Con las salas independientes como principales aliadas, cada vez más obras suben a escena un domingo al mediodía o un lunes a la tarde. Las funciones no habituales ganan terreno y atraen a un público diferente. Opinan actores, directores y productores.
8 de noviembre de 2017
Pionera. Mi hijo solo camina un poco más lento, una pieza que cambió las costumbres.
Quién hubiera imaginado planear una salida teatral al mediodía de un domingo? O a la 1 de la tarde de un viernes, ni mucho menos a las 3 de un sábado. Son franjas horarias tan impensadas como irrisorias para asistir a una función. Sin embargo, lo que sonaba casi a delirio ha cambiado desde este año, gracias la pujanza del circuito off. Se trata de una tendencia cada vez más extendida, que asomó tímidamente hace dos años cuando el director Guillermo Cacace desestructuró la cartelera con la obra Mi hijo solo camina un poco más lento, que se podía ver por la mañana de un sábado o un domingo.
«Nuestros colegas advirtieron que la gente buscaba alternativas en todo: en las propuestas, en las poéticas, en los espacios y, por qué no, en los horarios», analiza el propio Cacace. «La gente está ávida de experiencias. No se trata solamente de ir al teatro, sino de ese plus que genera sentirse parte de una experiencia distinta. Y, además, el público se beneficia en otros aspectos, como sentirse seguros al salir de día. Todo termina sumando», agrega el director y, a pesar de ser un precursor en la materia, reconoce que nunca pensó que sería imitado por otros.
«Probemos, no hay nada que perder. ¡De no funcionar, cambiamos de horario y listo! Y funciona súper bien. Nuestra idea apuntó a que se trataba de un momento del día en el que nuestros cuerpos, los de los actores y los espectadores se percibían más porosos, más vulnerables, sin la carga de asuntos que lo van blindando durante el día», ilustra Cacace, que actualmente está al frente de Sobre Mirjana y los que te rodean, que se exhibe los sábados y domingos a las 15.30, en el Picadero, que abarca el circuito de la calle Corrientes, una zona en la que se está gestando un prometedor movimiento no habitual.
Tarde o temprano
La carrera de Daniel Veronese transita tanto la escena alternativa como la comercial. «Me encantan los formatos no habituales. Soy un degustador y un practicante, de un lado y otro», dice el actor, dramaturgo y director. «Creo que es una posibilidad que surge no por falta de salas ante una desmesurada demanda, sino por ofrecer respuestas a un público que quiere pasar por nuevas experiencias. Por ejemplo el simple y “descabellado” hecho de entrar a una sala de teatro de día», expresa quien fue el impulsor de los días lunes como jornada teatral, allá por 2001, con Open House.
Experimentada jefa de prensa del rubro, Carolina Alfonso ve con buenos ojos esta flexibilidad. «Beneficia a todos, artistas, sala y espectadores. Y termina con el prejuicio de que ir al teatro sea una salida solo de fin de semana y nocturna. Es muy diferente ver una obra de día, y a veces, algunas propuestas encuentran mejor alcance», explica. Alfonso cree que «son horarios que celebran muchos: los que trabajan y se hacen una escapada teatral a la hora de almuerzo; los que trabajan en horarios usuales de teatro, como los propios artistas. Esta iniciativa se viene con tanta fuerza que, tarde o temprano, el circuito comercial tomará cartas en el asunto».
Flexibilidad. El caso de El loco y la camisa.
Casualmente, Carlos Rottemberg es el gran productor de la calle Corrientes y se pliega a esta suerte de debate. «Hay un detalle no menor que distingue ambos circuitos: en el comercial nos movemos con convenios colectivos de trabajo con varios gremios, donde los horarios habituales son desde las 18.30 hasta la 1.15. En general, los profesionales tienen otros trabajos y, además, los actores protagónicos tampoco son exclusivos para la actividad teatral, porque en algunos casos hacen tele o cine, y necesitan comenzar más tarde. Si a eso le sumamos lo difícil que es para el gran público llegar en día hábil al centro, contra lo que puede ser la necesidad de solo una veintena de espectadores en una sala barrial, no imagino por ahora un cambio dinámico al respecto».
