27 de noviembre de 2014
Como un anticipo de la campaña, la puja política muestra intentos de posicionar candidaturas. Indefiniciones y peleas entre aliados. Intensificación de reclamos gremiales en el cierre del año.
En medio de una batalla de encuestas y candidatos que recorren el país en una suerte de cacería de fotos que los muestren sumando aliados en desmedro de sus competidores, en las últimas semanas se instaló con fuerza que el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, sería el postulante presidencial del Frente para la Victoria (FPV). Una seguidilla de afirmaciones de contundente sentido de pertenencia por parte de Scioli hacia el kirchnerismo, poco habituales en él, dieron aire a las especulaciones. Hasta la revista satírica Barcelona tomó nota e ironizó: «El saponauta, el oficialismo ya se encolumnaría detrás del candidato que más mide y menos lo entusiasma», tituló en portada. Ambas afirmaciones del quincenario humorístico no parecen alejadas de la realidad. Scioli encabeza la intención de voto entre los postulantes del kircherismo y es también el que mejor se posiciona en la disputa con Sergio Massa y Mauricio Macri. Y, además, no pocos sectores internos del FPV no lo reconocen como un potencial continuador del proyecto kirchnerista.
Lo cierto es que mientras la presidenta Cristina Fernández no muestre su juego, en la interna del FPV nada estará definido. De ahí que Scioli busque el respaldo del PJ, especialmente de los gobernadores, para fortalecer su posición de cara a las PASO. En Mendoza encabezó un acto junto con los mandatarios de Salta, Juan Manuel Urtubey, Gildo Insfran de Formosa, el chubutense Martín Buzzi, Maurice Closs de Misiones, Eduardo Fellner, titular del PJ y gobernador de Jujuy, y el anfitrión Francisco Pérez. También estuvieron al lado de Scioli el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, aspirante a sucederlo en la provincia, y Diego Bossio, titular de la Anses y con idénticas aspiraciones que el matancero. El acto fue una puesta en escena de los respaldos que suscita la candidatura presidencial de Scioli entre los caciques justicialistas.
Ese mismo día, por caso, el ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, encabezó un acto en Río Gallegos junto con el diputado nacional y referente de La Cámpora Eduardo de Pedro. Rodeado de jóvenes militantes, el precandidato presidencial definió al kirchnerismo como «un proyecto donde las decisiones políticas del Gobierno volvieron a estar del lado de las mayorías y el Estado fue fortalecido, recuperando su capacidad de responder a la demanda social. Hoy, esos mismos intereses corporativos que siempre han intentado condicionar a la política, impulsan candidatos y lo hacen tanto en el oficialismo como en la oposición». La alusión a Scioli es evidente. Y, por si no resultara suficiente, añadió: «Por eso tiene que ser un militante el que continúe con este proyecto, tiene que ser alguien que ratifique, como Néstor y Cristina, la independencia y la autonomía de la política». Que el acto se haya realizado en la ciudad donde vive el hijo de la Presidenta así como la presencia de jóvenes de la agrupación que él lidera permiten inferir que Máximo Kirchner no estaba ajeno a la organización y se puede interpretar, además, como un gesto de respaldo hacia Randazzo. De ahí que, a seis meses del 20 de junio, cuando expira el plazo para la presentación de precandidaturas para las PASO, parece prematuro establecer que hay un candidato elegido por el kirchnerismo. Además del ministro, que aparece como el más serio oponente de Scioli en una potencial primaria del FPV, mantienen su postulación el titular de la cartera de Defensa, Agustín Rossi; el gobernador de Entre Ríos, Sergio Uribarri; Julián Domínguez, presidente de la Cámara de Diputados; el senador Aníbal Fernández y el legislador porteño Jorge Taiana.
Piso alto
Otro dato o presunción que cobró fuerza, y del que se hicieron eco tanto oficialistas como opositores, fue el firme posicionamiento del FPV en encuestas de distinta procedencia con un piso electoral por encima del 30%.
En ese contexto, ciertos núcleos de la oposición comienzan a pensar en estrategias de integración para enfrentar con mayores posibilidades lo que viene. La Unión Cívica Radical (UCR), con su encuentro de San Fernando, marcó territorio hacia adentro del Frente Amplio Unen (FAUnen) con vistas a imponer su peso territorial por sobre las fuerzas que no lo tienen y posponer decisiones de fondo sobre la política de alianzas, calmando de este modo las disputas internas.
