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Demián Verduga

La victoria del radical Maximiliano Pullaro en la carrera por la gobernación marca otro hito de un año electoral en el que los votos locales no sintonizan con las tendencias nacionales.

Celebración opositora. Pullaro y su compañera de fórmula, Gisela Scaglia, junto a Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta.

Foto: NA

Una de las características de este año electoral es que los comicios provinciales circulan por un andarivel y el nacional por otro muy distinto. Son rutas paralelas que no se cruzan. Siempre hubo realidades políticas locales, en las provincias y los municipios. Se generan alianzas diferentes, hay liderazgos distritales. Sin embargo, el nivel de separación que vienen mostrando los resultados de este año es inédito.
La elección del gobernador de Santa Fe no escapó de esta tendencia. El candidato de Unidos para Cambiar, el radical Maximiliano Pullaro, ganó con un aplastante 58,4%. El segundo puesto quedó para el peronista Marcelo Lewandowski, que salvó la ropa con un 30,8%. En tercer lugar, lejos, se ubicó Edelvino Bodoira, el candidato aliado de Javier Milei, que cosechó el 6,4% con su sello Viva la Libertad. Y el Frente de Izquierda Unidad, con Carla Deiana, sacó el 4,1%.
Los números por fuerza no fueron muy distintos a los que arrojaron las PASO provinciales del 16 de julio. Pullaro había competido contra Carolina Losada, respaldada por Patricia Bullrich, y la socialista Mónica Fein. La suma de los tres fue muy similar a los números que logró la coalición en las generales. Esto indica que no hubo fuga de votantes, a pesar de lo caliente que fue la interna, que incluyó acusaciones de vínculos con el narcotráfico.
En el caso del peronismo ocurrió lo mismo. Lewandowski pudo retener a los votantes de las tres listas contra las que compitió en las primarias.

Universos paralelos
La elección santafesina volvió a mostrar que las contiendas locales y la nacional están yendo por carriles totalmente distintos. En las primarias presidenciales del 13 de agosto, el ganador en Santa Fe fue Milei con el 35,19%, es decir, casi 30 puntos más que su candidato a gobernador. El segundo puesto fue para la suma de JxC, con 31%, 27 puntos por debajo de Pullaro; y el peronismo, con las listas de Sergio Massa y Juan Grabois, llegó al 21%, también lejos de Lewandowski.
A pesar de esto, Bullrich aprovechó el triunfo de Pullaro para mostrar una foto de unidad con Horacio Rodríguez Larreta y tratar de relanzar su candidatura. Las encuestas vienen mostrando a la exministra de Seguridad en tercer lugar, detrás de Milei y Massa. En su entorno buscan lo que tengan a mano para reactivar la campaña. En esa senda está la presentación de Carlos Melconian como el potencial ministro de Economía y ahora el intento de subirse al triunfo de Pullaro. Son ejercicios de reanimación, mientras el fundador del PRO, Mauricio Macri, juega a dos puntas y pone fichas también en Milei.
El peronismo logró salvar la ropa. En las PASO de julio, la suma de las tres listas había quedado en 28%, un número por debajo de la cifra símbolo de 30 puntos, necesaria para continuar siendo considerado un partido de poder. Si ese caudal lograra trasladarse a Massa, implicaría un crecimiento del candidato de Unión por la Patria de casi 10% en Santa Fe respecto de la primaria presidencial. El punto es que el traslado de votos, de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo, es incierto.
Pullaro sabe que sus filas están plagadas de votantes de Milei. Por eso hace dos semanas dijo que en un eventual balotaje entre el diputado de extrema derecha y Sergio Massa se inclinaría por Milei. La declaración fue también un ajuste de cuentas con Bullirch, que había respaldado de modo muy explícito a Losada en la interna, luego de que la exmodelo acusara al flamante gobernador electo de estar financiado por el narco.
El caudal electoral de Pullaro se explica en parte por un cambio profundo que sufrió la estructura política santafesina en los últimos dos años. Desde 2007, cuando el socialista Hermes Binner ganó la gobernación y le dio inicio a un ciclo de 12 años de gestión del Frente Progresista Cívico y Social, la política de Santa Fe se dividió en tercios. Estaban el Frente Progresista, que reunía al socialismo y la mayoría de la UCR, el peronismo y aliados por otra parte, y el macrismo, asociado a otro sector de los radicales.
Un ejemplo: en la elección de 2019, el actual gobernador Omar Perotti ganó con más de 40 puntos. El segundo lugar fue para el socialista y exgobernador Antonio Bonfatti, con 37%, y el tercero para el radical macrista José Corral, con 20 puntos. Ahora, el extinto Frente Progresista y el macrismo armaron una sola coalición. El escenario de tres patas se terminó y dos tercios están en el mismo espacio político.
De hecho, el punto más álgido de la carrera política de Pullaro fue haber sido ministro de Seguridad del gobernador socialista Miguel Lifschitz, que llegó a la Casa Gris luego de derrotar al macrista Miguel Del Sel por 1.776 votos en 2015.
Los socialistas enrollaron sus banderas y aceptaron una alianza con la derecha luego de las elecciones de 2021. Llegaron a la conclusión ‒acertada o no‒ de que si no se metían bajo el paraguas de una de las dos grandes coaliciones nacionales se diluirían. Quizás se hayan diluido igual.
Antes de las presidenciales de 22 de octubre quedan dos elecciones provinciales. Y tampoco podrán ser tomadas de modo lineal como un termómetro de lo que deparará la contienda principal. Chaco elegirá gobernador el 17 de septiembre y una semana después será el turno de Mendoza. Ambas elecciones corren por ese andarivel que por ahora no se cruza con lo nacional. Parecen universos paralelos.

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