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De tal palo

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Padre e hijo compartieron la grabación del disco debut del segundo, en el que el joven despliega su precoz talento para seguir el pulso del rock, el pop y el funk, pero también la zamba y la chacarera. Historia de una familia signada por la guitarra.


Cuerdas vitales. Luis es el productor, compositor y bajista de la banda de Juan. (Gisela Volá/Subcoop)

La leyenda familiar dice que Juan Salinas tenía 4 años cuando su padre Luis iba en el auto, por la ruta, escuchando un casete de Paco de Lucía y Camarón de la Isla. Desde el asiento trasero, el niño comentó: «La música es un corazón que sale de lo oscuro». El caso de Juan es una evidencia del poder de la genética. No solo es un gran guitarrista. Al igual que su padre, es un derroche multigénero de buen gusto. Pasa del funk, el pop y el rock pesado a la zamba y la chacarera. Y en cada tema se presiente su amplio cielo de influencias: Jimi Hendrix, Jeff Beck, B. B. King, Paco de Lucía, Atahualpa Yupanqui y… Luis Salinas.
«Nunca estudié, aprendí mirándolo, viviendo con él, siendo su hijo», dice. Acaba de sacar un formidable disco doble titulado Y la historia continúa. Luis es el productor, el autor de casi todos los temas y el bajista de una banda que completan Javier Lozano en teclados y el uruguayo Martín Ibarburu en batería. Todos juntos son una máquina de groove y buen gusto. La guitarra de Juan sorprende por una madurez que no corresponde a sus 19 años y una economía que, por momentos, hace recordar a Beck. Es más: toca dos temas del guitarrista inglés, «People Get Ready» y «Cause We’ve Ended As Lovers», en la misma línea del cover del mayor hit de Stevie Wonder, «Ins’t She Lovely», con la voz de su hermana Rita, de 8 años.
Uno de los temas más estremecedores es «Zamba en mi», de su padre, con la percusión de Alejandro Tula y un final con un solo de guitarra eléctrica descollante. Ese espíritu –folclore cruzado por el sonido árido de la eléctrica– se continúa en la chacarera «La misteriosa». «Yo soy una consecuencia de lo que escuché toda mi vida. Y creo que Juan también. Por eso tenemos tanta mezcla de estilos. Lo importante es la emoción, que sientas la música, que salga de acá», dice Luis, y se señala el corazón. El Salinas mayor se luce en el bajo y en la composicion. Su hijo toma con naturalidad ese juego de roles. «“El tren” lo hicimos juntos, mi viejo y yo; “No está” es mía. Pero bueno, no me vuelvo loco por componer. Disfruto tocar las canciones que me gustan, las que me salen naturalmente. La composición es un misterio que a veces se da y otras no. Yo lo único que hago es tratar de darle mi impronta y mi estilo a lo que toco, sean temas míos o no».

Seguridad rítmica
La primera grabación de Juan no fue Y la historia continúa, sino un disco homenaje a Paco de Lucía. Una constelación de estrellas en la que él coló su guitarra todavía adolescente. «Fue muy fuerte. El disco ganó un Grammy latino. Estaban Chick Corea, Chucho Valdez, Alejandro Sanz. Desafío total. Estaba atenazado por los nervios, pero fue un gran aprendizaje», dice. Parte del swing que exhibe en Y la historia continúa, comenta, debe provenir de su pasado como percusionista. «Primero fue eso, la percusión. Tocaba el cajón peruano, la batería, un poco de congas y bongó. Eso me sirvió para tener más seguridad rítmica con la viola».
–¿Qué tiene de positivo y qué de negativo tocar junto con tu papá?
–Está bueno. Él es un gran maestro para mí… Nada de negativo.
Se acerca Luis, sonríe y dice: «Para mí es un sueño. ¿Puede haber algo más hermoso que tocar con tu hijo? ¿O escuchar a Rita cantando a Stevie Wonder?».
–¿Te reconocés en él, Luis?
–Son otros tiempos, otras circunstancias. Yo empecé tocando en cada lugar… Y después, por ejemplo, me instalé en el sótano de Oliverio, en la calle Paraná, y me quedaba toda la noche tocando. Pero toda la noche, eh. Lo de Juan es diferente. ¡El ya compartió disco con Chick Corea!
Además de titular el disco, «Y la historia continúa» es un tema. Un temazo. Con la guitarra distorsionada de Juan haciendo comentarios, los sutiles solos de Lozano, y una letra que apareció luego de que Luis sorteó un severo problema de salud. Seguía vivo, la historia continuaba. Ahora que pasó el tiempo, esa frase se escucha como un mantra: «Esta historia continúa/nadie la puede parar». Totalmente resignificada, la historia continúa en los dedos de Juan, como un legado o una misión.

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