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El pueblo invisible

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Verónica Engler

Son víctimas del racismo, objeto de estereotipos y leyendas y su cultura y su lengua son sistemáticamente ignoradas. Solo el 1% termina la escuela primaria y el 40% está indocumentado. La lucha por los derechos de un colectivo discriminado.

Salta. El nomadismo y la oralidad son dos elementos centrales del universo gitano. (Esteban Widnicky)

Roban niños, estafan con el mercadeo de autos, engañan con artilugios, mienten, viven una vida disipada, son malos, feos y sucios. ¿A quiénes señalan estos calificativos peyorativos? Al leerlos, es difícil que alguien no piense rápidamente en el pueblo gitano, aunque haga un esfuerzo de buena voluntad, ya que las acotadas imágenes que circulan en nuestras sociedades responden a esos estereotipos que tanto daño han causado. Tan solo el 1% de la población gitana que vive en la Argentina llega a terminar la escuela primaria y aproximadamente el 40% de personas de esta comunidad se encuentra indocumentada. Estos datos alarmantes fueron relevados por el Observatorio Gitano (OG), una organización de la sociedad civil, y remitidos a Jan Jarab, representante del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en América del Sur.
El documento entregado a Jarab también da cuenta del racismo de Estado que persiguió y asesinó a integrantes de la comunidad gitana desde 1870 y hasta 1952 en forma sistemática. Además ofrece ejemplos contundentes, como los reflejados en la prensa, de la estigmatización, la discriminación racial y la violencia institucional que sigue sufriendo este pueblo en la Argentina. Los guarismos recabados no son exactos, ya que se obtuvieron mediante el trabajo que vienen realizando a pulmón hace años los integrantes del OG, conformado por gitanos y personas que no son de esa comunidad. Esto es así porque la comunidad gitana no cuenta con ningún tipo de representación estatal ni se la considera, por ejemplo, al momento de realizar el Censo Nacional ni ningún otro tipo de registro de la población.
Invisibilizada históricamente, la cultura gitana está marcada por el nomadismo y la oralidad, pero también por la esclavitud, el Holocausto (Samudaripen) y la marginalidad. Todavía hoy sigue lidiando cotidianamente contra prejuicios históricos que condenan a sus integrantes a ser parias, a sufrir por su aspecto y procedencia. «Nosotros vimos que esta temática es común en todas partes del mundo, en los países en los que los gitanos están mejor, solo entre el 7% y 8% terminó la escuela», denuncia el escritor y docente gitano argentino Jorge Nedich, que preside actualmente el OG. «Desde hace años los docentes se empezaron a comunicar conmigo para plantearme el fuerte rechazo que había en las escuelas y la gran ausencia de la población gitana dentro del sistema educativo. Por eso nos decidimos a organizar desde Argentina el Primer Congreso Internacional bajo el lema Educación Derechos e Igualdad para el Pueblo Gitano», cuenta en referencia a la actividad realizada junto al Observatorio de las Mujeres Gitanas a fines del año pasado, de forma virtual debido a la pandemia, con el apoyo de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral-Unidad Académica Río Gallegos (UNPA-UARG).
«Identidad y Resistencia de los Pueblos» fue el título elegido por el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel para la conferencia de apertura al Congreso, que durante seis días se constituyó en un espacio de diálogo, debate y reflexiones, pero también de denuncias. Más de 150 personas (muchas de ellas gitanas) de diferentes países asistieron a este Congreso, que se transformó en una plataforma para poder hablar, exponer y divulgar sobre una cultura que se encuentra absolutamente invisibilizada bajo un manto extenso de estereotipos negativos. Muy poco se sabe de las lenguas gitanas, del arte y las tradiciones de este pueblo que desde hace cientos de años vive en la diáspora, sin territorio propio, pero con una cultura común que se nutre en el peregrinar.
«Estamos trabajando en catorce provincias tratando de insertar a la población gitana en el sistema educativo», cuenta Nedich. «A veces la comunidad gitana no quiere que sus hijos vayan a la escuela porque siente que los pierde, que dejan de ser gitanos, y algo de razón tienen, porque mayormente no se aplica la educación intercultural, bilingüe, es decir, que los chicos tengan derecho a tener su lengua dentro de la escuela, a tener su historia, su bandera, su música, su literatura, como ocurre con otros pueblos».

Experiencias bilingües
Ante un panorama que a primera vista puede parecer desolador, el Congreso permitió visibilizar experiencias educativas que se vienen desarrollando en diferentes lugares del país que permiten vislumbrar tiempos mejores. Por ejemplo, particularmente destacable resulta el Programa de Acompañamiento a las Trayectorias Escolares de niños y niñas de la comunidad gitana, que la provincia de Santa Cruz comenzó a implementar en 2020, lo que implicó, entre otras acciones, la elaboración de materiales educativos bilingües, la incorporación de aspectos de la historia y la cultura gitana en el currículo, además de la gestión participativa del proyecto, lo que supone el trabajo en conjunto con la gente de la comunidad. Es la única provincia del país que desarrolla un programa de este tipo en el marco de lo que establece la Ley Nacional de Educación en relación a la modalidad intercultural bilingüe. Para llevar a cabo estas acciones realizaron un relevamiento propio, lo que les permite saber que en Santa Cruz hay 166 estudiantes de la comunidad gitana distribuidos en 6 localidades, con una mayor concentración en las ciudades de Río Gallegos, Caleta Olivia y Puerto San Julián. Si se realiza grosso modo una extrapolación de estos datos a nivel nacional, es posible imaginar el enorme universo de niños que en este momento están desatendidos en sus escuelas, si es que pueden concurrir. «Para nosotros educarnos no es solo ir a la escuela, sino realizar un cambio cultural enorme, porque somos un pueblo oral, ágrafo y nómada», reflexiona Nedich. «No implica solo pasar de la oralidad a la escritura sino también pasar de una lengua a otra. Es mucho el esfuerzo que tiene que hacer el chico».
El abogado Diego Luis Fernández Jiménez, director del Instituto Cultura Gitana de España, durante el Congreso Internacional explicó que en lengua romaní no existe el verbo «tener», «cuando se quiere decir algo así se hace un circunloquio y se dice “hay para mí”, porque el concepto de la propiedad no es tan importante». Vale aclarar que el pueblo gitano es una comunidad incapaz de fundar un ejército, ni de gestar una guerra, porque no concibe la posibilidad de que alguien se adueñe de un territorio, de sus árboles y sus ríos.

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