Cultura

Historias a demanda

Tiempo de lectura: ...

Con las series y las películas como anzuelos, los servicios de streaming compiten por la audiencia con la televisión tradicional. El desembarco de los principales exponentes de la industria a escala global y la aparición de varios emprendimientos locales.


Ficciones protagonistas. Las series House of Cards y Stranger Things (Netflix); Game of Thrones y Westworld (HBO Go); Crisis in Six Scenes y Transparent (Amazon Prime Video).

Es una historia que se ha repetido en numerosas ocasiones. Primero ocurre una pequeña (o no tanto) revolución tecnológica. Luego se adoptan socialmente nuevos hábitos de consumo, que son capitalizados en un principio por emprendimientos informales, por no decir no regulados o, sencillamente, piratas. Y eventualmente, cuando ya se hizo evidente que el cambio no tiene vuelta atrás, la industria lo asimila, se adapta, se acopla y, en el mejor de los casos, lo optimiza.
La difusión de las plataformas de streaming es un ejemplo reciente: después de años de nuevas formas de ver películas y series –en línea, o descargadas de copias subidas a Internet a menudo ilegalmente, consumidas en maratones de temporadas completas, sin depender de la voluntad de los programadores de las señales de televisión– en 2011 desembarcó Netflix en Argentina. Poco después se sumaron alternativas como Qubit.TV, Odeón (convertido ahora en Cine.Ar Play), HBO Go, TNT Go, Fox Play y, recientemente Amazon Prime Video.
Claramente, se trata de un mercado en expansión. Y aunque hoy sigue habiendo un vacío difícil de llenar (en estos servicios no están disponibles todos los clásicos ni las películas más difíciles o marginales), al menos la demanda masiva de cierto tipo de producto audiovisual empezó a quedar satisfecha, por medios legales, con cierta garantía de calidad técnica (alta definición, opciones de subtítulos y doblajes) y a precios en general accesibles. Protegiendo a los usuarios, además, de virus, archivos falsos o cámaras borrosas. Y sin ocupar espacio físico.
Cuando Netflix llegó al país, la industria, que aducía estar golpeada por la piratería –los videoclubes ya habían cerrado y varios sellos editores de video y DVD estaban cayendo– pareció encontrar finalmente una ventana para adaptarse a esta nueva fase de la revolución tecnológica. Pero además de restarles espacio a las propuestas informales como The Pirate Bay y la local Cuevana, traía algunas producciones originales que aspiraban a competir con los programas más populares del cable tradicional.
En el caso específico de Netflix, la muy publicitada House of Cards, con Kevin Spacey y Robin Wright, luego Orange is the New Black, aparte de varias series protagonizadas por los superhéroes de Marvel (Daredevil, Luke Cage), nuevos capítulos de series de culto (Arrested Development), muchos documentales, una variada programación infantil –con producciones provenientes tanto de Disney Channel como Cartoon Network– y una capacidad de generar nuevos fenómenos de audiencia, como Stranger Things.
El proyecto, anunció meses atrás el jefe de contenidos de la empresa, Ted Sarandos, es profundizar este camino de producciones originales: a lo largo de 2017 planean alcanzar los 60 programas propios y eventualmente cubrir un 50% de su programación de este modo. Lo más interesante es que parte del plan apunta a diversificar estas producciones originales trabajando en contenidos generados localmente (pero con un ojo siempre puesto en su público global) en México, Brasil, Argentina, distintos territorios europeos y Japón.

