Humor | Por Santiago Varela

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Santiago Varela

Cuando llega el invierno suelen pasar cosas. Algunas de las cosas que pueden pasar son:
a) Que por el calentamiento global haga 26º C.
b) Que al día siguiente haga 2º C.
c) Que ese día, mientras tiritamos y estornudamos, queramos encender la estufa a gas y ahí descubrir que ésta, vaya a saber por qué, no enciende.
d) Qué ese día, además, sea viernes de un fin de semana largo.
Se podrá pensar que siempre es así, que en verano se descompone la heladera, en invierno la estufa y el televisor en pleno mundial.
Ante esta situación lo primero que haremos será buscar un gasista. La pregunta es ¿dónde? Puede ser que en nuestro WhatsApp figure algún antiguo “Cacho gasista” o “Gasista prima” sobre quienes no tendremos ni un mísero recuerdo y por lo tanto  evitaremos llamar. Finalmente, luego de consultar con el encargado del edificio, una vecina y dos parientes obtendremos un contacto.
«Jorge Gasista» nos atiende bien y nos informa que vendría –la palabra es vendría– durante la semana próxima. Lloramos y rogamos para que venga antes porque hace frío y luego de decirnos que los feriados no trabaja, se compromete –la palabra es compromete– a venir el martes por la mañana.
Sin otra opción que andar todo el fin de semana largo con una frazada a cuestas y una maceta sobre una hornalla encendida las 24 horas llega el martes… esperamos… esperamos más… no perdemos las esperanzas… pero «Jorge Gasista» no aparece. Lo llamo, no contesta. Dejo mensajes, pero no veo que los abra. Trato de ser severo, pero cuidando de no enojarlo por temor a que se raye,  no venga jamás y tengamos que empezar todo de vuelta.
Al día siguiente, cuando estaba por salir porque tenía un turno para un electro, suena el portero. ¡«Jorge Gasista» está aquí, aleluya! Me olvido del electro, que había pedido hacía un mes y bajo a abrirle.
Cuando le pregunto por qué no vino el martes el hombre me dará alguna de las siguientes explicaciones:
a) A la mujer se le descompuso el lavarropas.
b) El auto tenía un ruidito y aprovechó para ir al taller.
c) Perdió Boca.
d) Era martes y tenía otro compromiso.
Ya frente a la estufa dirá que se trata de un modelo que ya no se fabrica, que se ve que no tuvo mantenimiento, que hay que cambiar un montón de cosas, todas por seguridad -la palabra es seguridad- que ya no se consiguen repuestos, que él puede conseguirlos pero son caros, que le adelante el dinero para comprarlos y que vuelve mañana y los trae.
Ante esta situación podemos:
a) Darle el dinero que nos pide y esperar un día… o un mes más.
b) Volver a la frazada.
Aquí es cuando nos queda claro que, las únicas leyes seguras son las de la gravedad y las de Murphy. Posta.

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