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Un rol para las Fuerzas Armadas

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Con el antecedente de un paso anterior por el cargo y una larga trayectoria política, el ministro de Defensa explica los objetivos de su plan de gestión y enfatiza la necesidad de mantener la unidad de la coalición de gobierno. Respuestas ante el desafío inesperado de la pandemia.

Pablo Tassart - Fotos: 3Estudio/Juan Quiles


Alejado de los tonos altisonantes de la política, Agustín Rossi, ministro de Defensa de la Nación, asegura no sin firmeza sobre este difícil presente político y social: «Fuimos elegidos para gobernar la Argentina. Nos tocó en este contexto y hay que hacerse cargo». Es sábado a la mañana y Rossi toma mate para acompañar la entrevista, luego de haber repasado por videoconferencia los pedidos y necesidades que surgen desde los distintos puntos del país hacia su cartera. Es que las medidas sanitarias para enfrentar la pandemia multiplican las tareas de su área: desde el traslado de personal médico hacia las provincias, hasta la distribución de alimentos a zonas alejadas que han quedado aisladas por inclemencias climáticas. Asegura que su gran objetivo para este período es reequipar a las Fuerzas Armadas (FF.AA.) y «dar el debate de qué fuerzas tenemos y para qué las queremos».
Con larga trayectoria política, el santafesino ejerció un breve período en la misma cartera en la que hoy se desempeña durante los dos últimos años del mandato de Cristina Fernández de Kirchner y fue diputado y jefe del bloque por el Frente para la Victoria entre 2005 y 2013. Por eso su mirada política siempre es importante, por ejemplo, su opinión sobre las críticas internas que surgen a veces hacia el Gobierno nacional: «Cada vez que aparecen diferencias en la coalición oficialista, claramente es un festín para la oposición».
–Teniendo en cuenta que su gestión anterior fue corta, ¿se plantea algún objetivo especial para este nuevo período?
–Lo anterior tuvo la singularidad de que llegaba a un Gobierno que estaba finalizando. De hecho, si ganaba Scioli yo no habría seguido siendo ministro. Entonces la planificación era más corta. El objetivo fue que tratara de fortalecer la vinculación de las FF.AA. y la sociedad civil y, cuando me fui, parcialmente se había cumplido. Porque uno ve en la vida cotidiana que un oficial va a su trabajo con su uniforme y lo hace normalmente. En esta nueva etapa, el objetivo es que la Argentina visibilice que debe tener una política de defensa y para eso necesitamos fuerzas instruidas y formadas, pero también equipadas. Estamos en un país importante en el mundo: somos la octava superficie, estamos subpoblados, tenemos riquezas y recursos naturales, un litoral marítimo extenso, una ubicación geográfica estratégica desde el punto de vista geopolítico, ya que junto con Chile tenemos riberas en el Estrecho de Magallanes que une los dos océanos. En un mundo que, en cambio, tiene demanda de recursos naturales y está superpoblado. En ese marco, debemos tener una política de defensa cooperativa con los demás países, pero fundamentalmente con América Latina, con un sistema de defensa regional reactivo y disuasivo. Pero para disuadir hay que tener con qué.

–¿Y qué espacio hay para esta inversión en un país que tuvo que salir de manera urgente a reacondicionar el sistema de salud?
–Yo no creo que sea un problema económico sino político. O el país decide tener una política de defensa o decide tener las FF.AA. que tenemos ahora: sin aviones supersónicos, sin submarinos, sin defensa tierra-aire, con la Fuerza Aérea usando un avión de transporte de hace 45 años. Esto tiene que ver con una decisión política, porque plata falta para todo: para seguridad, salud pública, educación. Lo que digo es que la defensa siempre ha estado fuera del radar de la inversión. Pero como les digo a mis colegas del Gabinete: cuéntenme para la desgracia, pero cuéntenme para la fiesta también. O sea: si hay que achicar, achicamos todos. Pero cuando hay crecimiento y posibilidades de invertir cuenten proporcionalmente a la defensa también.
–¿Pero usted comprende que hay sectores que son reactivos a destinar plata a esta área, teniendo en cuenta la historia de nuestro país y en este contexto?
–Es un debate que hay que dar. Yo comprendo esa posición, pero si ese es el pensamiento, no tengamos FF.AA. entonces. Si las vamos a tener, que sirvan para algo, adiestradas y equipadas. Porque lo que ha pasado es que desde la recuperación de la democracia hubo dos corrientes de pensamiento: una que consideraba, sostenida por la historia trágica de 1976 a 1983, que una de las formas de bajar la posibilidad de interrupciones institucionales era achicar el poder de las FF.AA. y eso significaba desfinanciarlas. Y otra corriente que pensaba que había que achicar el Estado y a lo primero que se apelaba era a las FF.AA.para reducirlo. Esto dio como resultado un proceso de desinversión durante muchísimo tiempo.
–Cuando se hundió el submarino ARA San Juan el macrismo culpó a su gestión. ¿Qué responde a eso?
–El mismo expresidente Macri dijo que había partido en condiciones óptimas. Esto me releva de cualquier tipo de acusación berreta y sin sustento, como en general son las de la Coalición Cívica. Nosotros entregamos el ARA San Juan en 2014 a la Armada Argentina, la recepción definitiva fue en 2016 y se hicieron las pruebas de inmersión. Recién en noviembre del 2018 se produjo el accidente, cuatro años después. Se habló mucho de la soldadura y cuando se ven las fotos se nota que están en perfecto estado. Al contrario, si no se hubiese hecho la media vida que se hizo en Tandanor, el reproche podía ser válido.
–¿Hoy se ha hecho una evaluación de cómo están las fuerzas operacionalmente para que no se repitan hechos como los del ARA San Juan o como la reciente caída del caza A4 Skyhawk en el sur de Córdoba con la muerte de su piloto?
–Acá es donde se ve la falta de presupuesto. Nosotros en la base de San Luis tenemos 20 aviones A4 pero solo cinco están en condiciones de volar. Y ahora cuatro. Pero los que salen a volar lo hacen en condiciones óptimas, además el piloto era excelente con muchas horas de vuelo. Hemos hecho todas las recomendaciones para que cada vez que salga un buque o un avión, tenga las condiciones absolutamente razonables como para salir. Nadie sale a volar o navegar para arriesgar su vida y la de sus compañeros, ni nadie los manda. Porque además no estamos en una situación de emergencia o conflicto bélico. Por ejemplo, en el Operativo Manuel Belgrano, que es lo que estamos haciendo en el marco del COVID-19, tenemos camiones nuevos y camiones de hace 40 años. Estos funcionan por la buena mano del personal del Ejército. Son los viejos Unimog, los ves andar y te emocionan. Ahora, yo preferiría tener unidades 0 kilómetro, que gasten menos, que sean más seguros, más cómodos y veloces.
–Si el A4 salió en condiciones y el piloto era excelente, ¿qué fue lo que sucedió? ¿Ya se hizo la evaluación técnica?
–Para eso está la comisión técnica evaluadora que presentará el informe. Sería imprudente de mi parte adelantar una opinión en ese sentido. Lo que le puedo decir es que el accidente se dio en el marco de una prueba muy riesgosa que es la del combate aire-aire.

