20 de junio de 2023
Una mayor carga tributaria sobre las rentas personales y las ganancias de capital aumentaría recursos y favorecería la redistribución de ingresos, sostiene la CEPAL.
Organismo de recaudación. Una reformulación de la política fiscal se impone como necesaria en el país y la región.
Foto: Horacio Paone
Argentina comparte con otros países latinoamericanos, entre otras debilidades socioeconómicas estructurales, un sistema tributario que desaprovecha fuentes posibles de recaudación. Ese es el caso del impuesto sobre las rentas personales, que «aparece como el instrumento tributario con mayor potencial para incrementar los recursos y, al mismo tiempo, reforzar una deseable redistribución de ingresos basada en criterios de equidad». Este diagnóstico corresponde al Panorama Fiscal 2023 recientemente elaborado por la Comisión Económica de la ONU para América Latina y el Caribe (CEPAL). Se advierte allí que «resulta cada vez más obvia la necesidad de una reformulación de la política fiscal», sobre la base de modelos de crecimiento inclusivo y respetuosos del medioambiente. Más aún cuando las situaciones de inequidad «probablemente se han visto exacerbadas a partir de los impactos producidos por la pandemia de covid-19».
El impuesto sobre la renta y las ganancias de capital de personas físicas exhibe en América Latina un escaso peso relativo, lo cual limita el financiamiento de las políticas públicas, constata la CEPAL. En particular al compararlo con las cifras correspondientes a países más desarrollados (los de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos, OCDE). Lo cierto es que la recaudación del gravamen a la renta de personas físicas se encuentra por debajo de su potencial en la mayoría de los países de la región. En consecuencia, la Comisión explora alternativas para mejorar la capacidad de cobro y sustentar su función redistributiva.
Esto incluye la factibilidad de incremento de las alícuotas legales y efectivas sobre los contribuyentes de mayores ingresos (lo que se conoce como imposición sobre las altas rentas), ya sea mediante sobretasas o la aplicación de impuestos especiales.
También se sugiere, ante la estrechez relativa de las bases imponibles, una discusión acerca de los montos mínimos de exención. Del mismo modo que se evalúa la configuración de las diversas deducciones de carácter personal y familiar, «que no solo reducen la recaudación efectiva, sino que pueden dar origen a numerosas inequidades entre los contribuyentes alcanzados».
Cifras
En el caso argentino, dice la CEPAL, hasta antes de la pandemia la carga tributaria total se ubicaba en torno del 29% del PIB, frente a un 33,4% promedio para los países de la OCDE. Pero a diferencia de las naciones desarrolladas, la principal fuente de recursos tributarios no es la renta de los individuos, sino los impuestos generales sobre bienes y servicios. Argentina muestra asimismo una fuerte distorsión al realizarse la comparación intrarregional (con datos de 2019, último año de la gestión Cambiemos, que las sucesivas crisis impidieron modificar).
La percepción de rentas y ganancias de capital solo tributa aquí un 17,9% del PIB, frente a un 42,4% en México; 36,5% en Perú; 34,8% en Chile; 32,3% en Colombia; 26,1% en Uruguay; y 22,4% en Brasil. En su visión panorámica la CEPAL remarca que este tributo «sigue manteniendo un aporte recaudatorio muy inferior» al de los países desarrollados, «con un nivel algo menor al promedio de África subsahariana».
Por otra parte, la Comisión advierte que la imposición sobre personas físicas recae principalmente sobre los trabajadores asalariados. Las rentas de capital (dividendos, intereses, regalías y otros) suelen tener un tratamiento favorable respecto a otras fuentes de generación de renta, con alícuotas menores y exenciones generalizadas. «Esta estructura desbalanceada afecta la capacidad redistributiva del impuesto, dado que el gravamen que pagan las sociedades puede trasladarse a los precios de los bienes y servicios, y resulta menos progresivo que el impuesto sobre la renta personal», advierte CEPAL.
La debilidad recaudatoria del impuesto a la renta se observa, además, para la región y para Argentina, en la diferencia de alícuotas máximas. El promedio en la OCDE se mantuvo en alrededor del 41% entre 2013 y 2018 y aumentó lentamente en los últimos años hasta alcanzar un 42,6% en 2021. En América Latina esa tasa se mantuvo en el rango del 30% al 32% (en Argentina es de 35%) desde inicios de la década del 2000.
Recomendaciones
Tras destacar los impactos macroeconómicos favorables de la reforma propuesta, la CEPAL formula un conjunto de recomendaciones a los países de la región. Empezando por: revisar las alícuotas legales en vigencia (nivel, cantidad y amplitud); fortalecer la tributación sobre individuos de altas rentas y grandes patrimonios; compatibilizar la imposición sobre distintos tipos de ingresos; y evaluar ajustes sobre la base imponible con criterios de equidad.
Aconseja luego: integrar el tratamiento de los trabajadores independientes; reforzar la administración tributaria y facilitar o simplificar el cumplimiento; y encarar procesos de reforma basados en amplios consensos.
Volviendo al caso argentino, el organismo recuerda que a fines de 2020 se introdujo un aporte solidario y extraordinario por única vez con base en el patrimonio de las personas físicas de mayor riqueza, a fin de financiar políticas públicas orientadas a morigerar los efectos de la pandemia. «El destacable rendimiento recaudatorio obtenido, en torno al 0,5% del PIB, sugiere la existencia de un espacio fiscal considerable en este campo», concluye la CEPAL.