Cultura

Historias mínimas

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El formato atraviesa un momento fructífero en el país, aunque la crisis económica y el escaso apoyo del INCAA plantean dificultades a la hora de la producción. La importancia de los relatos breves en la carrera de los jóvenes directores de cine.


Pocos minutos. Escenas de El prisionero, de Martín Deus; María, de Mónica Lairana; y Una cabrita sin cuernos, de Sebastián Dietsch.

La historia del cine comenzó con la realización de cortometrajes. La imagen de un tren que arriba a una estación fue el puntapié de una expresión artística cuya sistematización quedó finalmente organizada bajo la órbita del largometraje, aunque los relatos cortos siguieron formando parte del medio audiovisual. El desarrollo del formato en el país no solo ha dado lugar a exponentes valiosos, sino que por estos días suma nuevas producciones que indagan en el arte de darle forma a una narración audiovisual en pocos minutos.
Responsable de la distribuidora de cortos Hasta treinta minutos, Luciana Abad ha viajado a numerosos festivales locales y extranjeros. «El cortometraje en Argentina viene en crecimiento desde el paso a HD», dice. «Es un típico producto independiente y en general está hecho de forma autogestionada por directores o técnicos que trabajan en el medio. Pero la actual crisis ha influido mucho en la producción, porque buena parte de esa gente no puede ni terminar lo que tenía empezado. También disminuyeron los festivales que se hacen en el país y esto genera un impacto, dado que hay menos pantallas para difundir», sostiene Abad. Y como aspecto positivo agrega que «se percibe que no se está tardando tanto en tocar las temáticas actuales. Hay mucho material sobre conflictos con los estereotipos de la mujer, por ejemplo».

Letra chica
Las Jornadas de Cine y Video Independientes UNCIPAR cumplieron este año 41 ediciones. Tuvieron lugar en el mes de agosto, en Pinamar, y mostraron un abanico de temáticas que fueron desde cuestiones de género hasta las diversas manifestaciones de la crisis económica. Llegaron 300 solicitudes y compitieron alrededor de 30 historias breves. La presidenta de UNCIPAR, Liliana Amate, lamenta que se haya desarticulado la Coordinación de Cortometrajes del INCAA y considera que hay herramientas que no se utilizan. «Por ejemplo, no se cumple con “la letra chica” de la Ley de Cine, donde se especifica la proyección de un cortometraje antes del largometraje. Así, no hay posibilidad de pantallas que no sean las de los festivales y las muestras», sostiene.
El realizador Sebastián Dietsch, uno de los ganadores de las últimas Jornadas con su trabajo Una cabrita sin cuernos, cuenta: «Con mi corto tuve la posibilidad de viajar a Suiza, invitado por un festival. Y la programadora me contó, entre sorprendida y entristecida, que cuando viajó a Clermont Ferrand, el mercado más importante de cortometrajes del mundo, el stand del INCAA no tenía nada para mostrar: ni afiches, ni trailers, ni información. Si así distribuyen los cortos que son de producción propia, ni hablar con los cortos independientes», afirma Dietsch.
El formato no solo está impulsado por egresados de escuelas de cine, sino también por un sector amateur que, no obstante, realiza trabajos de buena factura técnica. Gracias al mismo, los realizadores pueden adquirir un entrenamiento previo a la concreción de su primer largo. Uno de los casos es el de Martín Deus, joven director que el año pasado estrenó Mi mejor amigo. «Mientras la filmaba me pasó muchas veces que tuve que tomar decisiones recordando viejas dificultades o incluso errores que había cometido filmando cortos. Quieras o no, filmar te da horas de vuelo, algo que ni aunque leas todos los libros de cine ni veas mil horas de películas podés compensar», reflexiona.
Su colega Mónica Lairana compitió por la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 2010 con su corto María, y el año pasado estrenó su primer largo, La cama. Lairana enfatiza la importancia de hacer que el formato sea una alternativa más habitual para los espectadores. Y para ello remarca la importancia que puede tener la escuela, a la que señala como «un espacio muy interesante para la proyección de cortos». El cine permite conocer otras realidades y, «a partir de ello, se puede generar empatía con lo diferente, lo lejano, lo extraño».

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