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Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares escribieron el guion de la película dirigida por Hugo Santiago Muchnik, que pasó por las salas porteñas sin pena ni gloria, pero que hoy es reconocida por críticos locales y extranjeros como un clásico de culto.


Cruce de géneros. Borges y Santiago, el guionista y el director de un film notable.

Con guion de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, Invasión llegó a los cines el 16 de octubre de 1969. Dirigida por Hugo Santiago Muchnik, cinéfilos y críticos especializados de Argentina y europeos la han definido como una obra vanguardista de culto. En nuestro país, el estreno de la película fue un fracaso comercial que muy pocos entendieron. Estuvo en cartel unas pocas semanas, en el extinto cine Hindú, de la calle Lavalle. Pero con el paso del tiempo se han hecho distintas interpretaciones, que la han revalorizado.
Su trama va desde una historia policial hacia el género fantástico. Quienes se guíen por el título podrían pensar en extraterrestres o en extrañas criaturas. En definitiva, no son más que un grupo de hombres comandados por un anciano que intentan detener una invasión a la ciudad de Aquilea, que no es otra que Buenos Aires en 1957. Los invasores remiten a compadritos de gabardina, esos que a Borges tanto lo fascinaban.
«Cuando se estrenó Invasión los críticos dijeron que eran unos negros en los túneles y que no se veía nada. ¡Y no se animaban a decir mucho porque estaban Borges y Bioy! Decían simplemente que era “una cosa fantástica” porque estaban ellos dos, pero no entendían nada. No vieron las connotaciones políticas, que fueron vistas recién bastante tiempo después, y que no fueron buscadas especialmente», dijo Hugo Santiago sobre su película, en una conferencia de prensa en el BAFICI 2015.
Un film que lleva la impronta de Borges y Bioy Casares exige que quienes se dispongan a verlo estén atentos a todos los detalles. Esta yunta de amigos que le dieron vida a H. Bustos Domecq en veladas nocturnas, no podían escribir si no era con metáforas y giros inesperados. Invasión no fue la excepción.
Doctor en Letras, investigador del Conicet especializado en teoría y estética del cine argentino y latinoamericano, David Oubiña es uno de los estudiosos de esta película. Y ese interés lo ha llevado a publicar libros como El cine de Hugo Santiago (2002) y Borges/ Bioy Casares/ Santiago: Invasión (2008).
«Invasión es un clásico moderno: su inagotable capacidad para mutar y acomodarse a diversos momentos políticos parece hablar de nosotros, siempre un paso adelante, como si ya estuviera pensando eso que todavía no hemos podido conceptualizar», dice Oubiña a Acción. «Es contemporáneo de La hora de los hornos, que es un film político que opta por un mensaje muy directo y un llamado a la lucha. En este sentido, Invasión es lo contrario del film de Pino Solanas. Quizás, sin quererlo, Invasión profetizó la violencia política de los años 70».
Por su parte, hay quienes ven en la película de Santiago evocaciones a El Eternauta, a pesar de que su director siempre lo negó. «El cómic de Oesterheld-Solano López es nítidamente una historia de ciencia ficción, mientras que Hugo Santiago, Borges y Bioy estaban más interesados en poner en escena un relato cinematográfico que se inscriba en la tradición rioplatense del relato fantástico», afirma Oubiña.

Un argentino en París
Estanislao Buisel e Ignacio Masllorens dirigieron el documental El teorema de Santiago, centrado en la realización de El cielo del Centauro (2015), la última película del director argentino que vivió la mayor parte de su vida en París, ciudad en la que aprendió el oficio de cineasta junto a Robert Bresson. «Siempre fue y será mi maestro», solía decir.
«Al igual que Borges, Santiago tenía un estilo muy peculiar y reconocible. Y también fue un apasionado cinéfilo. En el caso de nuestro documental siempre fue muy acertado en sus comentarios y nos dio libertad para hacer lo que quisiéramos», cuenta Masllorens.
«Con él podías hablar de una película de los Straub o de la última de los X-Men. Era muy curioso y siempre estaba dispuesto a conocer a los cineastas jóvenes», dice Buisel, definiendo a ese faro que ilumina a una generación de directores, especialmente con Invasión, que ahora cumple medio siglo pero no tiene fecha de vencimiento.

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