Voces

Trayectoria y convicciones

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Después de 5 años de mandato y décadas de actuación en el movimiento cooperativo, Rubén Cédola deja la presidencia del IMFC. Balance, reflexiones y desafíos pendientes.

 

La militancia cooperativa de Rubén Cédola comienza en mayo de 1964 como empleado de la antigua Caja de Crédito de Berisso, su ciudad natal. Si bien ingresa allí como empleado y posteriormente pasa a ser jefe de créditos, su inclinación a la participación política y social lo llevó a involucrarse en la vida institucional de la cooperativa bonaerense. Este compromiso fue el que lo acercó a su máximo referente, Floreal Gorini, expresidente del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y principal impulsor del Centro Cultural de la Cooperación. «Por la importancia de la cooperativa de Berisso, las autoridades del IMFC solían visitar la entidad con invitados para que conocieran esa experiencia. En esas visitas conozco a Gorini que, luego de un tiempo, me invita a participar. Por eso digo que yo entré al Instituto de la mano de Gorini y felizmente me fui de la mano de él», manifiesta emocionado el dirigente. Cédola ocupó diversos cargos en el movimiento nucleado en el IMFC: fue gerente de la sucursal Berazategui del Banco Credicoop; presidente de la comisión asesora de la filial Mar del Plata del IMFC e integró el consejo de administración del Instituto Movilizador como vocal, vicepresidente, secretario y finalmente como presidente.
–¿Cómo fueron sus primeros pasos en el cooperativismo de crédito?
–Empecé como empleado aunque a veces las circunstancias te hacen llegar antes de tiempo a los cargos. El jefe de crédito de la caja tenía dos empleos, trabajaba en uno de los frigoríficos que había en la ciudad y tuvo que dejar la cooperativa, entonces me ofrecieron ese puesto. Recordemos que Berisso en ese entonces era una localidad muy pujante porque allí funcionaban dos importantes frigoríficos y muchos de los empleados de la caja trabajaban también en esos establecimientos. Allí conocí al doctor Alberto Rezzónico, quien fue integrante del consejo de administración de la cooperativa de Berisso y luego presidente del IMFC, en dos períodos alternados. A mí siempre me gustó la actividad política y la participación institucional. De joven militaba en la Unión Cívica Radical y cuando esta se escinde entre las corrientes de Frondizi y Balbín adhiero a la Unión Cívica Radical Intransigente. También fui secretario del Consejo de la Comunidad en Berisso, y cuando ingresé a la cooperativa me sumé rápidamente a la actividad institucional de la misma. Después continué mi militancia en la filial de Credicoop de Berazategui, donde fui gerente por un ofrecimiento generoso de Carlos Heller, ya que había concluido mi actividad en el Banco de Berisso. Posteriormente me mudé a Mar del Plata y me sumé a la comisión de asociados de la filial Centro del banco. Luego me incorporo al Instituto de Mar del Plata y fui ocupando diferentes espacios dentro del IMFC.
–¿Cuál es su visión del cooperativismo luego de tantos años de militancia en el movimiento?
–A mí me marcó la visión de Floreal Gorini y la posición adoptada por el Instituto Movilizador, que siempre fue una entidad que no se resignaba a ser solamente asesora para la generación y funcionamiento de cajas de crédito cooperativas. Cada cooperativa impulsada por el Instituto tenía que tener una secretaría de Educación; teníamos que hacer actos, teníamos que decirle a la gente por qué existía la cooperativa de crédito y que su objetivo no era solamente prestar un servicio como es el financiamiento. Por eso el Instituto en el año 1966 crea el periódico Acción y en 1973 funda Idelcoop, con el fin de difundir sus ideas y colaborar en la formación de sus dirigentes. Los que integramos el IMFC estamos convencidos de que la educación tiene que ser un factor fundamental que acompañe al desarrollo del cooperativismo. Un factor de transformación. Ese objetivo siempre estuvo presente en el Instituto porque aun en los momentos más difíciles el movimiento planteó nuevos desafíos. Floreal soñaba con un centro cultural de envergadura, y la construcción de la nueva sede en la avenida Corrientes, posibilitó que se convirtiera en uno de los más importantes de la