–Cuando hubo críticas internas por una reunión que Alberto Fernández había mantenido con empresarios, usted fue uno de los ministros que salió a apoyar al presidente, ¿por qué lo creyó necesario?
–Nosotros somos una coalición que se formó para ganar las elecciones como se hizo, de manera clara y contundente. Pero no pensamos todos igual sino parecido, una coalición admite miradas distintas. A partir del 10 de diciembre esto pasó a ser coalición de gobierno y, es más, se amplió con la participación de Marco Lavagna y Ricardo Alfonsín, por ejemplo. Mi idea es que uno tiene que asumir la responsabilidad que le toca y nos toca gobernar el país en el momento que nos tocó. Y, en el marco de esta etapa difícil, yo creo que la mejor manera que podemos funcionar como coalición es trabajar en un marco unitario debajo de quien conduce. Mi experiencia es que de los peores momentos salimos con un fuerte liderazgo y todos unidos detrás, primero de Néstor, después Cristina y ahora de Alberto que es quien conduce. Hoy Argentina nos pide dos cosas: terminar de gestionar la pandemia e iniciar el proceso de recuperación económica. Y esas dos acciones lo tienen al presidente como líder. Entonces nuestro espacio político lo que tiene que hacer es fortalecer eso para darle una respuesta a la sociedad.
–¿Pero de esta manera no se anula la riqueza de variedad de pensamientos que caracteriza al Frente de Todos?
–Yo defiendo la diversidad de pensamientos. Pero tenemos que saber que estamos haciendo política en Argentina. Hay que entender el contexto. Yo escucho a los compañeros asociar esto con 2003 y creo que puede tener algún tipo de parentesco forzado desde el punto de vista económico, pero no desde lo político. En 2003 gran parte de la oposición se había ido en el helicóptero junto con De la Rúa, estaban desperdigados. Esto duró hasta 2011, cuando Cristina le sacó 37 puntos al segundo que fue Hermes Binner. Hoy la oposición sacó 40 puntos en la elección, tiene fortaleza institucional, más en Diputados que en Senadores, tiene gobernadores, tiene al jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Y, además, usted ve un sistema de medios de comunicación que, siendo indulgentes tienen menos condescendencias con nosotros que con el macrismo, y siendo más exactos, gran parte de ellos están parados en el mismo lugar que estaban durante los últimos seis años de gestión de Cristina Fernández. Así, cada vez que aparecen diferencias en la coalición oficialista, claramente es un festín para todo este sistema: políticos opositores y medios. Como resultado tenemos un desgaste innecesario. Podemos tener diferencias, pero en la acción hay que encolumnarse detrás del presidente. Además, estamos en un momento bisagra, en la peor etapa de la pandemia y ahora en el tramo final de la renegociación de la deuda.
–En la gestión de la pandemia parece haber puntos de acuerdo con dirigentes de Cambiemos, pero hay sectores de ese núcleo que redoblan las críticas, ¿Cuál es su análisis respecto del rol actual de la oposición?
–No solo en eso acordamos. Los planteos de la renegociación de la deuda fueron aprobados por unanimidad en el Congreso; apoyo que valoro mucho. Y más allá de los fuegos de artificio discursivos, con el sector que tenía responsabilidad de gestión logramos actuar de manera acorde con las necesidades que impuso la pandemia. Obviamente no es el mismo apoyo que durante los primeros meses de cuarentena y esta situación les ha dado algo de visibilidad a aquellos sectores más contestatarios. Pero no les doy demasiada importancia porque son aquellos que no tienen ninguna responsabilidad institucional y que no están pensando en cómo resolver las problemáticas de los argentinos sino en posicionarse electoralmente. Sí me parecen irresponsables las convocatorias a las marchas, que por otra parte terminan siendo bastante escuálidas, porque son un peligro desde el punto de vista sanitario. Todo el discurso de cuidar a los argentinos se les cae cuando convocan a estas acciones. Hacen lo contrario a lo que se sugiere en todas partes del mundo.

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