28 de mayo de 2023
Se prevé una mayor siembra del cereal y un fuerte aumento de la producción y las exportaciones. Mejores condiciones climáticas y precios internacionales.
Cosecha. La superficie destinada al grano rondaría los 6,3 millones de hectáreas, frente a 6,1 millones de la temporada previa.
Foto: Patricio Murphy
El trigo, grano emblemático de la cosecha fina, aportó durante la última campaña (2022/23) apenas 12,6 millones de toneladas. Por la intensa sequía que azotó al país el último trienio, la cosecha del cereal fue un 43% menor a la del ciclo anterior. De un año a otro, el volumen producido cayó nada menos que 9,5 millones de toneladas, con todas las consecuencias que eso supuso en materia de precios internos y de recorte en el ingreso de divisas por exportaciones. Ese dramático cuadro y sus efectos macroeconómicos (ampliados, si se considera el impacto sufrido por otros cultivos) podría empezar a revertirse a medida que vuelvan las lluvias y los suelos recuperen humedad.
En el caso del trigo, las primeras proyecciones sobre el área sembrada son optimistas. La superficie destinada al grano rondaría los 6,3 millones de hectáreas, frente a 6,1 millones de la temporada previa, de acuerdo con la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA). De este modo, la producción esperada es de 18 millones de toneladas, un 45% más que en la campaña anterior.
El conjunto de la cosecha fina (que incluye a la cebada) aportaría una producción de 23 millones de toneladas (42% más que el ciclo anterior), lo cual supondría un valor agregado de 5.427 millones de dólares (33% más que en 2022/23).
El economista jefe de la BCBA, Ramiro Costa, resaltó que las exportaciones previstas crecerán un 49% (hasta 4.545 millones de dólares), mientras el fisco recaudará un 27% más (1.593 millones). Dichos cálculos tienen en cuenta las favorables perspectivas climáticas de largo plazo, como las urgencias financieras de los productores. La siembra del trigo, que comienza tradicionalmente en la segunda mitad de mayo, tiene como factor distintivo la necesidad de liquidez, como consecuencia de los bajos rendimientos registrados durante la campaña 2022/23, explicó la bolsa.
Los ingresos generados por el cereal suelen ser utilizados para financiar la producción de soja y maíz, ya que la cosecha triguera tiene lugar en la misma época en que se implantan los otros granos. Desde luego, se prevén situaciones heterogéneas y menor cultivo en campos menos beneficiados por las precipitaciones (como la zona centro este del país), mientras algunas entidades del sector alertaron sobre eventuales dificultades en la provisión de fertilizantes y fitosanitarios. Esos y otros insumos (urea, herbicidas, fosfato diamónico) registran una importante baja de precios en los últimos meses, que influirá de modo positivo sobre los márgenes de rentabilidad, indicó el economista de la Bolsa de Cereales, Sebastián Gariboldi.
Escenario
La esperada recuperación del cultivo se apoya asimismo en la perspectiva de un escenario: la acción de El Niño (más lluvioso) durante la primavera. También juegan a favor las proyecciones de precios favorables, luego de que el año pasado el conflicto entre Rusia y Ucrania provocó un fuerte aumento de los precios de los principales commodities agrícolas.
La cotización del trigo, en particular, se elevó un 36% en 2022 frente a 2021, según datos del Banco Mundial. El pico de precios internacionales se registró en octubre pasado y desde entonces se observó una tendencia descendente, aunque los valores actuales son «muy buenos», según el analista Costa, ya que siguen por encima de los anotados en los años previos hasta 2018.
Si bien el repunte de esta campaña no alcanzará para repetir el récord productivo de la temporada 2021/22, cuando las tierras no sufrían el déficit hídrico y se cosecharon 22,4 millones de toneladas, los productores creen que se dará vuelta de página al ciclo negativo por la peor seca de la historia nacional, seguida de heladas tardías.
El presidente de la Asociación Argentina del Trigo, Miguel Cané, advirtió que la ampliación de la siembra «dependerá mucho del clima hasta el 20 de mayo y en las próximas semanas». Las precipitaciones que llegarán desde junio, según el agroclimatólogo Eduardo Sierra, recuperarán las reservas de humedad en la denominada zona agrícola núcleo, que comprende el norte de Buenos Aires, sur de Santa Fe y este de Córdoba.
Incentivos
En todo caso, los gobiernos de la Nación y de la provincia de Buenos Aires dispusieron un conjunto de estímulos a los agricultores pequeños y medianos, a fin de paliar pérdidas previas y optimizar los niveles productivos. El ministro de Economía, Sergio Massa, anunció un programa de financiamiento a través de las compañías exportadoras, para que los productores de trigo puedan acceder a fertilizantes, productos agroquímicos y otros insumos.
En tanto, el Gobierno bonaerense lanzó la segunda edición del programa Cerrando Brechas Productivas, dirigido a chacareros de hasta 500 hectáreas sembradas con trigo que presenten rendimientos de trigo iguales o inferiores a los promedios departamentales y que tengan voluntad de recibir asistencia técnica y aplicar mejoras en el manejo de su cultivo. El objetivo es asesorar hasta mil agricultores que cultiven entre 200.000 y 500.000 hectáreas del cereal con una expectativa de mejora de rendimiento de entre 0,2 a 0,5 toneladas por hectárea, lo que representaría un incremento productivo de hasta 250.000 toneladas en el año.