ciudad, y lo tuvo a él como su primer director. Podríamos preguntarnos: ¿Por qué hace todo esto el movimiento el cooperativo adherido al IMFC? Porque aspiramos a cambiar la sociedad y se debe empezar por la educación y la cultura. Prueba de ello es que estamos tramitando ante el Ministerio de Educación la creación del Instituto Universitario Cooperativo. Nosotros realmente estamos comprometidos con que la cooperación debe ser el instrumento que posibilite tener una sociedad con mayor inclusión social, por eso creo que los dirigentes de todas las ramas de la cooperación tenemos que trabajar para que las cooperativas tengan mayor inserción en la sociedad y no quedarnos solamente con brindar un buen servicio. La ONU impulsó que el año 2012 debía ser el Año Internacional de las Cooperativas, pero se planteó que lo pequeño es hermoso, entonces cuando Carlos Heller fue expositor, manifestó que lo grande es hermoso como lo pequeño, en la medida que esté acompañado de un proceso institucional como corresponde. Y prueba de ello es el Banco Credicoop Cooperativo con sus 257 filiales, en cada una de las cuales funcionan las comisiones de asociados, lo que demuestra que se puede ser grande, eficiente y democrático. Este es el desafío. No tenemos que descuidar la participación política y no es casualidad que tenga en este momento en mis manos el libro Política y cooperativas de Jacobo Amar. Allá por los 60 él decía: «Quienes trabajan en la defensa y desarrollo de la propia economía del país, están participando en un quehacer eminentemente político, mal que les pese a los que se asustan por la sola enunciación del vocablo». Carlos Heller en su libro Palabra política destaca que hay que desmitificar la idea de que la política es una mala actividad. Es una actividad imprescindible, como la sindical. Lo que en realidad debemos hacer es imaginar formas para que se cumplan sus verdaderos fines, que son  transformar la sociedad. Hoy, a mes y medio de las próximas elecciones, tenemos que tener en claro que se ponen en juego dos modelos de país. Yo estoy convencido de que tenemos que apoyar el programa de país que profundice el proyecto nacional y popular con inclusión social, en contraposición del que manifiesta el otro proyecto que es el de la devaluación, el no funcionamiento de las paritarias, la apertura de los mercados, con la consiguiente pérdida de fuentes de trabajo. Como solemos decir, esta película ya la vimos. Los cooperativistas no podemos ser neutrales, va contra nuestros propios principios y no tenemos que ser temerosos en manifestarnos. Quiero dejarles a mis hijos, nietos y bisnietos la herencia de mi compromiso.
–En el actual escenario político y económico internacional, ¿el cooperativismo está preparado para demostrar que hay otra forma de organización de la sociedad, una distinta al capitalismo?
–Tengo la sensación de que nos está faltando un poco más de compromiso por parte de la dirigencia en todo el mundo para ser un factor de cambio, tenemos la herramienta, tenemos que saber usarla. Sin ocultamiento, creo que en nuestro país, tanto Cooperar como el IMFC sabemos lo que queremos y estamos trabajando para ello. Entendemos que para que se haga realidad el eslogan de «el cooperativismo es una herramienta de transformación social» debemos capacitarnos y los dirigentes debemos comprender que podemos transmitir a la sociedad nuestras ideas, principios y valores. Si se entendiese que no podemos seguir hablándonos entre nosotros, para que nos aplaudan un poco más o un poco menos y conformarnos, el eslogan seguirá como tal y, año tras año, cuando celebremos el Día Internacional de las Cooperativas, continuaremos repitiendo las virtudes del sistema. Tenemos que entender que el cooperativismo no es una ambulancia que recoge heridos, que podemos ayudar y socorrer en momentos de emergencia como lo hace nuestro IMFC, sino que tiene que ser una locomotora que empuje al resto para cambiar la sociedad. Creo que el cooperativismo está avanzando, pero me parece que estamos un poco distantes de pelearle al capitalismo su primacía. Si la Alianza Cooperativa Internacional se pusiera como objetivo un plan de mayor trascendencia, seguramente futuras generaciones gozarán de una sociedad diferente. Y esto se logra con responsabilidad y convicciones claras.

