13 de abril de 2016
Marginado de los informativos de la Televisión Pública, el reconocido periodista reflexiona acerca de la política de comunicación del macrismo y los vaivenes de los gobiernos de la región.
Pedro Brieger es sinónimo de análisis profundo de la política internacional. Lo saben los lectores de Acción por las columnas publicadas en cada número de la revista. Fue la cara visible en esa materia en el noticiero de Canal 7 durante los últimos 12 años, donde además conducía, junto con Raúl Dellatorre y Telma Luzzani, el programa Visión 7 internacional. Pero ya no estará en pantalla, al menos en los noticieros, donde su perspectiva era un punto de referencia para miles de espectadores, y aún no queda claro qué piensan hacer las autoridades con el espacio sabatino, donde ya no estará el trío. ¿La razón? El ministro de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, dijo que tiene una «visión muy sesgada y claramente queremos cambiar eso». El mismo funcionario se encargó de señalar que por «razones de austeridad» y de perfil político, Argentina se retira de Telesur. Dos señales en un mismo sentido, si bien se lo mira.
–¿Cómo es su situación en los medios públicos?
–Estuve en el noticiero central de la Televisión Pública (tvp) durante los últimos 12 años y obtuve dos premios Martin Fierro por mis columnas de política internacional. Conmigo se puso en contacto una persona que me dijo que no iba a estar más en la radio ni en el noticiero, luego me confirmaron oficialmente que el programa de los sábados también sería retirado de pantalla. En Radio Nacional sigo pero en un espacio muy acotado del noticiero. Un miércoles a la noche, Hernán Lombardi en el programa Intratables confirmó la noticia y luego interpeló a quienes le preguntaron: «¿Ustedes vieron los noticieros de la tvp en temas internacionales?, tiene una visión muy sesgada y claramente queremos cambiar eso». Soy la cara pública de los noticieros en temas internacionales, entonces cuando dice que es una opinión muy sesgada se refiere claramente a mí. Sesgado es una palabra muy peyorativa. Podría usarse la palabra subjetivo pero no sesgado. La suya también es una opinión sesgada.
–¿Diría que están usando esa palabra para estigmatizar a los periodistas que no piensan como ellos?
–Exactamente. Porque estamos tratando con gente que sabe la significación de las palabras y sesgado es una palabra despectiva, peyorativa. Yo sigo esperando la reunión para entender qué es lo que quieren. Sigo sin saberlo aunque lo que creo es que no quieren más política internacional en los noticieros. Y decidí hablar luego de escuchar a Lombardi, porque mucha gente me preguntaba y, por una cuestión de ética, esperé una segunda reunión. Me tomé 24 horas antes de hacer pública la situación, pero yo me debo a la gente que me escucha hace 12 años y entonces decidí contarles la verdad desde el noticiero, porque no sabía cuánto más iba a estar ahí.
–¿Qué opina de la política comunicacional del macrismo? El gobierno se retiró de Telesur y el canal ya no está en la grilla de los principales operadores.
–Veo una paradoja: el gobierno dice que quiere insertarse en el mundo y al que hace tantos años habla en horario central de política internacional lo quieren sacar. No conozco pormenores del acuerdo con Telesur, pero es claro que es una voz disonante con las nuevas autoridades. Telesur es un canal que apunta a la información regional y mostró las luchas populares que no son del agrado de este gobierno. Además, políticos del oficialismo se mostraron en apoyo de la oposición venezolana. Yo creo que en este caso, uno más uno es dos.
–¿Cuál sería entonces la razón para acallar esas voces?
–Me imagino que si la política del gobierno es la misma receta que se esta aplicando en España y que ha dejado más de cinco millones desocupados y más del 50% de los jóvenes sin trabajo y uno lo cuenta, no es algo que les guste demasiado. Si uno explica que mucho de lo que sucede en Grecia se asocia a la situación ocurrida en la Argentina desde los 90 y hasta 2001, se puede pensar que no quieren que se visibilice. Nosotros en la tvp hemos mostrado mucho la situación en Grecia, adonde viajé dos veces, hemos hablado de la situación de España, también lo hizo Telesur, entonces me imagino que preferirán mostrar otra cosas.
–Que no se sepa lo que ocurre.
–Que no se sepa de la crisis en España, en Portugal, en Grecia. En la tvp le hemos dado mucho espacio a esos temas. Alguien me decía que el tema Syriza (el partido que llevó al poder a Alexis Tsipras en Grecia) lo traje yo a la televisión; que el tema del partido español Podemos lo traje yo. No sé si es del todo exacto, pero que le di visibilidad, no cabe la menor duda. Está claro que le di visibilidad a sectores políticos que al gobierno no le gusta mostrar. Cuando fue la Revuelta de los Forajidos en Ecuador en contra de Lucio Gutiérrez (año 2005), que estaba aplicando políticas neoliberales, nosotros sacamos en vivo en el noticiero central de la tvp a los que se movilizaban en las calles. Probablemente la conducción actual del canal no lo haría.
–En España, por primera vez no pudieron formar gobierno y la irrupción de Podemos tiene mucho que ver con eso. En Grecia, Syriza llegó al poder pero finalmente dejó de lado muchos de sus postulados. ¿Qué se puede decir de esto?
–Tsipras reculó, es cierto. Y creo que la situación en España es incierta, es muy difícil saber si se va a nuevas elecciones el 26 de junio. También es cierto que el gobierno de Mauricio Macri sigue en muchos aspectos las políticas de Mariano Rajoy con el Partido Popular (pp).
