Actores principales en la configuración actual de la música porteña, el sexteto y el cantor unieron fuerzas y, con el aporte decisivo del letrista Juan Serén, le dieron forma a un trabajo notable que se alimenta de historias suburbanas y marginales.
26 de agosto de 2020
Grabación. Peralta y Laborde trabajan en el estudio durante el registro de Arcadia. (Prensa)Dicen que la modernidad está en los orígenes. Y hasta allí parecen haber ido los integrantes del sexteto Astillero: a embeberse nuevamente en las fuentes del tango. El lenguaje, el pensamiento de Arcadia, su sexto trabajo, tiene esa estirpe. «Es un disco de tango, sin vueltas. Como Troilo: “Dicen que me fui de mi barrio, pero, ¿cuándo? Si siempre estoy llegando”. No le podemos escapar al género, sea lo que sea que encaremos», explica Julián Peralta, pianista, fundador y principal compositor de la agrupación.
Esta vez el grupo aunó fuerza, voluntad y trabajo con el cantor Walter «Chino» Laborde y el letrista Juan Serén. No es la primera vez que unos colaboran con otros. Por ejemplo, Peralta y Laborde hicieron yunta durante los primeros años de la Orquesta Típica Fernández Fierro. Serén y el Quinteto Criollo liderado por Mariano González Calo, uno de los bandoneonistas de Astillero, rubricaron su firma en el gran disco Milonga conurbana. Arcadia se puede escuchar entonces como el producto de una suerte de tótem tanguero de tres cabezas: Astillero, Laborde, Serén.
«Todo se dio de un modo muy natural. Primero entran las melodías. Luego di con las letras y sentí que estaban compuestas para mí, no sé si por el léxico o la profundidad de las vivencias de cada uno de los tangos. Uno solo tiene que adaptarse a esa música dada, respetarla, ceñirse a la línea musical. Y se trabajó mucho para llegar a eso, se buscó la tonalidad al cantar», cuenta Laborde. Y agrega: «Son tangos muy polenta. Pienso en Mataderos, por ejemplo. Esto no tiene rock, es tango. Y tiene ese poder. Misterio y claridad al mismo tiempo. A todos estos personajes nosotros los conocemos, ese ambiente de malandras, pesado».
Mirada oscura
La formación de Astillero se completa con Alex Musatov (violín), Jacqueline Oroc (violonchelo), Diego Maniowicz (bandoneón) y Federico Maiocchi (contrabajo). Y esta es la primera vez que el sexteto encara un trabajo de tango canción. «Chino» Laborde se planta como un intérprete y cantor inesquivable del tango actual: clásico, con algunos yeites conocidos, pero exquisito y personal, a veces rabioso, otras un decidor fino. Serén parece cada vez más afianzado en sus historias suburbanas, llenas de trenes, orillas, changarines, hermosos perdedores y tragedias cotidianas.
En algunas de estas historias sobrevuela el aura de Favio. «Los personajes tienen esa mirada un poco oscura. Tengo la casi certeza de que nadie es tan malo ni nadie es tan bueno. El mundo se trata de eso. Esos personajes muestran cierta miseria», cuenta Serén. González Calo aporta una de las letras: «En mi caso, en la canción “Último recurso” hay personajes que no desentonan con los demás de Serén. Estas historias hablan de personas que son un poco desgraciadas y el tango mismo termina siendo una justificación de esas cagadas que se mandan».
Si el esencial Quilombo fue un cierto desplazamiento hacia más allá de las lindes del género, Arcadia es como un regreso a los orígenes. Vale la mención al trabajo fino de Luciano Lacerna como productor artístico, que aportó ideas sonoras propias. «A la hora de ponernos a hacer un disco siempre pensamos un concepto. Las ganas de hacer algo con el Chino siempre estuvieron, es un cantor que dice con cada sílaba, no es gratis lo que canta», describe González Calo. A su turno, Serén arrima cierta definición: «Arcadia finalmente no es ese paraíso. Las ferias, los casinos, las estaciones ferroviarias, el regateo, la compra-venta, las iglesias. Está todo bien, pero afuera está todo muy mal y es lo que hay». Estas cosas, acaso, sean el tango.