El escritor emergió en el panorama local con En la zona, un libro de cuentos que en su momento pasó un tanto desapercibido. Medio siglo después, su obra ocupa un lugar central en la literatura argentina del siglo XX. La opinión de la crítica.
8 de septiembre de 2020
Joven promesa. Saer en los comienzos de su carrera, junto al poeta Rubén Sevlever.
Cada vez hay mayor consenso: la obra de Juan José Saer es considerada una de las cumbres de la literatura argentina del siglo XX, solo comparable con la de Borges, nada menos. En 1960 publicó su primer libro, En la zona, una recopilación de cuentos que tardaría alrededor de cuatro décadas en reeditarse, cuando ya había logrado el reconocimiento de la crítica y de los lectores. Mientras que novelas magistrales como El limonero real (1974) o Nadie nada nunca (1980) solo comenzaron a valorizarse hacia finales de los años 80. Por entonces Saer era un autor prácticamente desconocido para el público, aunque algunos críticos y escritores ya se habían interesado en sus ficciones. Muchos de ellos sostienen que En la zona contiene los elementos principales de su universo narrativo y su peculiar relación con la herencia borgeana, no menos que las características que explican el devenir posterior de su poética.
Según Enrique Zattara, escritor y periodista argentino radicado en Londres, «ya el título En la zona caracteriza el grueso de la obra de Saer, quien ha elegido una zona de Santa Fe para relatar, aunque en la primera parte del libro no interviene ninguno de sus personajes. En la segunda aparecen algunos. La primera parte es borgeana, pero con referencia a los cuchilleros y matones. Hay también, a mi parecer, cierta influencia de Onetti, en esa zona portuaria de delincuentes y prostitutas. El relato “Palo y hueso”, publicado en 1965, es casi onettiano. El estilo de Saer cambia con El limonero real, que para mí es la novela central, donde se vuelve experimental y la disputa con el realismo se profundiza, con una gran influencia de Robbe-Grillet. Si su literatura fue reconocida tardíamente es a causa del centralismo cultural de Argentina, porque Saer no pasó por Buenos Aires. Recuerdo que leí, a finales de los 70, El limonero real por recomendación de Beatriz Sarlo, quien junto con Piglia hizo mucho para hacerlo conocer».
Andrés Allegroni, escritor y profesor de literatura de la Universidad de Buenos Aires, coincide con Zattara en que la valorización tardía de Saer se debe a su ausencia en el territorio porteño. Entiende que se conjugan una serie de factores a partir de los 80 para que su narrativa tenga cada vez mayor visibilidad. El primero de ellos es la extraordinaria obra que fue construyendo en París. Luego, su irrupción tanto teórica como ficcional en la UBA, durante los primeros años de la democracia. En esto tuvieron mucha influencia Sarlo y María Teresa Gramuglio, las cuales ya venían escribiendo sobre la obra de Saer en la revista Punto de vista. Otra cuestión no menos importante para Allegroni, es la relación de amistad entre Saer y Piglia. Diálogos públicos, notas, presentaciones, eran algunas de las estrategias llevadas a cabo por ambos cada vez que Saer viajaba de París a Buenos Aires, en simultáneo con la aparición de un nuevo libro suyo. Otro elemento que destaca es la publicación en 1986 de Glosa, a su juicio la gran novela de Saer, junto con el premio Nadal obtenido al año siguiente por La ocasión.
Estatura de clásico
Para Claudia Torre, directora de la carrera de Letras de la Universidad de Hurlingham, la idea de que En la zona incluye el universo ficcional posterior de Saer es más un efecto de lectura que una característica en sí de los cuentos. «A esta altura, Saer es un clásico», afirma Torre.«Recordemos que, en los 80, Susana Zanetti publicó en el Centro Editor de América Latina varias obras de Saer. Además, Gramuglio le dedicó el curso entero de Literatura argentina del siglo XX que dictó en 1984 en la UBA. Por lo cual Saer deviene clásico, porque su proyecto literario, centrado en la interrogación por el estatuto de lo real, es abrazado por las operaciones de la crítica literaria y cultural y por las de la edición. Con todo este contexto, el camino está abierto para que cada vez más y más, su obra encuentre nuevos lectores y lectoras».