Humor | RUDY

Aprestos bélicos

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Tarde otoñal. Rebequita y Tobías en el bar de siempre, disfrutando el anochecer. ¿Disfrutando? Bueno, digamos pasándolo lo mejor posible en este siglo informático y febril.
–Tobías de mi alma en pena, tengo miedo, tengo mucho miedo.
–Pero, ¿qué te ocurre, Rebequita de mi corazón, mi presión arterial y mi glucemia? ¿Acaso has visto alguna película de terror sobre el conde Drácula, ese que está en Ucrania, perdón, quise decir en Transilvania, que creo que queda en Rumania, o en alguna tierra extraña devenida conocida merced a los noticieros? ¿Acaso soñaste que Putin decía que «Rebequita» forma parte del territorio ruso y te reclamaba para gobernarte? ¿O muy por el contrario, como tu nombre empieza con «R» como Rusia, temías que te censuraran o te obligasen a llamarte Tebequita o Debequita?
–¿Debeguita? ¡Por el Dios del que soy agnóstica, ni lo menciones, Tobías de mi recalcitrancia! ¿Ves que no me entendés, no me entendiste ni me entenderás jamás de los jamases? El problema no es cómo me llamo, sino lo que pasa, Tobías. ¿No te enteraste de que estamos en medio de una guerra?
–¿Vos decís Europa Oriental? Me preocupa mucho, pero a decir verdad no me siento «en medio», Rebequita.
–¡Vos no te sentís en medio, no te sentís en medio! Bueno, disfrutá nomás de nuestro tostado de jamón, queso de buey y arándanos y del té de cactus levemente perfumado con esencia de berenjenas que nos pedimos… Disfrutalo entero, que cuando venga Cronos y nos traiga la cuenta, vas a estar bien «en medio».
–¿Cronos?
–El mozo, Tobías, yo no sé cómo se llama. Lo llamo Cronos porque se toma todo el tiempo del mundo para traernos el pedido, pero no me apliques maniobras de distracción masiva. El presidente decretó la guerra contra la inflación, que ya nos había declarado la guerra a nosotros, pero sin avisar, y yo tengo miedo de que me tomen prisionera, o para decirlo mejor, cautiva.
–¿Por qué pensás que te va a pasar eso, Rebequita?
–¿Pero qué te pasa, Tobías? ¿No escuchaste hablar de las empresas que tienen «público cautivo»? Mirá si nos toman prisioneros sin que nos demos cuenta y nos obligan a tener la misma empresa de luz, de gas, de teléfono, de salud o de lo que sea, y pagar todos los aumentos que ellos quieran sin decir ni «guau» porque si decimos «guau» nos cobran un plus por «mascota no declarada». ¡Me estoy autopercibiendo cautiva, Tobías! Mi autopercepción me dice que estoy en el mundo equivocado y, lo que es peor, parece que es el único que tenemos.
Tobías se quedó callado. A ver si todavía los captores le cobraban por hablar. Quiso decir: «¡Hasta la victoria!», pero después lo pensó, y un empate no estaría nada mal.

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