Pero no pasó mucho tiempo hasta que Elisa Carrió demolió la precaria paz alcanzada en FAUnen con un raid mediático en el que atacó a sus ex socios con acusaciones de todo tipo. La diputada chaqueña los acusó de connivencia con el oficialismo, vínculos con el narcotráfico, corrupción y escaso arrastre electoral, entre otras lindezas. El juego fuerte de Carrió en favor de una alianza con el macrismo se contrapone con la posición de, entre otros, Julio Cobos, Ricardo Alfonsín, Hermes Binner y Fernando Solanas, que se oponen a abrir el espacio hacia la derecha, pero no es visto con malos ojos por el titular del partido fundado por Leandro Alem, el senador Ernesto Sanz, quien comparte con Carrió la intención de sumarse al Pro.
La líder de la Coalición Cívica también apuntó de lleno contra la intención de dirigentes como el jujeño Gerardo Morales, que aboga por la unificación de la oposición para vencer al kirchnerismo. «Tendríamos que ir a unas PASO con Mauricio Macri y Sergio Massa, con todos los partidos de FAUnen, sin mezclarnos y sin generar un rejunte de gobierno. Cada uno con su fórmula y programa. Que el que gane, gobierne», planteó Morales.
El dilema de FAUnen no parece tener solución y la salida de Carrió no saldaría las diferencias. Por caso, el gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti, salió al cruce de quienes pugnan por una confluencia opositora: «Si creemos que tenemos que unirnos todos para ganarle la elección a otro, nos va a pasar lo mismo que con la Alianza», dijo.
Más allá de las desventuras de FAUnen, Massa trajina las provincias argentinas en busca de seducir a caudillos radicales para conformar alianzas locales en respaldo a su candidatura, planchada en las encuestas desde hace varios meses. En el mismo plan de sumar apoyos Macri concita más interés que su competidor: ya logró la anuencia de los cordobeses Luis Juez y Oscar Aguad y parece estar dispuesto a recibir con los brazos abiertos a Carrió. «Es una mujer con mucho coraje, que dice muchas verdades», dijo el jefe de Gobierno porteño.
A falta de estrategias comunes, como le reclaman desde el poder económico, los bloques opositores hallaron un punto de encuentro: 28 senadores pusieron por escrito su compromiso de no aceptar ninguna propuesta de candidato a juez de la Corte Suprema para reemplazar al renunciante Eugenio Zaffaroni y postergar la decisión hasta que se produzca la elección del nuevo presidente y la renovación parcial de ambas cámaras legislativas. Confluyeron en este documento senadores radicales, socialistas, macristas, del Frente Cívico, Proyecto Sur y Coalición Cívica.
El fantasma decembrino
Asimismo, como cada fin de año, la cuestión social cobra relevancia. Así lo demuestran las medidas preventivas adoptadas tanto a nivel nacional como en distintas jurisdicciones provinciales con vistas a evitar saqueos, disturbios y conflictos con las fuerzas policiales, como los que se registraron un año atrás. Sin dejar de lado las operaciones malintencionadas que se esconden detrás de episodios de esta naturaleza –que deben ser denunciadas y conjuradas por las autoridades pertinentes–, no menos cierto es que se advierte un impacto económico negativo, que comienza a ser registrado en las estadísticas oficiales, sobre los sectores más vulnerables de la sociedad.
Esto también se evidencia en un incremento de la conflictividad gremial. Los reclamos por un bono salarial de fin de año y por la no sujeción del aguinaldo al pago del Impuesto a las Ganancias son compartidos por todos los sectores del sindicalismo, desde los más cercanos al Gobierno hasta los que están francamente en la vereda de enfrente. Hugo Yasky, quien revalidó su liderazgo en la CTA de los Trabajadores, reclamó un bono de fin de año: «Tenemos autoridad para reclamar lo que estamos reclamando. Es la primera vez que lo hacemos porque por primera vez este año los salarios quedaron por debajo de la inflación», sentenció. De igual modo, desde la CGT liderada por el metalúrgico Antonio Caló, anticiparon que reclamarán un plus salarial y la excepción del aguinaldo para las retenciones del Impuesto a las Ganancias. Por su parte, la CTA Autónoma que conduce Pablo Micheli, marchó de Plaza de Mayo al Congreso nacional en reclamo de un bono de fin de año de 4.000 pesos, aumento del salario mínimo vital y móvil y de las jubilaciones. Y 22 gremios del sector transporte, alineados en las dos fracciones de la CGT, acordaron una medida de protesta. «Las asambleas son por la no modificación de las escalas del Impuesto a las Ganancias y en demanda de que se exceptúe el pago con el aguinaldo de diciembre y que se otorgue un bono compensatorio para activos y jubilados», explicó Juan Carlos Schmid, de Dragado y Balizamiento. Mientras que el líder del Sindicato de Choferes de Camiones y titular de la CGT, Hugo Moyano, no descartó convocar a medidas de fuerza más profundas si «no hay respuesta».
—Jorge Vilas