–A su criterio, ¿qué hay que hacer para que este modelo tenga mayor alcance en todos los ámbitos de la sociedad?
–Siempre hay que ir un paso adelante. Por ejemplo, desde hace algunos años el Instituto Movilizador está trabajando con el programa de microcréditos y queremos que esa iniciativa funcione en toda la Argentina, pero no podemos quedarnos con eso, en crecer solamente con los microcréditos, porque esta herramienta financiera es solo el primer paso de un largo camino de crecimiento, en lo económico, político y social. Nosotros queremos que los emprendedores se capaciten, que interpreten que tienen posibilidades de desarrollo. Queremos que las cooperativas, en general, no se conformen solo con brindar un buen servicio sino que trabajen para convertir al usuario en un verdadero asociado. El Banco Credicoop, además, por ser una banca solidaria, busca permanentemente la relación con la comunidad, a través de sus funcionarios y dirigentes, y a partir de allí, promueve el desarrollo local y regional de sus habitantes. Por eso creo que, como los ejemplos de los microcréditos y del banco, siempre hay que dar un paso más, y el Instituto Movilizador siempre estuvo a la vanguardia. No debemos quedarnos en la comodidad, si crecemos asumimos mayores compromisos. Si no lo hiciéramos así estaríamos actuando en contraposición con uno de los principios, el de compromiso con la comunidad. Nosotros estamos comprometidos con el cambio social y político. No estamos comprometidos para ver si el Instituto puede tener una nueva filial a secas. Hay que abrir filiales con contenido.
–¿Qué balance hace de sus 5 años de gestión al frente del IMFC?
–Antes de asumir, era secretario, entonces cuando llegué a la presidencia sabía que tenía que hacer cambios y que había que tomar decisiones. La medida más importante que tomamos fue efectuar una reestructuración administrativa porque el IMFC venía de varios ejercicios con déficit en sus resultados anuales. Una medida no deseada, pero sí necesaria. No podíamos negar la realidad si queríamos mejorar el funcionamiento del Instituto. Hoy, podemos decir que por esa necesaria reestructuración los resultados son positivos, con buen nivel de disponibilidades, lo que nos permite impulsar la creación del instituto universitario y readaptar los espacios ya que este va a funcionar en el edificio de la calle Montevideo y tenemos que mover algunas oficinas. Desde el punto de vista financiero y legal ya hicimos todo, ahora estamos esperando que el Ministerio de Educación dé la autorización pertinente. Pero la restructuración no fue solamente administrativa, sino que hicimos un análisis de todos los componentes que posibilitan el funcionamiento del IMFC.
–¿Por qué se retira del cargo de titular del consejo de administración?
–Primero por cuestiones personales, ya tengo 82 años, esposa, hijos, nietos y bisnietos y quiero estar más cerca de ellos. Un buen dirigente, si quiere cumplir bien su función tiene que estar en el lugar que lo convoquen participando de diferentes actividades, tomando decisiones y eso requiere de mucho tiempo lejos de la familia, máxime que el  crecimiento del IMFC a mi entender ya necesita de un presidente ejecutivo de tiempo pleno. Por otro lado, hay que reconocer que las edades son un límite y creo en las decisiones tomadas a tiempo. Floreal decía que las personas no se tienen que perpetuar en los cargos; y me parece que lo que hicimos está más o menos bien, tal vez no es lo ideal, pero lo que se hizo permite que la labor del Instituto se pueda seguir desarrollando sin problemas. Me voy muy bien porque creo que algo queda y lo que queda también es fruto del trabajo de todos los integrantes del consejo de administración que me acompañaron en estos 5 años. Irse a tiempo no está mal. Además estoy convencido de que debe haber un recambio generacional. Decimos que los jóvenes son el futuro y si lo pensamos bien esto es como decir «seguí participando». Y no es así, la gente joven es el presente y ellos van a construir el futuro. El movimiento cooperativo argentino, a mi entender, está en deuda con las nuevas generaciones. Hay que abrir las puertas para que la gente joven se incorpore, con sus matices, con sus errores y virtudes, como lo estamos haciendo a través de IDELCOOP y el Centro Cultural de la Cooperación. Esto no quiere decir que haya que desplazar a los mayores y reemplazarlos por todos jóvenes. El cambio generacional significa que los mayores y los jóvenes trabajen juntos y empiecen a intercambiar ideas con planes de trabajo, y de esa manera los mayores comenzaremos a darles el lugar que les corresponde. Por eso me retiro de los cargos pero voy a seguir colaborando con el movimiento desde un lugar más tranquilo.
–¿Qué significó para usted ocupar ese espacio?
–Sin desmerecer ningún cargo, ser presidente del IMFC es algo a lo que todo dirigente tiene que aspirar. No tuve la posibilidad de pasar por una universidad, entonces, para una persona que se ha ido formando a los empujones con el asesoramiento de Floreal y de otros dirigentes, llegar a ser presidente del IMFC es lo máximo. Es un orgullo estar al frente de una entidad señera que a lo largo de los años mantuvo y mantiene una línea de conducta con sus principios y valores aun en los momentos más críticos. Deseo reiterar mi reconocimiento y agradecimiento a todos los integrantes del consejo de administración, como así también a los funcionarios y empleados por el acompañamiento brindado en estos 5 años de gestión en la presidencia.

Silvia Porritelli
Fotos: Juan Manuel Quintanilla

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