este año, con un público entregado que todavía hoy le expresa su cariño y admiración en las redes sociales. 
Ahora los planes inmediatos son la grabación de un nuevo disco que viene macerando desde hace tres años (el último de estudio que lanzó es Halo, de 2017) y un concierto en el marco de la primera edición del Primavera Sound en la Argentina, en noviembre próximo. La otra noticia importante es su despegue en el rol de curadora musical y socia en el sello Sonamos, con la reedición de un disco mitológico que acaba de cumplir 50 años: Musicasión 4 y ½, publicado por primera vez en 1971 por De la Planta y grabado en vivo entre octubre de 1966 y agosto de 1969. El álbum es un registro fiel de lo que ocurrió durante tres noches de aquella época efervescente en el Teatro El Galpón de Montevideo, el lugar que escogieron Eduardo Mateo, una figura central de la canción rioplatense, y el director de teatro, poeta y periodista Horacio Buscaglia, papá del conocido músico Martín Buscaglia, para difundir la obra de artistas que no tenían mucho espacio en los medios, a pesar de la indiscutible calidad de su obra. En la movida también participaron El Kinto, Diane Denoir, Rubén Rada y Verónica Indart, entre otros.

Piedra angular
La lujosa reedición incluye dos vinilos y un hermoso booklet con fotos de los artistas y un emotivo texto de la propia Molina, en el que cuenta detalles personales que enriquecen el proyecto. «Musicasión 4 1⁄2 llegó a casa porque Eduardo Mateo se lo regaló y dedicó a papá (el cantante Horacio Molina) cuando estuvo en Buenos Aires grabando Mateo solo bien se lame en Estudios ION. Y yo lo atesoré como disco de cabecera junto con alguno de los Beatles, El niño y los sortilegios de Ravel y Canciones para mirar de María Elena Walsh con Leda Valladares», explica en ese escrito. 
«Cuando escuché estas grabaciones inéditas casi me desmayo», cuenta Juana en diálogo con Acción. «El shock de escuchar temas desconocidos de El Kinto duró varios días, hasta que finalmente pude escuchar todo el material, poco a poco y con idéntica intensidad. ¿Cómo pudo permanecer tanto tiempo en la oscuridad una cosa así?», plantea sobre este álbum, que es una piedra angular de la música rioplatense más aventurera y también menos difundida de los años 70. 
«Tengo una conexión con este disco desde que era una niña. Y me parece increíble que hayan aparecido grabaciones inéditas y que las haya encontrado justo alguien que está relacionado conmigo. No es que lo edita alguien que descubrió a Mateo la semana pasada», agrega, en referencia a su amigo Mario González, coleccionista de discos, experto en psicodelia latinoamericana y socio en el sello Sonamos, que recibió de parte del sonidista uruguayo Carlos Píriz un paquete de cintas con registros que nunca antes habían visto la luz y que ahora son parte de esta flamante reedición: versiones de temas como «Rosa» y «Solo me he de quedar», que no estaban en el original y ahora son las joyas de este atrapante manifiesto colectivo del candombe beat. 
«Los discos que más me gustan son los completamente atemporales, los que no responden a una época», señala. «Y Musicasión 4 ½ tiene eso: son interpretaciones muy frescas, muy en la flor de esos artistas que vivieron en un tiempo en el que no existía la “importancia” del músico. Todo se hacía en función de la música, no de las vanidades personales», completa. 
Artista que construyó una carrera tan sólida como marcada por la experimentación, reconocida a nivel internacional (tiene fans acérrimos en Estados Unidos, México, España y Japón, entre otros países), Molina remarca que la música que más le gusta es la que le permite zambullirse en mundos abstractos y no tiene una intención manifiesta de provocar algo específico en el que la escucha. «Una de las características más fuertes de lo que hago yo, de hecho, es que no busco nada. Mi música es como decir “che, me voy a dar un paseo”. Llego con el auto hasta un sitio, me bajo y empiezo a caminar. Cada vez que hago un disco me voy de paseo a un lugar que no conozco». Esperamos el próximo destino, entonces. 

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