Cultura

Novela monumental

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La obra maestra del autor, Adán Buenosayres, pasó un tanto desapercibida en su momento pese al elogio de Julio Cortázar. Hoy es considerada una de las piezas fundamentales de la literatura argentina. Opinan José Pablo Feinmann y Noé Jitrik.

Consagratorio. Marechal logró integrar la cultura local y las formas vanguardistas.

A 50 años de la muerte de Leopoldo Marechal, un fecundo y peculiar escritor durante mucho tiempo silenciado, su memoria permanece vinculada con lo que muchos críticos y escritores consideran una de las novelas fundamentales de la literatura argentina del siglo XX: Adán Buenosayres. Publicada en 1948, luego de casi dos décadas de elaboración, recién alcanzó la segunda edición en 1965, pese al elogio de Julio Cortázar desde las páginas de la revista Realidad, donde escribían prestigiosos intelectuales y literatos de la época. Marechal y Cortázar desarrollaron una intensa correspondencia sobre los puntos de convergencia entre Rayuela, publicada dos años antes, y Adán Buenosayres. Pero la figura del autor de esta monumental novela, en su momento despreciada como una mala copia del Ulises de Joyce, también persiste por su compromiso con el peronismo. Para el escritor y filósofo José Pablo Feinmann y el crítico literario Noé Jitrik, esta ha sido la causa real de su silenciamiento.  
«A Marechal lo marginaron porque era peronista, porque la cultura argentina mayoritariamente es antiperonista», señala Feinmann. «Adán Buenosayres es una gran novela. Con un trabajo sobre ella, en 1969, me recibí. Fue en la materia sobre literatura argentina, que era optativa y me faltaba. Me había gustado mucho Adán Buenosayres. En esa época yo decía que estaba más de acuerdo ideológicamente con Los dueños de la tierra, de David Viñas, pero reconocía que la novela de Marechal era mejor. Los personajes son clásicos y está muy bien escrita, aunque abusa de la palabra “ominoso”. Sin duda, es una de las novelas más importantes de la literatura argentina del siglo XX, por su ambición poética y por lo que expresa de la condición humana, pese a que es muy religiosa. Hay un momento impresionante, que recuerdo como si lo hubiera leído hoy, que se refiere a los ángeles y demonios que pelean por el alma del filósofo Samuel Tesler».

Cima narrativa
También Jitrik opina que Adán Buenosayres es una de las novelas más importantes de la literatura argentina del siglo pasado, en cuanto corresponde al gran auge de la narrativa que se dio en los años 30, si bien se publicó en 1948, que integra formas vanguardistas y cultura local. Jitrik relativiza la falta de reconocimiento de la gran novela de Marechal. Señala la nota laudatoria de Cortázar y sus propios artículos favorables durante la década del 50. A su criterio, la discreta participación de Marechal como funcionario en el peronismo no les gustó a sus antiguos amigos vanguardistas de la revista Martín Fierro, grupo del que había sido gran animador, aunque ya se habían alejado de él mucho antes por su decidido catolicismo. Según el reconocido crítico literario, lo más interesante de Adán Buenosayres es la bella y lograda recuperación que realiza de la experiencia del grupo martinfierrista, y no sus contenidos metafísicos.
Feinmann, del mismo modo, no ve en Marechal un escritor doctrinario, pero subraya su fuerte peronismo. Para él, Adán Buenosayres fue rescatada por el llamado boom latinoamericano y también por la juventud del movimiento, que lo convirtió en un gran escritor peronista. Aparte de eso, considera que la novela supera a Rayuela o a Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sabato. Sin embargo, Jitrik destaca la poesía de Marechal. «Es una poesía muy fina y muy profunda, típicamente lírica y evocativa, sobre todo en los primeros libros», dice. «Lo que sigue no me resulta interesante. Tampoco las dos novelas posteriores a Adán Buenosayres ni el teatro, que quiere recuperar forzadamente tradiciones clásicas, como Antígona Vélez. Pero a mí me cuesta criticar a Marechal, porque fuimos amigos en sus últimos años. Era una persona muy agradable, muy cálida. La verdad es que tengo un recuerdo muy grato de él».

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