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La injusticia digital

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Impulsor del software libre, explica los riesgos que conlleva la forma en la que utilizamos la tecnología y el descuido de muchos Estados a la hora de proteger su información y la de sus ciudadanos. Privacidad, espionaje y negocios de las grandes empresas globales.

Richard Stallman cambió el mundo de la informática en 1984 cuando comenzó con su proyecto GNU. Por entonces apenas pasaba los 30 años, pero había sido testigo del proceso privatizador del conocimiento informático: mientras antes los programadores compartían naturalmente sus programas para aprender de forma comunitaria y los adaptaban a sus necesidades, desde los 70, nuevas empresas como Microsoft y Apple comenzaron a ocultar el código que los hacía funcionar. Para peor, distribuían sus productos con licencias que impedían copiarlos o modificarlos. Así nacía el software privativo que, justamente, privatizaba el conocimiento acumulado generosamente por la comunidad para cercarlo y cobrar por acceder a él.
Cansado de ese proceso, Stallman, quien ya trabajaba en el Massachusetts Institute of Technology y era un programador reconocido por su procesador de textos EMACS, decidió diseñar software libre (SL) capaz de hacer funcionar una máquina sin recurrir a ningún tipo de software «privativo», que no da acceso al código fuente que permite estudiarlo y modificarlo. Así comenzó, junto con miles de voluntarios, a diseñar GNU. A principios de los años 90 estaba cerca de completarlo, pero le faltaba una de las piezas fundamentales: el kernel, encargado de hacer «dialogar» el software y el hardware de la máquina. En 1992, cuando Linus Torvald liberó su kernel llamado Linux, se completó el sistema operativo completo. GNU/Linux no paró de crecer y mejorar desde entonces gracias al uso, la colaboración de la comunidad y la posibilidad de estudiarlo y modificarlo: hoy en día maneja buena parte de los servidores de internet, la Estación Espacial Internacional y es la base de sistemas como Android, entre muchas otras cosas. En la Argentina en particular, son muchas las cooperativas de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Innovación y Conocimiento que trabajan con SL cotidianamente.
Stallman sigue trabajando en el desarrollo de GNU, pero también dedica tiempo a difundir el software libre que, para él, es más una decisión ética en defensa de los derechos humanos que una simple forma práctica y segura de hacer software.
–¿Qué te trajo esta vez por la Argentina?
–Viajo a muchos lugares con el objetivo de concientizar a la gente acerca de la injusticia digital y promover el movimiento de SL.
–Mucha gente parece dispuesta a sacrificar su privacidad o sus principios éticos por mantenerse conectada y estar más cómoda. ¿Cómo se difunde el software en ese contexto?
–Es difícil para los militantes del SL promover la idea. Es una idea radical. Entonces se resisten a aceptarlo si están acostumbrados a usar unas tecnologías cómodas, pero injustas. Prefieren no ver las injusticias. Pero de todos modos es controvertido. Es muy cómodo negar que hay un problema.
–En tus charlas insistís en los problemas de seguridad. ¿Qué pasa con la adopción de SL en el Estado? ¿Las revelaciones de Snowden ayudaron en ese sentido?
–Munich se decidió por GNU/Linux antes de las revelaciones de Snowden y por otros motivos. La gendarmería francesa adoptó el SL por una decisión general del Estado, pero luego se puso muy contenta de tener el control de su informática.
–¿Por qué no son más Estados los que deciden usar SL como política de Estado?
–Solo puedo sospechar: creo que hay intereses, que ganan dinero así. Sabemos que en todos los países las empresas pagan las políticas que quieran. Microsoft, Apple y Google tienen mucho dinero: serían capaces de pagar políticas favorables y en este caso ni siquiera hace falta un soborno a un político sino un soborno a un Estado. Un soborno a un político es ilegal, pero un soborno al Estado puede ser legal. Es igual de corrupto, igual de dañino, pero legal. La empresa puede ofrecer lo que sea al Estado: una disminución de precio, cosas gratuitas, y es como sobornar al Estado. La ciudad de Mónaco ha decidido volver a Windows y al mismo tiempo Microsoft volvió a llevar su sede europea a Mónaco. Evidentemente es un trato, una manera de pagar que Mónaco vuelva a Windows. No lo admiten: creo que tal trato no se consideraría corrupto, pero es moralmente corrupto.
–En muchos casos la principal razón para elegir software libre es el ahorro.
–Puede haber ahorro, pero es secundario ¿Cuánto vale la soberanía del país? ¿Cuánto vale la seguridad nacional? El uso de cualquier programa privativo en cualquier agencia de función crítica perjudica la seguridad nacional. Como por ejemplo la policía nacional: si usan software privativo están en las manos de una empresa. Si usan Windows están en manos de una empresa extranjera que colabora muy íntimamente con otro Estado, un Estado muy enemigo de Argentina.
–Cada vez más gente usa celulares y tablets. ¿Se puede optar por SL para esos dispositivos?
–Son computadoras pero de otro tipo. Los teléfonos siempre espían y escuchan, entonces es peor aún. No hace falta apreciar la diferencia entre SL y software privativo para ver que el teléfono móvil ataca los derechos humanos y fingen que sea opcional. En algún sentido es opcional porque es posible rechazarlos como hago yo. Pero la gente normal dice que es imposible; pero si es prácticamente imposible, no es opcional, entonces es algo impuesto a la gente, algo injusto, y hay que destruir a ese sistema.


