1 de mayo de 2023
Soriano. Una historia
Ángel Berlanga
Sudamericana
524 paginas
Biografía. La trayectoria vital y literaria del autor de «Cuarteles de invierno».
Triste, solitario y final, No habrá más penas ni olvidos, Cuarteles de invierno, Una sombra ya pronto serás, Cuentos de los años felices, Artistas, locos y criminales. Basta nombrar solo algunos títulos para saber que hablamos de una de las mejores plumas de la segunda mitad del siglo XX. Novelas cargadas de grotesco, drama, humor y melancolía; un vértigo narrativo manufacturado con economía de recursos, hijo del amor por el policial negro; y un realismo siempre a punto de desbordarse, atravesado por las huellas de la narrativa periodística y bajo el ojo atento de alguien que si algo supo, entre tantas otras cosas, fue descular lo más profundo del gen argento. Como si fuera poco, con una gran llegada al público masivo.
Osvaldo Soriano fue todo eso y mucho más. Una niñez errante por varias ciudades y provincias (Cipolletti como terreno mítico al que volverá a la hora de ficcionar el fútbol); las primeras instrucciones a través del cine, la historieta y el radioteatro; Tandil y el debut en la experiencia artística; el arribo a Capital para trabajar en la prensa escrita; la entrada a la literatura de la mano de Chandler y Stan Laurel y Oliver Hardy.
En Soriano. Una historia, Ángel Berlanga –periodista, docente universitario, editor– recupera la trayectoria del «Gordo», como cariñosamente lo llamaban amigos y colegas, para construir, además de una biografía, una pintura de época, que va del final del onganiato, el tercer peronismo, la dictadura y el exilio, al regreso de la democracia, el alfonsinismo y el neoliberalismo de los 90, así como el retrato de una forma de ejercer el periodismo y la bohemia que ya no existen: Primera Plana, Panorama, La Opinión, El Porteño, una selección nacional del oficio en cada una de las redacciones que tallara, la fundación de Página/12, aquellas míticas contratapas.
No fue tarea sencilla. Berlanga trabajó en ello diez años, dando incluso con textos hasta el momento inéditos, para los que, dice, fue fundamental el contacto con la viuda del escritor, Catherine Brucher. Esta biografía viene a coronar una labor que incluyó la edición de dos antologías de textos breves de Soriano y el trabajo junto a Juan Forn en la reedición de su obra a través de Seix Barral.
Son patentes en el libro, también, la desaprobación de un sector de la academia hacia su escritura –algunas cátedras de Letras de la UBA y el grupo Babel, sobre todo, quizás impactados por sus éxitos de ventas, quizás por omitir referencias a la «alta cultura», terciados por la disputa ideológica, sobre todo–, además de su amor por los gatos y por San Lorenzo, a los que Berlanga les dedica un capítulo completo; su don gregario y sus dotes de narrador oral; su astucia, su lucidez para decodificar el presente inmediato; su «impronta algo atorranta» por su reticencia al trabajo. Soriano fue, dice alguno de los más de cien testimonios de la biografía, dueño de una «percepción espontanea»: «Era un especialista en captar estos detalles cargados de sentidos».
El gran acierto de Berlanga es el pulso para sugerir sin enunciar: muchas de las circunstancias narradas, pertenecieran al tiempo histórico que pertenecieran, se espejan en el presente. «Nada más obsceno y vano que intentar contener la vida y la obra de un hombre en un puñado de líneas invocadas en el tiempo y la distancia», dice en un pasaje Rodrigo Fresán, a lo que el autor acota que «la cita bien podría ser un epígrafe de este libro». Pero no: Berlanga ha sabido captar y transmitir la esencia de una vida y de una obra y, tratándose de Soriano, ese es todo un mérito.
