Cultura | MÁS EPISODIOS SINFÓNICOS DE CERATI

Principito rockero y gótico

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Mariano del Mazo

Grabada en el Auditorio Nacional de México DF, la nueva versión del disco pone en evidencia la estatura del líder de Soda Stereo como cantante y compositor.

Brillo propio. Clara, bien colocada, entonada, con la expresividad exacta, su voz reluce más sin la parafernalia pop y rock.

FOTO: FERNANDO ACEVEZ-SONY

Era comienzos del 2001 y el país se despeñaba hacia el abismo. Alejandro Terán surcaba la avenida Libertador cuando, de pronto, lo paró otro auto. «Estábamos cerca de River. Era Gustavo. Me preguntó qué andaba haciendo. Le dije que estaba jugando mucho en mi casa a imitar la música de películas de terror clase B de los años 60. Me dijo que hiciera eso con sus temas y me bajé. El siguiente encuentro fue el primer ensayo. ¡No hubo ninguna reunión más que esa del auto, que duró cuatro minutos!». Ese «choque» entre Terán y Cerati fue el kilómetro cero de 11 episodios sinfónicos, uno de los trabajos más singulares del músico, una suerte de limbo en su carrera solista. Otra burbuja en el tiempo. Hoy se acaban de sumar tres canciones: ahora son 14 episodios sinfónicos, un disco que nos viene a recordar la estatura que tenía Cerati en una veta algo relegada: la de cantante.
Como el original, se trata de un álbum en vivo. Si aquel fue registrado el 6 de agosto de 2001 en el Teatro Avenida de Buenos Aires, con la orquesta sinfónica dirigida por Alejandro Terán, el que acaba de ser publicado corresponde al 9 de febrero de 2002 en el Auditorio Nacional de México DF. Justamente México fue el país que mejor acogió la propuesta sinfónica. El trabajo había recibido cuestionamientos. Algunos señalaron cierta pomposidad, otros marcaron que se habían desvirtuado clásicos de Soda Stereo. De hecho, en pleno despegue solista, siete de los once temas del disco de 2001 corresponden al período de la banda que completaban Zeta Bosio y Charly Alberti. «Lo lamento si algunos piensan de manera muy ortodoxa. Este disco no intenta competir con las versiones originales. Es simplemente una lectura de aquellas canciones. Hay gente que le encanta, y a otros que les parece un sacrilegio de los dos lados: del lado de la música clásica y del lado del rock. Yo creo que fue un buen experimento», dijo el compositor, guitarrista y cantante. Y fue más allá: «Uno está acostumbrado como músico de rock a tener algún tipo de base detrás, ya sea una batería o simplemente la guitarra. Acá nos pusimos un poco dogmáticos con la idea. Dijimos: “No va a haber guitarra. Solo mi presencia: la parte vocal, la orquesta y nada más”. El único instrumento que ejecuto es mi propia voz».

FOTO: FERNANDO ACEVEY-SONY

14 episodios sinfónicos suma temas de los primeros años 90, que fueron agregados para la gira realizada por diferentes ciudades de América Latina. Corresponden a una época de replanteos sonoros: por orden de aparición en el nuevo disco «Lisa» (del debut solista, Amor amarillo, de 1993), «Fue» (de Dynamo, Soda Stereo, de 1992) y «Hombre al agua», también de Soda, de 1990. En la presentación realizada en agosto en Buenos Aires por Sony Music uno de los protagonistas del disco y show del 2001 y de la nueva edición, el productor Diego Sáenz, contó: «11 episodios sinfónicos fue un proyecto original para la televisión y el CD salió el día anterior a la partida de De la Rúa en helicóptero. Un momento muy poco propicio, pero ahí mismo surgió la invitación para hacer un show en México. Ni se había pensado en una gira. El concierto del Auditorio Nacional fue dos meses después de la salida del disco, en una época donde no existía Spotify, redes sociales ni nada. Llegamos a México y no se conocía mucho el disco. Lo impresionante fue que la gente compró las entradas para el Auditorio Nacional, con capacidad para 10.000 personas, sin tener idea de lo que iban a ver. Simplemente iban a ver a Cerati». Sáenz marca una curiosidad. «Una diferencia respecto al disco original es que algunas canciones van mucho más rápido, porque los músicos de la orquesta no estaban acostumbrados a escuchar gente aplaudiendo y cantando, así que se empezaban a cebar y aceleraban. Se nota especialmente en “Hombre al agua”».

Ropaje orquestal
Como en toda su trayectoria, Cerati se fijó minuciosamente en la imagen. Para 11 episodios sinfónicos fue contratado el diseñador Pablo Ramírez, que le dio al trabajo un concepto sobrio, basado en un vestido clásico. Con el tiempo, el traje que le confeccionó al músico se volvió icónico: convirtió al rocker en un “principito” atravesado por el imaginario de las películas de Tim Burton. «La factura de la ropa de Pablo Ramírez fue muy grossa. Muy fina. Llegó con ese traje tremendo, entre patriota y Principito, pero ¡de jean!», dijo el cantante. Todo el disco acarreaba un aire gótico. Para 14 episodios sinfónicos se decidió realizar una serie de videoclips virtuales que respondían a ese concepto. Sofía Pérez fue la directora creativa de la versión 2022. El caso más impresionante es el tratamiento audiovisual de «Corazón delator». Para la hechura del video se utilizó una tecnología especial llamada Unreal Engine, con una técnica en la que muchas de las piezas fueron creadas, modeladas y pintadas dentro de los cascos de realidad virtual. Lo que se ve referencia al universo de Edgar Allan Poe (la canción está inspirada en el cuento del mismo nombre) y los laberintos del artista holandés Maurits Cornelis Escher.
14 episodios sinfónicos provoca la conmoción de una voz familiar que espectralmente viene desde el pasado a decirnos algo. En este caso, en forma de canciones. El ropaje orquestal subraya las formidables cualidades interpretativas de Cerati. Esos vestidos ostentan matices: puede tener una inflexión tanguera o un guiño oriental, indio, como en «Sweet sahumerio». Clara, bien colocada, entonada, con la expresividad exacta –ni las sinuosas maneras de Spinetta, ni la virilidad plana de Moris, ni la aspereza negra de Javier Martínez, para citar grandes cantantes pioneros del movimiento musical del que se nutrió Cerati–, su voz reluce más sin la parafernalia pop y rock. También brillan, mejor, las canciones: los años difuminan las diferencias entre el repertorio de Soda Stereo y el solista. De «El rito» a «Raíz», de «Canción animal» a «Verbo carne», lo que se escucha al fin es una única y ensoñada canción. En su afán de experimentar, probar y jugar, sin dejar de sonar a él, electrónico o rockero, pop o clásico, entre la vanguardia y la raíz, masivo o de culto, Gustavo Cerati cimentó una de las obras más originales de América Latina.

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