Mientras los principales diarios y revistas apuestan cada vez más fuerte a Internet, el periodismo gráfico independiente también va en busca de sus lectores vía celulares, tablets y computadoras. Información y análisis por fuera del discurso hegemónico.
13 de diciembre de 2017
Sin papel. Panamá, Socompa y Anfibia publican textos de calidad, que van a fondo.
Una oleada de vértigo provoca observar el devenir de aquel invento del siglo XV del orfebre alemán Johannes Gutenberg. La imprenta propagó los conocimientos gestados a lo largo de la historia: fue una revolución de consecuencias infinitas. Hoy asistimos a otra revolución, también encabezada por la tecnología y referida a la comunicación, y con efectos que, a la vista, no resultan menos drásticos. En ambos casos se pone en el centro de la escena el soporte material usado para la transmisión de información y datos. El papel y el espacio virtual son los extremos en cuestión.
Marca de época: nuestra vida cotidiana, en sus más amplios aspectos, está signada por el uso de aparatos digitales: teléfonos «inteligentes», tablets, computadoras. Como una tendencia a tono, la producción de información también apela a los recursos de la era digital. No poco ha influido el costo del papel para que los diarios del mundo –desde de The Guardian o The New York Times hasta todos los de nuestro país– editen versiones web, y algunos medios, como Newsweek, dejaron de imprimirse y solo se leen en la red. En Argentina, otros como Perfil o Tiempo Argentino actualizan online a diario, pero apenas van a imprenta los fines de semana. Y hay revistas cuyas ediciones son exclusivamente digitales.
«Buscamos que los ensayos, crónicas y manifiestos que publicamos permitan complejizar la lectura de lo que pasa; la idea es tratar de iluminar zonas de la realidad, aprovechando que los consumos culturales se dan de manera masiva a través de celulares y computadoras», dice Silvina Heguy, secretaria de redacción de una de las más conocidas, Anfibia, creada en 2012 por la Universidad Nacional de San Martín. Uno de sus postulados es favorecer el cruce entre academia y periodismo para interpelar los hechos, sin que eso implique descuidar la calidad literaria de sus textos.
Acceso libre
La constante en estas publicaciones es una apuesta a, por un lado, la excelencia en el nivel de escritura e información, y por otro, no solo ocuparse de temas coyunturales, sino también ir más allá para enfocarse en procesos sociales, económicos, culturales. O sea, se proponen rigor periodístico más un plus de reflexión y análisis para incentivar el pensamiento crítico.
Otro ejemplo de esta corriente es Panamá. Uno de sus fundadores y editores, Martín Rodríguez, señala: «Intentamos recuperar una tradición argentina, el ensayo político; nos interesa un debate exhaustivo y profundo que pueda darle al presente algo histórico. Podemos contribuir al debate tan necesario hoy dentro del campo al que pertenecemos, el peronista y el de las fuerzas sociales de izquierda. El objetivo central es mejorar la discusión política y sentimos que lo logramos cuando circulan y se discuten nuestras notas en contextos concretos, por ejemplo en las provincias, universidades, agrupaciones territoriales».
Estos portales suelen ser de acceso libre, es decir, no se requieren suscripciones o claves. Y también se sostienen con recursos propios. Si bien no llevan un registro minucioso de sus lectores, a través de los tuits o por el caudal de comentarios de las notas se observa que la cantidad de lectores no deja de aumentar.
«Estos sitios surgen porque que hay una orfandad de miradas alternativas al discurso hegemónico», señala Eduardo Blaustein, uno de los inspiradores de Socompa. La revista nació a fines de 2016 y está integrada por periodistas y fotógrafos profesionales y estudiosos de las ciencias sociales. Uno de sus postulados constitutivos es preservar una mirada independiente, libre de condicionamientos.
«El desafío es crecer en escala y en diversidad de miradas, sin caer en sectarismos, para ampliar el público al que podemos llegar», dice Blaustein. Y completa: «Tratamos de hacernos preguntas, sincerar nuestros sinsentidos, ser plurales, tener nuestra cabeza abierta y, por supuesto, apoyar valores esenciales como los derechos humanos y la inclusión social».