Cultura

El boom español

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Antes de la pandemia, las producciones audiovisuales del país ibérico ya figuraban entre las favoritas del público en plataformas como Netflix. La nueva camada de directores que evita las fórmulas y cosecha premios en los principales festivales.


De exportación. La casa de papel y La trinchera infinita, dos ejemplos del fenómeno.

En los últimos tiempos, las series y películas españolas cosecharon premios y éxito de público acá, allá y en todas partes. Dos nominaciones al Oscar, un Bafta, siete Annie, además de premios en los festivales de Cannes, Venecia, Karlovy Vary, San Sebastián y Mar del Plata. Las producciones del país ibérico están viviendo un momento dorado. Y aunque antes de la declaración de la pandemia la afluencia de público en las salas españolas había caído casi un 10% con respecto al año anterior, el streaming ya las había llevado a lo más alto del podio.
La industria cinematográfica de España produjo en 2019 un total de 255 largometrajes, de los cuales 118 fueron ficciones, 132 documentales y 5 animaciones. Según cifras provistas por Netflix, más de 30 millones de hogares en todo el planeta vieron durante su primer mes Klaus, la animación de Sergio Pablos. Y es solo un ejemplo. No hay duda de que las formas de consumo han cambiado y que la crisis global desatada por el COVID-19 disparó los números de todas las plataformas. En términos audiovisuales, el éxito hoy se mide a partir de diferentes variables.
Desde la declaración de emergencia sanitaria en marzo pasado, más de 300 rodajes ya previstos se vieron suspendidos, postergados o cancelados en la nación europea. Y varias películas eligieron las plataformas para su estreno. Asamblea resultó ser la primera. El trabajo del debutante Álex Montoya, una reflexión sobre lo difícil que es tomar decisiones de forma comunitaria, puede verse en Filmin con un éxito impensado. Contrariamente, HBO decidió postergar el estreno de Patria, la esperada serie basada en el libro homónimo de Fernando Aramburu que hace foco en ETA.
Como reflejo de lo anterior, los contenidos españoles de Netflix y Movistar+ no dejan de encabezar las listas de preferencias del público en Argentina. Films como El Hoyo, Hogar, La trinchera infinita, El silencio del pantano y El legado de los huesos se ubicaron entre lo más más visto, junto con series como La casa de papel, Toy Boy, Elite, Vivir sin permiso, Merlí: Sapere aude, La línea invisible o La unidad.

Sin fronteras
Jon Apaolaza, periodista madrileño y director de la web Noticine, dice que algún día habrá que agradecerle a las plataformas digitales y a los canales temáticos por haber desmontado teorías tan acendradas en la industria cultural como que el idioma español representa una barrera. «Vivimos la caída de las fronteras, manifiesta en diálogo con Acción. Sin embargo, con respecto al cine, advierte que los últimos éxitos son puramente casuales y no obedecen a una pujanza especial. «En mi opinión, en este momento existe mayor interés internacional, sobre todo en los festivales, por el cine latinoamericano que por el español», agrega.
Para Nacho Ruipérez (director de El desentierro, que cuenta con la actuación de Leonardo Sbaraglia) plantea que, cuando en el cine español una película genera un gran éxito, en los siguientes años aparecen muchas otras con la misma fórmula. «Imagino que es lo mismo que sucede en otras industrias como la argentina, la francesa o la estadounidense», dice. A pesar de lo anterior, Ruipérez remarca la aparición de nuevos cineastas que arriesgan con su propuesta: Lucía Alemany, Dani de la Torre, Arantxa Echevarria, Jon Garaño y Aitor Arregi. «Todos ellos están aportando una savia enérgica que le viene muy bien al cine español», afirma.


Narco. El protagonista de Vivir sin permiso.