Hecho en Argentina
Apenas unos meses después de la llegada de Netflix, debutaba Qubit.tv, una empresa nacional con una pata en buena parte de Latinoamérica, que se distingue por ofrecer –sin descuidar al cine mainstream– una curaduría afín al espíritu de los grandes festivales independientes de la región (el Bafici a la cabeza, pero también FIC Valdivia y Cartagena). Es decir, con un porcentaje importante de films asiáticos, europeos y latinoamericanos, en cuya selección colabora el actual director del festival porteño, Javier Porta Fouz.
Qubit tiene cine de grandes autores, documentales, clásicos (Mario Bava, Hitchcock, Godard), grandes firmas como Michael Mann, pero también el indie portugués Miguel Gomes y el alemán Petzold. «La curación se relaciona con poder ofrecer un menú reconocible, relevante, con el desafío y la posibilidad de ampliar el horizonte de los espectadores», dice Porta Fouz. «Es fundamental, en el armado de un catálogo de video on demand, que la selección de contenidos tome en cuenta las preferencias de los espectadores, pero también los invite a descubrir nuevos géneros, nuevos directores que los sorprendan».
Un poco en el estilo de Qubit, pero exclusivamente concentrado en cierta idea de cine de autor, se ubica Mubi.com que, nacida de una sociedad integrada por la sofisticada editora de DVD The Criterion Collection, el agente de ventas internacional Celluloid Dreams y la compañía del argentino Eduardo Costantini (h), Costa Films, ofrece un gran catálogo que incluye obras de Hou Hsiao-Hsien, Agnès Varda, Gregg Araki, Kiyoshi Kurosawa y Sokurov, retrospectivas de nuevo cine español y de directores solo conocidos por asistentes de festivales. A esta se suma la experiencia del escritor y cineasta chileno Alberto Fuguet en www.cinepata.com, que se propone como un archivo de cine online, con películas latinoamericanas y artículos especializados.
Desarrollada por el INCAA y Arsat, la plataforma Odeón –que fue presentada por la expresidenta Cristina Fernandez de Kirchner como el Netflix argentino, y relanzada en la última edición del Festival de Cine de Mar del Plata– se posiciona de a poco como una muy buena alternativa para ver producciones locales: series, largometrajes y cortos. Hoy rebautizado Cine.Ar Play (en consonancia con todo el sistema de medios digitales y salas del INCAA), de consolidarse, este servicio ayudaría a subsanar una de las mayores falencias que padecen actualmente las producciones surgidas de créditos del Instituto: su difusión.
La idea original está relacionada con un proyecto fallido de los tiempos en los que Juan José Campanella presidía la academia del cine. «Empezamos a trabajar en la implementación de un sistema que no apuntaba ya a la persecución individual de los usuarios de Internet que suben o descargan películas, sino que por el contrario intentaba adaptarse a lo que ya probó ser un cambio estructural inevitable, con el objetivo de ofrecer una alternativa legal y económicamente sustentable a la piratería», explicaba entonces el director. «Obviamente, la de Internet es una revolución como la de la imprenta», completaba.
Si bien aquel proyecto no terminó de tomar forma, la plataforma del INCAA finalmente cumple con la función de acercar al público la posibilidad de ver films muy conocidos y exitosos, pero también otros contenidos de menor visibilidad, así como estrenos que se realizan en simultáneo con el Gaumont, por unos 30 pesos de alquiler on demand. Todo disponible para todo tipo de soportes, de modo de que, como ha declarado el presidente del INCAA, Ralph Haiek, «nuestro cine pueda seguir a las audiencias al lugar del país en el que estén».

Nuevas pantallas
Mientras el cable –el negocio que más amenazado se vio por la consolidación de este sistema nuevo– comenzó a ofrecer sus alternativas on demand a través de «versiones» online de sus canales (incluyendo Cablevisión Flow, la propuesta del cableoperador), en diciembre del año pasado llegó finalmente a Argentina el principal competidor de Netflix en el mundo, Amazon Prime Video, la pata de video de una compañía que nació de la cultura digital. En el caso de HBO Go, la novedad es que ahora puede contratarse su servicio de streaming independientemente del paquete completo de canales de HBO para cable.
Mientras que esta competencia todavía resulta incierta en el incipiente mercado local, en otros países donde está más afianzada sus respectivos directores la ven como un síntoma saludable: la expresión cabal de que este es el futuro, la «nueva televisión». Para el vicepresidente de Innovación de Producto de Netflix, Carlos Gómez Uribe, la aparición de Amazon Prime y HBO Go fue positiva para su empresa, porque «ayuda a que los espectadores entiendan cómo funciona este sistema». Jeff Bezos, CEO y fundador de Amazon, entiende que estas opciones no se excluyen una a la otra, sino que un espectador puede contratar varias al mismo tiempo.
En sus comunicaciones institucionales, Netflix reafirma su confianza en que la «televisión lineal» seguirá perdiendo espacio y valor durante los próximos años, y en que a medida que esto ocurra «el espectro del cable, fibra óptica y aire que utiliza podrá ser reformulado para expandir la transmisión de datos por Internet. Mientras, la televisión satelital quedará limitada a ámbitos rurales y en unas pocas décadas, la televisión lineal será como el teléfono fijo: una reliquia». Un discurso prepotente, claro, pero su arrogancia se sustenta en la comprobación de que esta nueva forma de consumo audiovisual ha transformado la manera de pensar y producir la programación a gran escala. Y que, como decíamos al principio, ya no hay vuelta atrás.

 

Estás leyendo:

Cultura

Historias a demanda