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Directoras al frente

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A pesar de ser un rubro históricamente dominado por los hombres, cada vez son más las películas locales que se filman bajo las órdenes de una realizadora. Las claves de una tendencia que se refleja en los estrenos de la temporada en curso.


Tomas. Farji en pleno rodaje y Malva, la protagonista de Con nombre de flor. (Prensa)

Las perspectivas indican que, a pesar de la pandemia, 2020 será un año en el que las directoras de cine ocuparán un espacio más amplio que en épocas anteriores en la cartelera local. Los estrenos programados por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), que se concretan a través de la plataforma CINE.AR, señalan que son más de 30 producciones confirmadas, entre largometrajes, cortos y series. Aún así, no se alcanza el cupo del 50% que reclaman los colectivos y asociaciones de mujeres cineastas. Si bien la brecha se acorta respecto de temporadas anteriores, el rubro sigue siendo un espacio dominado por los hombres.
A partir de datos estadísticos brindados por el Observatorio de la Industria Audiovisual de Argentina (OAVA), dependiente del INCAA, en el período comprendido entre enero de 2015 y febrero de 2020 se estrenaron 1.127 películas argentinas, de las cuales 214 fueron dirigidas por mujeres, 860 por hombres y 53 tuvieron realización compartida. Esa cifra, que representa apenas un 19,3% del total, supera ampliamente el 3,8% que registraron las directoras entre 1981 y 1991.

Techo de cristal
«El número de directoras mujeres en la industria se ha multiplicado dado el bajo coste de las producciones en el país, en comparación con un blockbuster realizado en los Estados Unidos. Allí son pocas las mujeres que pueden acceder a la dirección y muchísimas menos las que pueden realizar un film con un presupuesto elevado», explica el periodista y crítico de cine Rolando Gallego, autor del libro – junto con Catalina Dlugi– Mujeres, cámara, acción.
A fines del año pasado, el OAVA realizó un informe sobre la situación de la mujer en las artes audiovisuales y detectó que, en las carreras afines al cine, el 55% del alumnado era femenino y el 45% restante masculino. En cuanto a los estudiantes que egresan de estas carreras, se develó que el 61% son mujeres y el 39% hombres, aunque luego, a la hora de salir al mercado laboral, las estadísticas se invierten: el 62% de los puestos de trabajo en largometrajes fueron ocupados por hombres y el 38% por mujeres.
Integrante del colectivo Acción Mujeres del Cine, Carina Sama estrenará el 28 de agosto el documental Con nombre de flor, en el que cuenta la vida de Malva, una travesti que alcanzó los 95 años. La realizadora afirma que «las mujeres debemos repensarnos audiovisualmente y filmar de una manera despatriarcalizada. La marea verde ha sido una forma de enlazarnos e intercambiar ideas, pero ahora hay que animarse a romper el techo de cristal».
En el mismo sentido opina Julia Zárate, que en marzo pasado estrenó la serie Alternativas, con entrevistas a pioneras en distintos oficios, profesiones y actividades. «Sin políticas públicas de género no hay mujeres que dirijan», remarca.  Presidenta de MUA (Mujeres Audiovisuales), Zárate cuenta que «desde la asociación hemos creado una plataforma que funciona como un registro de mujeres trabajadoras del sector audiovisual».
A su turno, Gallego advierte «la persistencia de una idea patriarcal que sigue considerando a la mujer para rubros técnicos menores, para ser asistente o los tradicionales “maquillaje, peluquería y vestuario”. Las mujeres igual se abren paso, a pesar de la poca convicción por asegurar una real igualdad dentro la industria».
Productora, guionista y directora del thriller Trópico, Sabrina Farji considera que también «hay que trabajar en políticas de distribución y exhibición para que el cine argentino llegue a todas las salas, porque si no ves cine de tu país no tenés dónde referenciarte». Secretaria de la asociación La Mujer y el Cine (fundada por María Luisa Bemberg y Lita Stantic, entre otras), Farji sostiene que «es momento de abordar conquistas, porque en la mayoría de los casos a las mujeres se nos exige más formación que a los hombres, pero luego los puestos en los que se toman decisiones importantes los ocupan ellos».

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