5 de agosto de 2022
El fallecimiento del exdecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y coordinador de área del CCC deja un gran vacío en el ámbito intelectual argentino.
Filósofo y docente. El exdirector del Instituto Gino Germani fue también escritor y un destacado investigador en cuestiones vinculadas con la epistemología.
Foto: JORGE ALOY
El pasado sábado 30 de julio falleció en Buenos Aires Federico Schuster. Una pérdida desoladora, como lo manifestaron numerosos mensajes que circularon por los medios de prensa y las redes sociales a poco de conocerse la triste e inesperada noticia. Nacido el 21 de febrero de 1961, Federico era hijo del renombrado filósofo Félix Schuster y se había graduado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires en 1985. Poco después, emprendió viaje a Inglaterra para realizar sus estudios doctorales en la Universidad de Essex. Regresado a nuestro país se incorporó activamente en diversas actividades de enseñanza, investigación y gestión en el seno de la UBA. Llegó a ser director del Instituto Gino Germani y, posteriormente, decano de la Facultad de Ciencias Sociales, cargo que desempeñó durante dos períodos entre 2002 y 2010, luego de lo cual se incorporó al Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini como coordinador del Área de Epistemologías e Historia Crítica de las Ciencias, al tiempo que comenzó a desarrollar una intensa actividad en el marco de numerosos programas de trabajo de CLACSO, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.
La labor docente de Schuster fue incansable y de una fecundidad extraordinaria: muchas de las figuras más importantes de las ciencias sociales en la Argentina de hoy fueron o bien sus alumnos o sus ayudantes de investigación o sus doctorandos. Su bonhomía, su generosidad, su entrega para con sus alumnos y tutorandos, y su enorme capacidad de trabajo le permitieron ejercer una influencia decisiva en la formación de sucesivas camadas de estudiantes y jóvenes investigadores, a pesar de la enorme carga que le imponían sus responsabilidades administrativas en el Instituto Gino Germani y en el decanato de la Facultad de Ciencias Sociales. A lo anterior Schuster agregaba una virtud poco común: supo combinar una reflexión epistemológica y filosófica del más alto nivel de abstracción con una singular sensibilidad para captar los rasgos más profundos, menudos y raramente visibles que caracterizaban la situación de las clases y capas populares así como de los movimientos sociales y sus luchas. Prueba de ello son sus escritos dedicados al tema de las nuevas formas de protesta social, de los cuales el más relevante es Tomar la palabra. La protesta social en la Argentina, aparecido en 2005 y el principal de esta línea de investigación. Son muchos los autores que han trabajado esta temática; pero el autor de estas líneas conoce a poquísimos que, en Latinoamérica toda, hayan podido combinar una preocupación de este tipo con una reflexión sistemática en torno a los problemas epistemológicos y metodológicos de las ciencias sociales, tal como quedó plasmado en su libro Filosofía y método de las Ciencias Sociales, publicado en 2002.
La incorporación de Schuster al CCC enriqueció de modo notable las discusiones y la formación de las y los jóvenes investigadores y becarios de nuestra institución. También favoreció el florecimiento de diversos proyectos de investigación que poco después terminarían acrecentando el listado de las publicaciones del Centro Cultural. La calidad del trabajo de Schuster y la pasión que ponía en su labor hizo que incluso estudiantes ajenos al CCC asistieran a sus seminarios de investigación, conscientes de que se verían grandemente beneficiados en su formación intelectual, más allá de la adquisición de herramientas muy valiosas para el ejercicio de su labor profesional. Hace apenas algo más de dos semanas que Federico había concluido el dictado de uno de sus seminarios en nuestra institución.
Pero Schuster no era tan solo un brillante sociólogo, epistemólogo y politólogo. Era un intelectual que a lo largo de tres décadas defendió con denuedo y coherencia la universidad pública. Y planteaba, a cada paso, la íntima asociación existente entre esta y el proyecto emancipatorio que la Argentina necesita construir y llevar a cabo sin más dilaciones. En línea con esta convicción fue un incansable animador en la construcción de distintos espacios de discusión política sobre la realidad nacional y latinoamericana, la «misión de la universidad pública» y la crucial importancia de librar la batalla cultural que para el Centro Cultural de la Cooperación es la primordial, como lo recuerda la placa que se encuentra en la entrada de nuestro edificio reproduciendo las palabras de Floreal Gorini. Se dirá que hablar de una «pérdida irreparable» es un lugar común que suple la ausencia de palabras adecuadas para reflejar el dolor que produce la partida de Federico. Puede ser cierto, pero en este caso, desgraciadamente, esa expresión es la más adecuada.