El aniversario del nacimiento del escritor e historietista coincide con la reedición de Ernie Pike, la pieza con la que indagó en el trasfondo humano de la guerra. Las huellas de la cultura popular y la política en la obra del creador de El Eternauta.
9 de octubre de 2019
Historias sin buenos ni malos, cuyos desenlaces dejan un sabor amargo y conmueven al lector; protagonistas memorables tanto por las palabras que los describen como por sus representaciones gráficas. Ernie Pike, la historieta bélica de Héctor Germán Oesterheld y Hugo Pratt, sorprendió cuando comenzó a publicarse en abril de 1957 con rasgos que la distinguían de cualquier modelo previo. La reedición de los primeros capítulos en dos volúmenes actualiza uno de los grandes legados de la cultura popular.
Nacido el 23 de julio de 1919 en Buenos Aires, Oesterheld fue un creador tan inspirado como incansable para la industria editorial. Escritor de cuentos infantiles y de divulgación científica en sus comienzos, a partir de 1951 se dedicó a la historieta. Bull Rockett (con dibujos de Paul Campani y Francisco Solano López), Sargento Kirk (con Hugo Pratt) y El Eternauta (con Solano López) fueron sus primeros éxitos y, también, hitos en la historia del cómic.
Núcleos de sentido
Ernie Pike se publicó en Hora Cero, la revista que Oesterheld fundó en 1957. El personaje estaba basado en el corresponsal de guerra Ernest Taylor Pyle, que después de presenciar la muerte de un soldado asumió una postura antibélica en sus crónicas. «Tiene que haber un lugar donde estas tragedias hechas de coraje y desencuentros se anoten a favor de la especie humana», escribió Oesterheld. Y ese lugar, como apunta Juan Sasturain en el prólogo de la reedición, es la propia historieta.
Pike encarna además un personaje decisivo en las historias de Oesterheld: el del narrador. Como Julio Luna en Sherlock Time y Ezra Winston en Mort Cinder, series dibujadas por Alberto Breccia, el corresponsal es un testigo de los hechos y, sobre todo, una especie de mediador ante el lector, cuya función consiste en señalar los núcleos de sentido en cada capítulo.
Las historias de Pike exponen situaciones donde se dirime la supervivencia de valores. En «La fuga», el narrador observa que unos soldados japoneses devenidos en torturadores «en tiempos de paz eran labriegos, pequeños campesinos que llorarían al ver nacer un ternero»; pero la guerra «los había transformado en fieras más crueles aún que la más sanguinaria de las fieras salvajes». El protagonista, un soldado estadounidense, escapa a la tortura al recordar el final de un cuento de Jack London. Para los personajes de Oesterheld, el saber y la experiencia surgen de las formas de la cultura popular y la medida de su valor está dada por su utilidad para resolver problemas concretos.
Vida del Che (1968), una biografía de Ernesto Guevara con ilustraciones de Alberto y Enrique Breccia, significó su primer pronunciamiento político. Según cuentan Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami en el libro Los Oesterheld, el guionista no solo rechazó la posibilidad de ocultar su nombre por seguridad, sino que pidió que se publicara en la portada. Vinculado con Montoneros, fue secuestrado en 1977 por un grupo de tareas y desde entonces permanece desaparecido.
En los últimos años, después de mucho tiempo de haber sido soslayado, las memorias sobre Oesterheld hicieron foco en su drama personal y familiar, ya que sus cuatro hijas y dos yernos también fueron secuestrados por la dictadura. Y también en El Eternauta, la historia de una invasión extraterrestre a Buenos Aires, cuya última versión se publicó cuando el guionista vivía en la clandestinidad.
Sin olvidar esa historia, el centenario del nacimiento de Oesterheld y la reedición de Ernie Pike son una oportunidad para recuperar el conjunto de su obra y analizar su excepcionalidad como escritor, capaz de concebir un producto masivo con el máximo rigor intelectual en tiempos en los que la historieta no calificaba en términos de arte.