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Rimas en alza

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Con referentes que apenas pasan los veinte años, el género arrasa en las plataformas de streaming y destrona a los pesos pesados del pop y del rock local. La derivación más tropical del hip-hop le imprime su propio ritmo a la música urbana actual.


Estrella. Con apenas 22 años, Duki planea su inminente desembarco en el Luna Park.

No hay forma de negarlo: el trap en Argentina es la nueva tendencia musical que arrasa en números y seguidores. Expresa, de entrada, varios paradigmas de la época: es un manifiesto de la generación de nativos de la cultura digital, a través de las plataformas de streaming como YouTube, Spotify o I-tunes. Ahí se reproduce el fenómeno que enloquece a las grandes discográficas: la viralización.
No es solo una cuestión de números, pero hay cifras indiscutibles. En Argentina, el trap llega al podio de Spotify con algunos de sus jóvenes referentes. Duki, Paulo Londra y Khea superan la barrera de los tres millones de oyentes y les alcanza para estar en la cima del ranking argentino, por encima de artistas como Abel Pintos y Andrés Calamaro. Cada simple que publican en el sitio consigue un millón de reproducciones durante las primeras seis horas. Mueva Records es el sello argentino que nuclea a la mayoría de las grandes promesas.

Vertiente local
Según algunos especialistas, el trap es un subgénero del hip-hop que combina electrónica con reggaetón y cumbia; resurgió para reemplazar los ritmos latinos o para refundar la denominada música urbana. Sus particularidades estéticas se van definiendo a través de la región en la que se lo compone. Hay un trap latino y por eso hay, también, una vertiente argentina. No hay ediciones físicas y los discos casi no se mencionan. Son lanzamientos de simples como en los primeros sesentas.
El referente latinoamericano es Bad Bunny y, si bien se ha mezclado mucho con los reggeatoneros, su estilo es el trap. El puertorriqueño de 23 años suma un billón de reproducciones en YouTube y de escuchas en Spotify. Su single «Amorfoda» fue lanzado el 14 de febrero y, en menos de una semana, fue escuchado 53 millones de veces. En mayo agotó tres Luna Park en Buenos Aires y su gira por el Interior también tuvo un solo título: sold out.
«Hay una precuela a este fenómeno: el boom del freestyle, de las competencias en las plazas. “El quinto escalón” es la más conocida, de ahí salió Duki, por ejemplo. Eso significó para el rap y el hip-hop, en los últimos cinco o seis años, una audiencia y un florecer de artistas que nunca había logrado el género en nuestro país», explica el productor y periodista Mariano Del Águila. Apunta a que sin necesidad de la industria, estos chicos y chicas ya tenían un público propio. «Los artistas son autosuficientes: producen bases con calidad, buenos videos y sus propias historias. Sin necesidad de radio, solo con YouTube», completa. Y dice que, a pesar de llegar a las grandes salas por sus propios medios, ya han trabado relación con las principales productoras.
Duki es el gran referente del trap y su presente lo confirma: agotó el Gran Rex y va hacia su primer Luna Park, el próximo 5 de octubre. «Se podría decir que el rap y el trap vienen del hip-hop», explica. «El rap es una visión mucho más formada, más exacta y mejor dicha: es predicar en palabras lo que uno piensa. En cambio, el trap me parece una visión mucho más futurista. Abarca una ideología, una estética, una imagen», asegura. Su primer tema, «No vendo trap», apareció a fines de 2016 y ya superó las 15 millones de reproducciones en YouTube. Su hit «She Don’t Give a FO» está por llegar a las 140 millones de escuchas en la misma plataforma.
Otra de las referentes del trap es Cazzu. La jujeña Julieta Cazzuchelli ya lleva casi diez años en la música: desde los 14 tocó cumbia y luego su métrica derivó en el trap. Por otro lado, Omar Varela es clave para entender el desarrollo de esta música, porque es creador, productor y compositor en Mueva Records. «Hay que saber escuchar y sentir la vibra de la gente, si desarrollás ese sentido, tus canciones van a gustar siempre», sentencia. «Quiero sonar en los coches como AC/DC», trapeaba Duki en su single debut. Y su deseo se hizo realidad.

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