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A la manera de la colección de libros Elige tu propia aventura y de los videojuegos de otros tiempos, algunas series –desde Black Mirror a producciones locales como Ana y Elige– permiten que el espectador tome decisiones sobre el desarrollo de la trama.


Final abierto. El éxito de Black Mirror y las ficciones argentinas Ana y Elige.

En los últimos meses, el episodio «Bandersnatch», perteneciente a la serie Black Mirror, generó debates dentro y fuera de las redes sociales por su estructura narrativa interactiva. Sin embargo, no es una novedad en el mundo audiovisual y mucho menos en la literatura o en los videojuegos; sí lo es que se convierta en mainstream. Netflix ya había estrenado otros proyectos de este tipo: en 2017 lanzó El Gato con botas: atrapado en un cuento épico y Buddy Thunderstruck, aunque ambos enfocados al público infantil. Mientras que en Argentina dos contenidos de estas características como Ana, de Güido Simonetti, y Elige, de Nicolás Goldar Parodi, también están dando que hablar, pero en el circuito indie.
Con «Bandersnatch», Black Mirror logró que se vuelva a hablar de las ficciones audiovisuales interactivas, un concepto que además de tener poco de innovador posee un aire retro. Quizás por eso la historia que cuenta este capítulo está ambientada en los años 80. Con un recurso narrativo que evoca a la colección de libros Elige tu propia aventura y a los videojuegos de otras épocas, «Bandersnatch» parece consciente de que llamar «interactividad» a este simpático y antiguo diálogo con el espectador resulta casi irónico.
Una película interactiva es la que brinda al espectador la aparente posibilidad de elegir qué pasará a continuación. El público tiene la falsa sensación de que está controlando la acción, aunque al final se decida lo que el guionista quería que ocurriera de antemano. «Es otra experiencia de transitar un contenido, más lúdica, más parecida a un juego que a una serie tradicional», afirma Goldar Parodi en diálogo con Acción.
Para Esteban Ierarardo, autor del libro Mundo Virtual: Black Mirror posapocalipsis y ciberadicción (Continente), en la era de la realidad virtual hay que cuidarse de los planteos dualistas o maniqueos. «No está lo real por un lado y el mundo virtual por el otro. Estos dos niveles se confunden», escribe. «El peligro del juego digital brota cuando empezamos a creer que nuestras imágenes y pantallas son más reales que la realidad de la que procedemos», asegura el académico.

Control remoto
En 1967, durante la Exposición Universal de Montreal, se estrena la que se considera la primera película interactiva: Kinoutomat. La acción se detiene y un moderador pregunta al público qué decisión debe tomar el protagonista. Como en aquel cine canadiense, los espectadores hoy también deciden. Lo hacen, eso sí, con el control remoto de su Smart TV o el mouse de su PC. «El soporte y la interfase son muy importantes cuando hacés un contenido así. Tenés que pensar cómo la va a ver el espectador», sostiene Goldar Parodi.
Además de inventar el dulce de leche y la birome, Argentina también ostenta el título de tener la primera serie web en este formato. Ana, que consiguió 44 nominaciones en diversos festivales de todo el mundo, es un thriller cuyo eje gira en torno a un hombre que debe rescatar a su novia secuestrada por una red de trata. «Este tipo de formatos son para plataformas específicas, al menos en Argentina», comenta su director, Güido Simonetti. «Estas series son para celulares y de corta duración. Filmar un contenido de estas características es una locura en costos. Por eso solo se puede hacer si el capítulo es muy cortito, y la serie también».
La última producción local interactiva es Elige, recientemente estrenada en YouTube. La productora Aeroplano desarrolló una aplicación que le permite a la audiencia tomar el lugar de los personajes en las decisiones que son clave para el avance de la trama. Dirigida por Goldar Parodi y escrita por Marcos Osorio Vidal, cada uno de los ocho episodios sigue a un grupo de amigos en su aventura de conseguir un romance de fin de semana. Explica Goldar Parodi: «Queríamos que la historia estuviera buena más allá de las decisiones, que se sostenga por sí misma y que las decisiones sean un agregado más».

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