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Clases a domicilio

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Nacidos al calor de los encuentros entre docente y alumnos, en tiempos de pandemia los espacios dedicados a la escritura o el teatro se reformularon para continuar con la enseñanza de manera virtual. Ventajas y contras de la nueva modalidad.


Otra dinámica. En el Zoom coordinado por Plotkin las devoluciones son más «visuales». (Horacio Paone)

Más puntualidad y asistencia. No hacen falta zapatillas bien atadas para bajar al subte o correr un colectivo. La instancia terciaria de aprendizaje ahora está a tiro de la cocina o el living, en la PC o en el celular. Los talleres culturales se modificaron a partir de la pandemia y se volvieron digitales. Del periodismo a la literatura, del teatro a la historia. Después de seis meses de aislamiento, un repaso de lo que, para algunos, fue la primera experiencia docente a través de internet.
«Al principio fue raro, pero la virtualidad me ayudó a organizar mejor la ronda de textos», explica Pablo Plotkin, exdirector de Rolling Stone, que encabeza un taller de periodismo y narrativa. «Ya nadie tiene que imprimir copias, y seguimos la lectura “en vivo” en el Drive. El proceso de edición y de devoluciones se volvió más visual. De todas formas, ya extrañaré el modo presencial», dice. Victoria De Masi trabaja en Clarín y es fundadora de El Movimiento, un espacio dedicado a la lectura y la escritura. Ahora virtuales, sus clases de periodismo narrativo encuentran ventajas y desventajas. «Hay cursantes de todo el país, algo que siempre quisimos lograr. Por otro lado, siento que me pierdo muchas cosas que se dan en los lugares físicos: gestos, atención o dispersión, conversaciones o debates; hay una “energía” que en el Zoom se pierde», reflexiona.
El escritor Luciano Lamberti dice que la demanda aumentó y que dar clases en pantuflas es buenísimo. No sabe si después de esta experiencia vuelve a las presenciales. Y redobla la apuesta: «Si esto es un plan de los poderes ocultos para mostrarnos los beneficios de quedarnos en casa, triunfaron por completo: es genial». El taller de literatura de Paula Puebla y Mariana Skiadaressis se consolidó y su público se diversificó. «La virtualidad dejó de ser un canal de envío y recepción y pasó a ser directamente el soporte del taller, inserto en las complejidades de la tecnología», señalan.  
El historiador e Investigador Javier Guiamet sospecha de algunas consecuencias de este proceso digital. Dice que para los docentes como él seguramente se desarrollará una carga de trabajo que no será reconocida. «Una flexibilización laboral en pos de un aprendizaje en línea prematuro», advierte. De todos modos, señala, «hay que esperar, los procesos se toman su tiempo. Ni la fotografía desplazó a la pintura, ni las técnicas de reproducción reemplazaron a los recitales en vivo. Eso también sucede con la educación: la virtual no va a reemplazar a la presencial».

Escena doméstica
El arte de la presencia, las miradas, los ruidos y el silencio. Sin dudas el teatro es una de las disciplinas que más sufre el encierro por cuarentena. Sin embargo, la directora, actriz y profesora Mariana De La Mata dice que sus talleres de dramaturgia en línea se han visto fortalecidos por una audiencia en crecimiento y muchas ganas de escribir. «Por supuesto que al escribir teatro siempre vamos a anhelar el encuentro presencial, sobre todo porque los materiales que surgen están proyectados para que sucedan en el encuentro», explica.
Para hacer frente a la crisis sanitaria, los docentes del rubro se organizaron y crearon Profesores Independientes de Teatro (PIT). Una de sus impulsoras, la actriz y directora Lorena Vega, cuenta que el colectivo «nació en CABA, pero ya está en el AMBA y se irradia por todo el país, en cada provincia. Ante la suspensión de nuestra actividad docente, empezamos a juntarnos y nos organizamos en diez comisiones. Atendemos las necesidades de la emergencia y la difusión de nuestro trabajo. Hay compañeros que están en situación límite. Estamos colectivizando los recursos tecnológicos: armamos una “bolsa” de cables y computadoras para dar clases. Hay gente que necesita correr, ir a misa o a la peluquería. Nosotros necesitamos dar clase y entrenar, con protocolos. Lo presencial es irremplazable».

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