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La obra indaga en el encuentro de los físicos Niels Bohr y Werner Heisenberg, con la bomba atómica como telón de fondo. Dirigida por Mariano Dossena, vuelve a la cartelera porteña protagonizada por Patricio Contreras, Sergio Griffo y Alejandra Darín.

Reunión cumbre. Darín, Griffo, Contreras y una pieza que explora los vínculos humanos. (Jorge Aloy)

Copenhague, obra cumbre del dramaturgo inglés Michael Frayn, vuelve a la escena de Buenos Aires de la mano del director Mariano Dossena. La pieza disecciona de forma rigurosa y poética un encuentro que mantuvieron en aquella ciudad los físicos Niels Bohr y Werner Heisenberg, dos mentes brillantes involucradas en la creación de la bomba atómica. 16 años después de la recordada puesta de Carlos Gandolfo en el Teatro General San Martín (protagonizada por Juan Carlos Gené, Alicia Berdaxagar y Alberto Segado), Dossena estrena en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini esta obra que pone en escena un profundo debate de ideas fértiles para comprender los mecanismos de poder más siniestros del siglo XX.
«Tuve la suerte de ver la puesta de Gandolfo y de haber estudiado con Gené», cuenta Dossena. «Me impactó cómo habitaban el texto esos tres geniales actores. Cuando llegó esta propuesta de la mano de Sergio Griffo, poseedor de los derechos del texto en Argentina, me significó un gran desafío», sostiene. Su puesta, que ahonda en las relaciones, hace hincapié en diversas temporalidades. «Creo que esta es una obra futurista, porque si bien los personajes hablan siempre del pasado, a mí me interesaba la idea de lo atemporal y de cómo la acción puede desarrollarse en cualquier tiempo y espacio. Plantea un tema vincular entre los tres personajes: el maestro, su discípulo y la esposa del maestro. Son seres que se necesitan mutuamente».

El lado oscuro
Tanto para los hacedores como para los espectadores de Copenhague, la pieza exige una mirada activa, producto de su lenguaje por momentos hermético, pero a la vez fascinante. Griffo, quien interpreta a Heisenberg, señala que el equipo recibió asesoría en materia científica. «Además de haber sido guiados por un maestro en física cuántica como Juan Carlos Imbrogno, hemos leído varios libros. Hoy internet dispone de una gran cantidad de información relacionada, tanto sobre la física cuántica y la problemática de la fisión nuclear, así como respecto del registro de la Segunda Guerra Mundial y su contexto histórico, incluso en el hecho puntual de las bombas nucleares que impactaron en Hiroshima y Nagasaki», afirma.
Responsable de haber encarnado en teatro a Eva Perón y a Hannah Arendt, Alejandra Darín hace referencia a su trabajo compositivo para darle vida a Margarita, esposa de Bohr: «Recurro a la información que existe de estas mujeres y me impactan diferentes cosas. Tanto en este personaje como en el de Hannah no pude hablar con nadie, pero las imágenes de fotos te dejan un vocabulario muy rico. Son personas fuertes, que han hecho historia. Son aguerridas; han sabido hacerse y luchar. Siempre es un viaje ponerse en la piel, aproximarse desde lo físico, pero fundamentalmente desde sus acciones, desde las cosas que hicieron. Básicamente, es un trabajo que tiene que ver con lo emocional».
Por su parte, Patricio Contreras, responsable de darle vida a Bohr, resalta la importancia de que Copenhague vuelva a escena. «Es atinado ponerla nuevamente, para una generación de gente joven que recién hoy asiste al teatro», dice. «Es una oportunidad para encontrarse con una obra muy singular, en una situación enormemente teatral. Los personajes están en el más allá, no pertenecen a esta vida, son autoconvocados para definir un espacio que quedó en la incógnita, dentro de sus propias historias», completa. En esa misma línea, Dossena considera que «los grandes textos son eternos y, en este caso, podemos decir que, por su resonancia y actualidad, estamos frente a un clásico. El tema de los adelantos científicos, para el bien o para el mal, siguen desarrollándose a más no poder. La guerra sigue existiendo y todos estos avances siguen alimentando la oscuridad del alma humana. En algunos años más habrá otro Copenhague, con otro equipo. Y ojalá que funcione».

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