Nelson Valente, el director de El loco y la camisa, que llegó a subir a escena los domingos a las 18 y ahora lo hace los martes a las 20.30 en El Picadero, está a favor de la multiplicidad. «Primero disfruté como espectador la idea de los horarios alternativos. Me parece que genera un programa distinto y amplía el día, además de resultar una solución al menos parcial de la falta de salas ante tamaña oferta teatral», dice. Valente señala que fueron Veronese, Ciro Zorzoli y Cacace los que abrieron el camino. «Esta flexibilidad es propiedad del off», afirma. «No me imagino al circuito comercial haciendo obras a las 2 de la tarde de un domingo. Quizás es un preconcepto, pero hay mayor rigidez, que tiene que ver con otro tipo de productor, director y actor».
Sebastián Blutrach, dueño de El Picadero, advierte que «el público es heterogéneo y se va adaptando a una programación menos rigurosa y más inquieta, que pretende abarcar muchos estándares». Blutrach hace foco en la necesidad de que «las salas estén ocupadas la mayor cantidad de horas por día, porque los gastos aumentaron exponencialmente y no así los ingresos». También, menciona al teatro Metropolitan, donde fue programador, que actualmente tiene funciones todos los días. «De a poco, se va ensanchando esa “mancha” horaria y salpica a los teatros de la calle Corrientes. Siento que si el espectáculo convoca, sortea cualquier obstáculo, más allá del día y la hora».
Mediodía. Hidalgo, una energía distinta.
Un caso puntual es el de Diego Peretti, ya que este año vivió dos fenómenos: como protagonista de Los vecinos de arriba, un tanque de esta temporada y, en paralelo, agotando las entradas con Por H o por B, los lunes en Timbre 4. «No voy a negar que me cansaba la sucesión de funciones, pero también me enorgullecía ver cómo funcionaba una cooperativa como la que integraba en el teatro off, donde cada uno hacía lo que le correspondía. Yo la plata la gano en la calle Corrientes, a Boedo iba a buscar otra cosa».
Resistencia activa
«Me parece que contribuye a instalar la idea de que el teatro sucede todo el tiempo, no solo en el momento convencional del horario nocturno, en una sala con determinadas condiciones», razona el escritor y director Mariano Pensotti, que tiene en cartel Arde brillante en los bosques de la noche. A la hora de buscar explicaciones, afirma que la tendencia es «multicausal». «En Buenos Aires, hay una sobreoferta de obras y es cada vez más difícil encontrar una sala que proponga horarios centrales a las compañías, especialmente si los trabajos se enfocan en cierto tipo de experimentación narrativa o formal. A veces, pienso que hay una elección deliberada de presentar trabajos de más abierta experimentación, sin la presión del marco del horario central y tradicional», explica.
«Este “suceso” es el modo que tiene nuestro teatro de mostrar su resistencia», sostienen Walter Duche y Alejandro Zárate, titulares de una agencia de prensa del área. «Ante la falta de espacios, ante la falta de propuestas, antes la escasez de apoyo estatal en algunos casos, nuestros teatristas siempre están buscando la alternativa para poder mostrar su creación. Y me parece que está bien y es lo que le da aire a nuestro teatro desde siempre».
Paula Marull es una conocedora de los movimientos del off. «Me parece una modalidad muy interesante. Ir al teatro en horarios atípicos es una experiencia diferente. Tanto para el actor como para el público. Con Hidalgo, por ejemplo, haciendo funciones los viernes al mediodía, notamos que la energía que uno tiene como actor es muy distinta a la que tiene de noche, con el peso de todo el día encima. Entrar a la sala a esa hora es una sensación muy diferente y estimulante. Creo que es una manera de ampliar las posibilidades de mostrar el trabajo de uno», sostiene la actriz.
Para Laura López Moyano, una avezada y prestigiosa habitante del off, la novedad no deja de ser estimulante. «Hace casi nada era impensable esa posibilidad y ahora sucede y es maravilloso. Se abre un mayor espectro, la oferta crece, hay más teatro y, en consecuencia, más trabajo para nosotros, los actores y más propuestas para la gente».