Política | EJES DE CAMPAÑA

Estrategias en busca del voto

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Demián Verduga

A menos de un mes de la crucial elección, se modifica el tablero de operaciones de los tres primeros candidatos presidenciales. Nuevas y contradictorias tácticas proselitistas. 

Propuesta. Massa con los gobernadores del norte: convocatoria a un Gobierno de unidad nacional, con la mira en los radicales.

Foto: Télam

Las campañas electorales son un juego paradojal. El mensaje enviado a un sector del electorado puede resultar refractario para otro. Ocurre por cuestiones ideológicas, condición económica y hasta por edad. Lo que resulta atractivo en la franja juvenil muchas veces es contraproducente con las personas mayores. Una campaña es una contienda: lo que hacen los contrincantes es tomado en cuenta. No hay fórmulas lineales. Las estrategias se revisan día por día.
Las PASO presidenciales del 13 de agosto arrojaron una especie de triple empate. Ninguno de los tres primeros, Javier Milei, Patricia Bullrich o Sergio Massa, pueden dejar de revisar la estrategia que desplegaron porque no hubo un ganador claro. 

Gestión en juego
Una de las desventajas con las que Massa corrió en la previa de las primarias fue que su candidatura se definió muy cerca de la elección, al filo del plazo. Sus adversarios venían actuando como candidatos hace por lo menos un año. Esto fue muy notorio en la campaña de Unión por la Patria. El equipo se armó a toda velocidad, la estrategia se pensó sobre la marcha.
El primer cambio en esta segunda fase es que la campaña de Massa está más ordenada. El tigrense está obligado a hablar también con la gestión. Massa esperó a fortalecer las reservas con el adelanto del FMI para poder impulsar medidas de mejora de los ingresos y que el Banco Central tuviera capacidad de respuesta si una parte de esos recursos se dirigían al dólar; no porque el jubilado que cobra 15.000 pesos más vaya a una cueva, pero sí porque lo hace el comerciante o el empresario donde ese jubilado gasta.
El bono para los trabajadores, los préstamos para monotributistas, el aumento del piso del Impuesto a las Ganancias, entre otras medidas, son lo más importante de esta nueva etapa previa a la elección. El ministro está mostrando el rumbo que le daría a un nuevo gobierno.
El otro eje es el de la recuperación de la autoestima nacional y el llamado a la unidad. El mensaje «tenemos con quién, tenemos con qué» pone en primer término las potencialidades de Argentina. Confronta con la idea de «este país de mierda» que la derecha suele desplegar cotidianamente para estimular el hartazgo y que eso le abra las puertas a un consenso social que acepte medidas drásticas, que serían de ajuste.
Hasta ahora, la parte de la campaña de Massa dedicada a advertir los peligros de un triunfo de Milei o Bullrich está volcada solo a las entrevistas. La convocatoria a un Gobierno de unidad es también un guiño a los radicales, con un ojo puesto en un potencial balotaje con Milei y en la eventual fractura de Juntos por el Cambio. 

Pato criollo 
Patricia Bullrich quedó en una posición muy incómoda después de las primarias. Antes del 13 de agosto, la apuesta del sector duro del PRO era que Juntos por el Cambio (JxC) quedaría en primer lugar, con cerca del 40%, y Milei sería tercero. De esa forma, si Bullrich ganaba la interna, como pasó, se volvería atractiva para los votantes del líder de La Libertad Avanza en una ecuación de voto útil para derrotar al peronismo. Las cartas que adivinaban el futuro fallaron. Sucedió lo contrario. Milei salió primero y entonces el voto útil migra hacia él.
Esto es lo que explica el despliegue de campaña de Bullrich de las últimas semanas. Tiene mensajes de un antikirchnerismo extremo que por momentos resulta payasesco. Un ejemplo: el video con la maqueta de una supuesta cárcel de máxima seguridad con el nombre de la vicepresidenta Cristina Fernández.
Bullrich quiere dejar de perder a su núcleo más duro a manos de Milei. Para ese sector de votantes lo más importante no es que gane JxC, sino derrotar al peronismo.
Desde el punto de vista de la convivencia democrática, es una campaña que no se había visto en cuatro décadas, con una candidata con casi un tercio de los votos que repite una y otra vez que su único objetivo es «destruir» al adversario. 

El dueño de la motosierra 
Las búsquedas de Milei son diferentes a las que enfrentan sus contrincantes. El discurso agresivo, centrado en la rabia, que construyó un culpable de todos los males, la «casta», le sirvió para canalizar a los votantes que se identifican con esa emocionalidad. Son los que quieren «romper todo». Al mismo tiempo, despertó un rechazo muy potente –en parte por temor– en el electorado que no se ve representado por esa virulencia en boca de un potencial presidente.

Milei. Si bien moderó su discurso, el ultraliberal mantiene la dolarización como receta económica.

Foto: NA

Milei está obligado a «correrse al centro» para intentar crecer. Debe hacerlo pivoteando con la virulencia que lo catapultó. Corre el riesgo de perder a los duros a manos de Bullrich que busca ese segmento que considera propio.
A Milei le llegó el momento Raúl Baglini de la política (cuyo teorema reza, palabras más, palabras menos, que a medida que una persona se acerca al poder, modera sus posiciones). El baglinismo ha comenzado a sacar a la luz varias inconsistencias. Buena parte de los votantes que acompañaron a Milei lo hicieron por la ilusión de la dolarización. Detrás de esa consigna, además de pensar que van a ganar en dólares, estos votantes creen que está el secreto para terminar con la inflación. En el propio entorno del diputado de extrema derecha surgieron dudas sobre la viabilidad de su principal propuesta. Esto abrió fisuras que podrían tener un costo electoral.
El resto de sus ideas, por inviables o antipopulares que parezcan (vouchers, motosierra, regreso de las AFJP), no son las que pueden socavar su base. La dolarización, sí. Por eso el diputado suavizó su discurso en distintas áreas menos en esa. Sacó de la cancha a las figuras de su equipo que osaron poner un manto de racionalidad sobre las posibilidades reales de cambiar la moneda argentina.
Las encuestas pueden dar señales de los resultados que van teniendo las estrategias electorales, pero la verdad se conocerá solo el 22 de octubre.

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