Cultura

Puente cordillerano

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Con las editoriales independientes como aliadas, los escritores del país vecino emprendieron un desembarco progresivo en las librerías locales. Y lo mismo ocurrió con los autores argentinos del otro lado de los Andes. Intercambio y enriquecimiento mutuos.

Títulos. Obras recientes de los autores trasandinos que se leen en Argentina.

Cuál es la distancia real que separa a dos países limítrofes? ¿Y la distancia simbólica? Una cordillera separa a Chile y Argentina. No parece un gran muro, más bien todo lo contrario, porque las relaciones literarias entre Chile y Argentina están pasando uno de sus momentos de mayor intercambio de experiencias, voces y poéticas. La figura de Roberto Bolaño se recorta sobre el horizonte como una especie de puente que, en los últimos tiempos, activó la circulación a un lado y al otro de los Andes.
Francisco Garamona, escritor y editor de Mansalva (un sello vanguardista que viene publicando autores chilenos de todas las épocas, desde Juan Emar pasando por Roberto Merino y llegando a Gonzalo León), señala que la «situación en el caso de Chile es muy notoria, ya que en el siglo XX hicieron la mejor y más vanguardista poesía, en un país pequeño y casi colonial. No se puede pensar la literatura en lengua española sin evocar a Juan Emar, Vicente Huidobro, Joaquín Edwards Bello, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Braulio Arenas, Diamela Eltit, Nelly Richards, Pedro Lemebel, Cecilia Vicuña, Pepe Cuevas, Elvira Hernández, Raúl Zurita y tantos otros».
El viaje de referentes literarios se da en las dos direcciones. La periodista argentina Leila Guerriero, por ejemplo, dirige una colección de libros de la prestigiosa editorial de la Universidad Diego Portales. En ese mismo lugar trabaja el editor Felipe Gana, que brinda su visión desde Santiago de Chile. «Las editoriales independientes han abierto un campo publicando a muchos argentinos, y las argentinas se han arriesgado con unos pocos chilenos», dice.
Gauna destaca que «no se podría obviar la influencia de Ediciones Universidad Diego Portales, que ha logrado primeras ediciones de importantes autores argentinos como Beatriz Sarlo con su ensayo sobre Saer, Mariana Enríquez y su biografía coral de Silvina Ocampo, o el mejor libro de Aira, a mi entender, Continuación de ideas diversas. Además, con su necesidad de repartir su obra en distintas editoriales, Aira ha ayudado a este proceso rico de intercambio».

Contaminación sana
El periodista cultural, editor y escritor chileno Gonzalo León hace ya un tiempo que vive en Argentina. Ha publicado la novela Cocainómanos chilenos y la reciente biografía Serrano, los dos a través de Mansalva. Su mirada es la de un animal anfibio, que juega en varios frentes: confeccionó antologías de autores argentinos para el sello chileno La calabaza del diablo. «El intercambio se da a partir del trabajo de las editoriales independientes y luego se sumaron las editoriales nacionales», explica.
«En ese sentido, cada una de las literaturas puede aprender una de la otra», arriesga León. «Suena lindo, pero también creo que eso se puede dar luego de un proceso largo. Yo diría que esta contaminación que está ocurriendo entre las dos literaturas es lo más sano que puede suceder».
Mientras que de Chile resuenan en nuestro país los nombres de Rafael Gumucio, Nona Fernández, Diego Zúñiga, Mike Wilson, entre otros; del otro lado de la cordillera Claudia Piñeiro, Selva Almada, Hernán Ronsino, Samanta Schweblin y Mariana Enríquez son referentes ineludibles de lo nuevo que está ocurriendo en nuestras tierras. Intercambio, influencia y aprendizaje mutuos marcan la realidad de las mesas de novedades de las librerías, donde Argentina y Chile armaron un lazo imposible de pasar por alto.
«Es que las literaturas se permean y cada vez es más difusa la idea de una literatura nacional o regional: cada autor va teniendo un tono propio, donde las temáticas son más universales», explica Felipe Gana. «Aunque este mayor flujo de información ha permitido conocer a los autores argentinos más ocultos, imagino que de vuelta también. Pienso en la figura de Carlos Correas, un autor muy argentino, que ha influido mucho en nuestros autores. Pero, insisto, la idea de literatura nacional se desvanece a diario». 

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