Con capítulos que no sobrepasan el minuto de duración, los relatos audiovisuales llegan a los usuarios a través IGTV, el canal que permite la transmisión de videos. Los ejemplos van de la española Chicos a la argentina Má, me voy a vivir con los chicos.
28 de febrero de 2020
Todo a pulmón. Má, me voy a vivir con los chicos cuenta con 12.000 seguidores.A punto de cumplir una década, Instagram ya cuenta con más de 1.000 millones de usuarios activos en el mundo. Lo que empezó con una fotografía y un texto sumó con el tiempo las historias, los videos, las transmisiones en vivo y, en 2018, el lanzamiento de IGTV, un canal que permite subir videos de hasta 1 hora de duración. La expansión de la red social que, junto con Facebook y WhatsApp, es propiedad de Mark Zuckerberg, le ha abierto las puertas –sin proponérselo– a la difusión de webseries independientes a través de las historias o con videos de 59 segundos.
El mayor éxito a nivel mundial fue protagonizado por Eva Stories, que en 70 capítulos de 15 segundos contaba la historia de Eva Hayman, una niña judía que llevaba una vida feliz con su familia en Hungría hasta la llegada de los nazis y el horror de Auschwitz. La idea de la productora israelí Maya Kochavi fue financiada por su padre Mati, un poderoso empresario del rubro tecnológico. Juntos apostaron a contar la historia de la Ana Frank húngara, «para que las nuevas generaciones sepan lo que fue el Holocausto», explicó la realizadora. La cuenta alcanzó el millón y medio de seguidores y el último capítulo superó los tres millones de vistas.
«Lo veo como una adaptación del formato webserie a un nuevo medio protagónico: la red social Instagram. Pertenecen al ecosistema cultural del siglo XXI, caracterizado por la multiplicación exponencial de prácticas creativas que, al mismo tiempo que atentan contra los límites entre arte y comunicación, generan un nuevo canon a velocidad de vértigo», explica el escritor y crítico cultural español Jorge Carrión a Acción. El autor de Contra Amazon denomina a estos formatos «Objetos Culturales Vagamente Identificados (OCVI): proyectos que trascienden las categorías tradicionales y aún no son completamente estudiados por la academia, aunque empiezan a serlo, y que son relevantes en el modo en el que consumimos la cultura».
En habla hispana
Entre las series independientes de habla hispana con mayor audiencia se destaca la española Chicos. Se emitió desde enero a diciembre de 2019 con capítulos de 59 segundos cada domingo a las 21.30. Con más de 100.000 reproducciones por emisión, se convirtió en un fenómeno en España y Latinoamérica. Narra las aventuras y desventuras amorosas de tres amigas veinteañeras que viven juntas en Madrid. «Es un proyecto autofinanciado y la idea surge debido a la ausencia de contenido de ficción en redes sociales. Aprovechamos Instagram para dar difusión al proyecto y llegar al máximo posible de espectadores», cuenta Marta Vazgo, actriz y guionista de Chicos. «La mayor dificultad de hacer una serie de 59 segundos por capítulo son los respiros del texto y los silencios, por eso hay mucho trabajo en el guion y el montaje, para que el ritmo mantenga el formato de Instagram», explica.
La tendencia no tardó en llegar a la Argentina: en diciembre se estrenó Má, me voy a vivir con los chicos. Realizada por la productora platense Jueves de Trapos, se trata una serie de 18 capítulos de humor absurdo, también de 59 segundos, que sube cada domingo un estreno. «Somos un grupo de excompañeros de la carrera de Cine de la UNLP y armamos una sitcom, que cuenta la historia de cuatro amigos que viven en una casa y van sucediendo distintas situaciones muy al estilo Chavo del 8», cuenta Jorge Alonso, guionista y actor de la serie.
Con casi 12.000 seguidores en Instagram y más 8.000 visiones por capítulo, la ficción «está hecha con algunos canjes y el resto a pulmón», explica. «Hacemos lo que nos gusta y es una apuesta a futuro para mostrar nuestras producciones», dice Alonso. «Instagram es un buen medio para explotar el audiovisual. Eso sí, cada escena no puede durar más de 10 segundos y tiene que haber un principio con un mínimo desarrollo, porque llegás enseguida al final».