–¿No puede haber software libre para esos dispositivos?
–Por su construcción es imposible hacerlo soportable. CyanogenMod o Lineage [versiones de Android que permiten mayor control sobre el celular] no son totalmente libres. Hay dos computadoras en el teléfono. La segunda es la más peligrosa y tiene el control de todo y solo usa software privativo. Fue fabricado para no poder instalar SL. No la llevaría yo conmigo.
–¿Ve un vínculo entre SL, cooperativismo y economía social?
–Sí y no. Estoy a favor de la economía social, pero para mí es un asunto secundario. Si un programa libre fue desarrollado por una empresa, puedo usarlo. Si una cooperativa publica un programa privativo, no lo uso. Porque se trata de mi libertad. No voy a ceder mi libertad para animar la economía social. La economía social puede facilitarnos la oportunidad de fomentar también la libertad, pero la libertad es más importante que el sistema económico. Al mismo tiempo, el sistema económico del hipercapitalismo es plutocrático, entonces acaba con la democracia y, por lo tanto, con una parte de los derechos humanos. Entonces hay relaciones a todos los niveles.
–Teniendo en cuenta que el modelo más exitoso es el de los datos, ¿cómo se compite desde el SL si también incluye la necesidad del anonimato?
–No es competir. La libertad no compite con la sumisión al poder injusto. La competencia supone varias opciones igualmente legítimas, pero no son igualmente legítimas. El software privativo es una injusticia y no se trata de competir contra él si no de luchar contra él. Es difícil, pero es la lucha que tenemos. No podemos decir «preferiríamos un enemigo menos fuerte». No podemos visualizar estrategias; eso sería suponer más poder que el que tenemos. De hecho, no estamos en posición de llevar adelante una estrategia de varias etapas. No podemos planear, no tenemos control central de lo que hacemos. Seguir una estrategia presupone tener bastante control. Con un ejército uno puede planear una estrategia: «Este año haremos esta estrategia, luego atacaremos por allá». Un ejército tiene su comando central: puede decidir esto primero y luego eso. Pero somos voluntarios que actúan cada uno según sus ideas. Lo que podemos hacer es difundir una idea y esa idea tendrá que motivar a gente a hacer cosas hoy en día y en un año y en cinco años y en diez años. Entonces, cuando más profunda sea su comprensión, mejor podrán actuar. Pero el requisito principal es siempre enseñar el asunto ético. Porque el asunto ético inspira a todas las acciones de la gente, entonces la estrategia de no presentar a todo el asunto lleva que en el futuro la gente no comprenda el asunto, entonces no verá todas las necesidades, no intentará corregir todos los problemas. No puedo implementar estrategias: solo puedo mostrar por qué algunas cosas son injustas.
–El Plan Sarmiento que distribuye netbooks en los primarios de la CABA ya no incluye Debian o Huayra, solo Windows 10.
–Hay que rechazar esas máquinas, esa es la primera cosa. Es muy sencillo. Es importante enseñar a los niños eso porque defiende su libertad cuando ocurre una injusticia. Pero uno debería empezar por decir «no voy a aceptar este contrato por mi hijo».
–Eso podría significar no tener una computadora para muchos chicos…
–Es mejor no tener una computadora que tener Windows. Y sobre todo aceptar un contrato de gilipollas es actuar mal, es hacer injusticia. No tiene excusa excepto para evitar ser asesinado.
–Aprender a manejar una computadora permite acceder a mejores trabajos.
–Ser peor pagado no es un desastre. Actuar inmoralmente es un desastre. El sistema del Plan Sarmiento hay que romperlo. ¿Cómo puedo comenzar? Rechazando la participación. Solo así puede encontrar un obstáculo que lo haga cambiar. La única respuesta al pedido de que usemos Windows es «No». Cuando uno dice «no», tiene la posibilidad de cambiar el sistema. Si uno dice «No me gusta, pero no puedo resistir», el sistema no necesita cambiar. Sería interesante ver qué sucede si los padres de algunos alumnos dicen que no. Porque lo que piden es injusto: me piden una traición que por conciencia no puedo hacer: no puedo aceptar esas condiciones en nombre de mi hijo, porque nadie debe aceptarlas. Así sería posible crear el escándalo necesario, una causa bastante visible para tener la oportunidad de explicar por qué no.
–Como tienen discos sólidos relativamente chicos sugieren que los datos de los alumnos se almacenen en la nube de Microsoft.
–No hay una nube. La nube es la computadora de otro. La palabra nube sirve para ocultar a la gente las cuestiones importantes: qué computadora tendrá esos datos, a quién pertenece, en qué Estado está, bajo qué leyes y qué otras computadoras participan. Quiero la lista completa de computadoras que tratarán estos datos. No los tendré porque no prestan atención. La nube está en la mente del usuario.
–¿Qué es mejor: un programa libre con muchos problemas prácticos o un programa privativo que funcione muy bien?
–El objetivo es tener un programa libre que funcione muy bien. ¿Cómo podemos tenerlo? Comenzando por el programa libre. Si tiene muchos inconvenientes podremos cambiar el código para llegar al objetivo. Pero comenzando desde un programa privativo nunca podemos llegar al objetivo.

Fotos: Jorge Aloy

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