–De hecho algunas de las fundaciones que sustentan el pensamiento del pp tienen fuertes vínculos con Macri y el pro.
–Uno puede trazar un nexo también entre los políticos conservadores europeos y Álvaro Uribe (expresidente colombiano), que se opone a los acuerdos de paz en Colombia. Es un hecho muy positivo el rol de Cuba y de Venezuela en esa mesa de diálogo. Nosotros visibilizamos que Uribe estaba y está en contra del proceso de paz.
–El caso de Colombia está en terreno de definiciones, pero los gobiernos progresistas de América Latina viven momentos críticos.
–Respecto de Colombia, me parece que la gran apuesta del presidente Juan Manuel Santos es pacificar el país e integrar a las organizaciones guerrilleras a la vida política para acabar con un conflicto que tiene más de 50 años. Esto choca con muchos intereses de las fuerzas armadas, intereses económicos, de centros vinculados con el negocio del armamento. Esta gran apuesta la puede hacer porque tiene el apoyo de Venezuela y de Cuba y eso implica integrar Venezuela y Cuba a la región, algo que choca con la política de ee.uu. Washington preferiría tener una voz mucho más importante en las negociaciones en Colombia. Pero es claro que la corriente progresista en el más amplio sentido de la palabra ha tenido y tiene un rol fundamental para el proceso de paz en Colombia.
–¿Cómo analiza la situación de Venezuela?
–El gobierno de Nicolás Maduro enfrenta muy serios problemas. Muchos de ellos tienen que ver con la guerra que le han hecho la oposición y ee.uu., pero también hay problemas que ellos no han logrado resolver y ahora pagan las consecuencias. El triunfo electoral de la oposición muestra esto y ahora la pelota está en su campo, porque hay que ver si logran impulsar el referendo revocatorio y derrocar a Maduro. Primero tienen que conseguir las firmas necesarias y luego hay que conseguir los votos y convocar a elecciones.
–¿Y Brasil?
–Lo que vemos allí es una ofensiva en contra de un gobierno que forma parte de esta corriente progresista donde me parece que hay un elemento en común en la región y es que los sectores que históricamente controlaron estos países no toleran que tome fuerza un discurso a favor de las grandes mayorías, los más pobres, la inclusión. En Brasil es clarísimo: por más que Lula y Dilma Rousseff apliquen políticas neoliberales quieren derrocarlos. Para decirlo en lenguaje muy argentino, Lula y Dilma no son del palo. Aunque pongan a un economista neoliberal al frente de Hacienda, para la mayoría de la población Lula sigue implicando inclusión de negros, de pobres, de marginados, que por primera vez en la historia sienten que encuentran un lugar. La política es compleja, no es solamente la aplicación de determinadas recetas económicas.
–En Bolivia sorprendió el resultado del referendo.
–Un gran problema que tienen los procesos de cambio en América Latina es que están liderados por personalidades muy fuertes y muy difíciles de reemplazar. Es muy fácil hablar de alternancia, pero las figuras fuertes son irremplazables. Suceder a alguien como Hugo Chávez no es fácil, suceder a alguien como Evo Morales no lo es, como tampoco lo es con Rafael Correa. Lula encontró una fórmula que parecía exitosa: inventar a alguien. No lo digo despectivamente pero Dilma Rousseff fue la elección de Lula, el partido no la quería. Ahora se ve que no alcanzó y retorna Lula. Los grandes medios de comunicación insisten en este tema respecto de los gobiernos populares. Pero nadie se rasga las vestiduras por los años que estuvo en el poder Felipe González o Angela Merkel.
–Todo cambió después de Franklin Roosevelt, para que no volviera un populista a gobernar en ee.uu.
–Claro. Y cuando en América Latina se plantea la reelección de un mandatario popular estos sectores ponen el grito en el cielo, se plantea que eso es autoritarismo y esto cala en gran parte de la población. Por otro lado, el tema de la corrupción tiene mayor visibilidad, con lo que hay un cóctel explosivo que sufren casi todos los partidos políticos.
–Y al mismo tiempo hay un problema con los partidos populares que en ocasiones recurren a zonas oscuras de la economía y de la política.
–Es cierto. Muchos de los gobiernos progresistas han establecido vínculos con empresarios corruptos especialmente en medios de comunicación, a sabiendas de que se metían en un problema, pero aparecían como aquellos que los podían apoyar y contrabalancear la hegemonía mediática. Y muchos quedaron atrapados en esto, no solo en el tema comunicacional.
–A Lula lo acusaron de haber llevado en aviones oficiales a empresarios para que hagan negocios.
–Todos los gobiernos tratan de exportar y de llevar a sus empresas nacionales a todos los rincones del planeta para que hagan negocios. Lo hacen todos, el tema es si eso indica corrupción o favorecer a unos en desmedro de otros. Para mí no es condenable ni implica que el presidente está recibiendo una dádiva por llevar a un empresas determinada a hacer negocios. Lo cierto es que hay algo que no está resuelto y excede mi capacidad de análisis sobre la relación del mundo empresarial y gobierno en todo el mundo.
–No es un tema exclusivo de los países de la región como sostiene cierta prensa.
–Exactamente. Los alemanes, que tantas veces se presentan como los más honestos, han estado involucrados con muchas de sus empresas en escándalos de corrupción. Ni que hablar de la historia nefasta de empresas privadas vinculadas con los campos de concentración. Pero el caso es que en los gobiernos progresistas eso es un problema, porque ¿con quién hace negocios un gobierno? Y…con los que están.
—Alberto López Girondo
Fotos: Horacio Paone