Dentro de la «nueva ola» a la que hace referencia Ruipérez, hay nombres que en el último tiempo se convirtieron en figuras recurrentes de los festivales de cine de autor. Oliver Laxe, Albert Serra, Jonás Trueba, Rodrigo Soragoyen o Eduardo Casanova (que estrenó Pieles en la Berlinale y más tarde fue adquirida por Netflix) son referentes de una renovación que evita repetir fórmulas y cosecha premios en Cannes, Venecia o Karlovy Vary. «La distribución de Pieles fue un regalo que me ha abierto muchas puertas fuera de mi país. Me encanta el formato clásico del cine, la pantalla grande, pero lo que ha hecho Netflix ha sido algo increíble con los nuevos autores», comenta Casanova.
Los festivales son una plataforma de despegue fundamental, pero las películas también necesitan de otras ventanas de exhibición para llegar al gran público. Para el asturiano Fran Gayo, programador de ESPanoramas, la muestra de cine español que se realiza desde hace seis años en Buenos Aires, había una camada de cineastas que tenían suerte en el circuito festivalero pero que no podían llegar a las salas comerciales. «Era un cine que sobrevivía a base de prestigio. Por suerte ahora hay una especie de evolución a la vez que ese prestigio se sigue manteniendo», comenta.
Una de las posibles explicaciones del fenómeno es que los directores que venían haciendo un cine más de «guerrilla», de repente se embarcaron en producciones que también funcionan más allá de los festivales. «Las últimas películas de Oliver Laxe o Jonás Trueba tuvieron una gran aceptación de público, además de buenas críticas. Siento que hay una nueva situación. Una especie de campo intermedio que es hacia dónde debería ir todo esto, sin que desaparezca el cine de autor más clásico».

Un mundo aparte
En cuanto a las series de ficción, en 2019 se emitieron en España por diferentes plataformas un total de 43 producciones locales, según cifras del sitio Fueradeseries. Una de las más aclamadas más allá de la frontera fue La casa de papel. La ficción sobre el robo a la Casa de la Moneda y Timbre consiguió dar la vuelta al mundo y resultó la primera de procedencia española en hacerse con un Emmy Internacional en la categoría de Mejor Drama. Además, se convirtió en la serie de habla no inglesa más vista a nivel global.
Para el periodista Apaolaza el éxito internacional de La casa de papel, Vivir sin permiso, Merlí, Velvet, Vis a Vis, La peste, Paquita Salas y Arde Madrid, entre otras, se debe a que se asumieron mayores riesgos en las historias y en la calidad de producción. «Durante mucho tiempo, antes de la llegada de las plataformas y los canales Premium, se hacían series de corte exclusivamente familiar, que buscaban interesar desde a adolescentes hasta jubilados. Ahora incluso los canales que producían esas series se meten con temáticas más acotadas y atrevidas. Ojalá esta época de oro en la ficción televisiva siga», agrega.
Las chicas del cable es otro ejemplo de repercusión internacional. Argentina, Chile, Perú, Colombia, Estados Unidos y toda Europa se rindieron a los pies de la antigua Compañía Telefónica Nacional de España. Mientras que Elite se volvió el último fenómeno global, al ubicarse en el puesto número 4 como la serie más popular en IMDB, la principal base de datos de cine y televisión de internet. A los pocos días de su estreno se convirtió en la ficción más «maratoneada», porque sus seguidores no podían ver únicamente un capítulo.
Escrita, dirigida y protagonizada por Leticia Dolera, Déjate llevar arrasó en el palmarés de la segunda edición de Canneseries. «Supongo que la serie conecta con gente de distintas partes del mundo porque trata temas universales. Habla del éxito contra el fracaso, de la presión social por gustar, por tener “likes”, del sentimiento de culpa que arrastran muchas madres trabajadoras», explica Dolera.
Queda claro entonces que las historias audiovisuales que se facturan en el país ibérico trascienden las preferencias de clase, las barreras idiomáticas, las distancias geográficas. Pero el boom que protagonizan a escala global no deja de arrojar resultados sorprendentes. Tal es el caso de El Ministerio del Tiempo, de enorme repercusión en el extranjero. Entre otros países, la aplaudida serie ya es todo un fenómeno de masas en China, donde además de ser reconocida con un Gold Panda Award también es utilizada para aprender castellano.

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