Entre otros signos que confirman su actualidad, la novela distópica fue una de las más consultadas en la última Feria del Libro de Buenos Aires. Escritores y académicos analizan las principales cualidades de un clásico de la ciencia ficción.
12 de marzo de 2020
Portadas. Las numerosas ediciones de la novela atraviesan los tiempos y los idiomas.
La Biblioteca Pública de Nueva York, con motivo de su 125 aniversario, informó recientemente que el libro para adultos más prestado a lo largo de su historia era 1984, de George Orwell. Y no solo se trata de un fenómeno neoyorkino. El año pasado, en la 45° edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, el segundo libro más consultado, luego de Harry Potter y la piedra filosofal, de J. K. Rowling, fue 1984. La que muchos consideran la obra maestra de Orwell se publicó en Inglaterra en 1949 a través de la editorial Secker & Warburg, famosa por su posición antifascista y antiestalinista, un año antes de la muerte de su autor. Desde entonces, se ha convertido en la distopía más popular y distintiva del género. Entre muchos otros guiños de artistas, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota alude metafóricamente a la novela de Orwell en su canción «Divina TV Führer», del álbum Oktubre.
Para el escritor y periodista Pedro Lipcovich, «1984 es una novela actual, más incluso que décadas atrás. En este sentido, yo destacaría que en ella el control político es posible por una especie de interactividad a través de las pantallas, donde Winston, el protagonista, mira y es visto. Hoy eso sucede con las pantallas interactivas de las redes, solo que no de modo coercitivo. Otro aspecto se refiere a la técnica de tratamiento de la verdad en ese mundo distópico, cuya expresión más elaborada es el llamado doble pensar. Y actualmente hay una crisis de la verdad, de ahí que se hable de una posverdad. Es decir, una tecnología que permite que lo privado se haga público y otra que manipula la verdad, sucede tanto en 1984 como en nuestra época. La diferencia está, al menos en Occidente, en que el control no proviene del Estado sino de los mismos ciudadanos».
Futuro cercano
El poeta y narrador Wáshington Cucurto sostiene que 1984 se mantiene vigente debido a los sistemas tecnológicos de control que presenta, a los que considera muy similares a las redes informáticas. La distopía de Orwell, en ese sentido, le parece contemporánea, porque la dictadura del Gran Hermano refleja los temores que despiertan internet y tecnologías como big data. Por su parte, Nicolás Hochman, académico y director del Congreso Gombrowicz, cree que la vigencia de la novela se debe a dos cuestiones. «Por un lado, esas ideas de Orwell que pensamos como una especie de predicción o profecía: el ojo que todo lo ve, el hombre al servicio de las nuevas tecnologías, el Ministerio de la Verdad que tiene como objetivo desinformar, la Policía del Pensamiento, la neolengua», señala Hochman. «Por el otro, y es donde me parece que está el asunto que vuelve realmente vigente a 1984: la pasividad de la sociedad, el conformismo, el oportunismo, la adaptación al poder. Eso que podríamos definir como parte de la condición humana, en la novela se vuelve algo grotesco, difícil de asimilar», completa.
El poeta y editor Alejandro Cesario, uno de los integrantes destacados de la última Antología Federal de Poesía de la Provincia de Buenos Aires, piensa que 1984 se refiere fundamentalmente al dolor y la desesperación y que por eso es una obra intemporal. Cesario entiende que «en la distopía de Orwell el poder llega hasta el extremo límite de penetrar el pensamiento y vigilar la totalidad de la vida, hasta el punto que ese universo opresivo nos presenta la duda de si verdaderamente la rebelión es posible o una fantasía irrealizable, ya que lo peor de la condición humana se vuelve aterradora y asfixiante de lo humano mismo. Desde ese punto de vista, nuestra época no es muy distinta: 1984 es una obra siempre actual y siempre futurista».