Con la historieta como plataforma de lanzamiento, películas como Mujer Maravilla y la inminente Capitana Marvel, junto con series animadas como She-Ra, le dan una vuelta de tuerca actual a un rol que tradicionalmente estuvo en manos de varones.
14 de febrero de 2019
Bellas y fuertes. La Mujer Maravilla y Capitana Marvel pelean por sus derechos en el cine. (Chuck Zlotnick)Heroína no se nace: se hace. A la Mujer Maravilla la creó en 1940 el mismo hombre que inventó el detector de mentiras, inspirado en su esposa y la amante de ambos. William Moulton Marston, psicólogo y abogado de Harvard, creía que la subordinación del ser humano por la fuerza no era efectiva. Que las personas son capaces de someterse a una autoridad por motu proprio, si tiene por principios la verdad y el amor. Por eso, decía, el poder debe ser ejercido por mujeres.
Setenta años le tomó llegar al cine a la heroína más famosa de todos los tiempos. Y en términos comerciales, se puede decir que Patty Jenkins (Monster) creó un hit: la película protagonizada por la israelí Gal Gadot –testeada en el papel en Batman vs. Superman– recaudó 800 millones de dólares en seis meses. A los 47 años, la directora está elaborando la secuela con el presupuesto más alto que le haya dado Hollywood a una mujer.
Para los fans del cómic, sin embargo, la versión cinematográfica traiciona el origen lésbico, político y rupturista del personaje. Dice Maia Debowicz, periodista y dibujante: «La amazona practicaba el bondage con sus compañeras, rechazaba el matrimonio, predicaba el amor libre y enfrentaba villanas y villanos sin necesidad de ayuda masculina. Un manifiesto de placer e independencia que el film esquivó con poca gracia. El pretendido feminismo de la película se diluye cuando es Steve Trevor, héroe blanco, macho y ario quien desvela a Diana y salva el día».
En su momento, Gadot dijo que «por supuesto» su Mujer Maravilla es feminista. Pero no respondía a un planteo sobre lo argumental, lo cual habría sido mucho más interesante de escuchar, sino a opinólogos que piensan que resulta contradictorio ser feminista y tener sex appeal. Por ejemplo, James Cameron (Titanic), al tiempo que promocionaba su Terminator 2, declaró que la película de Jenkins «objetiviza un ícono» y es un paso atrás: «Más del mismo Hollywood machista».
El bullying de vuelta le llegó de civiles, periodistas, Lena Dunham (Girls) y hasta Cher. «No sorprende su incapacidad para entender a la Mujer Maravilla, lo que es decir a todas las mujeres del mundo, porque será un gran realizador pero no es mujer», contestó por su parte la directora, declarada personalidad del año por la revista Time. «Yo como mujer quiero que la Mujer Maravilla esté rebuena, del mismo modo que los tipos quieren que Superman tenga esos pectorales impresionantes».
Vestida para luchar
Contraria pero del mismo orden fue la reacción a la versión actualizada de She-Ra, el dibujo animado estrenado en 1985, que resucitó Netflix en sociedad con Dreamworks. La heroína ahora aparece vestida con calzas en lugar de pollerita y corset: con un traje cómodo para luchar. Al respecto, algunos varones tuitearon que con el busto reducido She-Ra perdió la sensualidad. «Un fenómeno cada vez más común –analiza Maia Debowicz–. Adultos que pintan canas, por lo general hombres, que se quejan de que los personajes pensados para niños del presente no satisfacen sus necesidades de adolescentes tardíos».
En los próximos días, la factoría Marvel vuelve al ruedo con una supermujer que, según dicen, es la más poderosa –contando héroes varones– de su universo de historietas. Con protagónico de Brie Larson (La habitación) y dirección de Anna Boden y Ryan Fleck, Capitana Marvel ya generó todo un furor vía redes sociales. Rastrear los orígenes de los personajes de cómics es un trabajo de hormiga –o de verdaderos nerds–, pero se entiende que la película es una evolución de Ms. Marvel, heroína estrenada durante la ola feminista de los 70. Carol Denvers, el nombre de pila, adquirió sus poderes mientras ejercía como oficial en la NASA, puesto al que llegó por llevarle la contra al padre, que decía que una ama de casa no necesita un título universitario. Finalmente, el hombre murió sin ver a la hija salvar el mundo: la historia de siempre, cada vez mejor contada.