Voces

Escenario de incertidumbre

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El devenir político del gobierno de Cambiemos y de las fuerzas opositoras, la Justicia, el crecimiento del feminismo, la crisis de los medios de comunicación y las audiencias polarizadas, bajo la lupa de la periodista y politóloga. Mirada crítica sobre la situación económica.

En un momento de la comunicación argentina donde la polarización también caló en las audiencias, María O’Donnell propone un periodismo por fuera de esa lógica de bandos. Licenciada en Ciencias Políticas, de larga experiencia en diarios, con tres libros publicados y otro en camino, O’Donnell conduce Tarde para nada, de lunes a viernes, por Radio con Vos (FM 89.9), y el programa 50 minutos, que se emite los miércoles por el canal La Nación+.
Desde su mirada, los «muchísimos errores» cometidos por el gobierno de Cambiemos en materia económica y su peso en las posibilidades electorales de Mauricio Macri, junto con los problemas de la oposición para unificar una propuesta, configuran un escenario marcado por la «incertidumbre». También se refiere a la causa de los cuadernos y al efecto «ambivalente» que tiene para el gobierno, a los riesgos del «discurso que ampara las violaciones a los derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad» y al «peligroso» uso de la prisión preventiva en la Justicia federal. En cuanto a la crisis en los medios de comunicación, fue contundente: «Una tormenta perfecta».
–Además de tu tarea en los medios, sos usuaria de redes sociales, un lugar donde abunda la polarización. ¿Cómo lo manejás?
–Hay que tratar de no dejarse tomar por esas cosas, por esa idea de que siempre que decís algo, no dijiste lo otro o no dijiste lo suficiente. Hay un periodismo que les habla a esas audiencias muy polarizadas, que tienen ya ideas muy preconcebidas acerca de lo que quieren pensar y que se sienten cómodas en la medida en que la información que reciben reafirma sus creencias. Cuando hay audiencias muy identificadas con una posición ideológica o partidaria, o con determinada figura, la tentación de no contradecirlas es muy grande. Pero, justamente, parte de la construcción del tipo de periodismo que hago y en el que creo, uno mucho más anticíclico e independiente que incluye todos los puntos de vista, es un periodismo que deja descontentos a esos extremos. A la larga, se termina entendiendo el tipo de construcción periodística que uno busca. Y creo, además, que si bien son extremos muy polarizados, muy activos y «gritones», si se quiere, en términos de sus voces en redes sociales, en el fondo, son minoría. Para mí, la audiencia general es mucho más vasta.
–¿Con qué perspectiva ves la situación política del país?
–Es muy impredecible este momento, porque estamos empezando a transitar una recesión que va a ser muy larga, no sabemos bien cómo va a reaccionar la economía y cuándo, ni qué costo va a tener el fracaso de la política económica del gobierno sobre sus chances electorales. Está claro que el peronismo está teniendo una dificultad muy grande para su oferta electoral, en términos de que si vuelve a ir dividido o a no encontrar el candidato que congregue amplios sectores, las chances de que Macri gane aumentan. La fragmentación de la oposición es un poco la fortaleza del gobierno, pero esa fortaleza tiene un límite en la realidad, a partir de lo que está pasando con la economía. Para mí, la señal en relación con la política es de incertidumbre, en la medida en que bajan las chances de Macri de ganar en primera vuelta. Lo impredecible vendría en una segunda vuelta.
–¿Cómo juega esa posibilidad de balotaje en el armado electoral?
–Es difícil que Macri alcance lo que necesita para ganar en primera vuelta, eso fomenta la fragmentación opositora, porque hay más gente que cree que puede quedar segunda y tener su chance en una segunda vuelta.
–¿La dificultad del peronismo para lograr esa unidad que se pregona es un problema o un efecto lógico por sus diferencias?
– Creo que son divisiones muy grandes. No le encuentro mucho en común a Juan Manuel Urtubey con Cristina Fernández. Es difícil, porque parte del problema que tienen es que hay un liderazgo como el de Cristina Fernández, que perdió el poder pero que no salió del todo derrotada, y que perdió las elecciones de la provincia de Buenos Aires, pero hoy no hay ninguna oferta electoral dentro del peronismo más convocante que ella, particularmente, en un lugar tan poblado como el Conurbano. Es una dificultad, porque es un proceso en el cual no puede haber renovación, pero, por otro lado, hay un desgaste muy grande de alguien que fue parte del poder por 12 años.
–¿Cómo ves la influencia del Ejecutivo en la Justicia? El foco en las causas contra el kirchnerismo, ¿beneficia al gobierno o tiene costo?
–Creo que el gobierno opera sobre el Poder Judicial, que no es cierto que no tiene operadores, pero que también hay un momento en que los jueces federales adquieren su propio vuelo y autonomía. Claudio Bonadio está en uno de esos estadios, con su propio encono personal con Cristina Fernández, pero también generando, para mí, la causa más robusta en términos de las pruebas que hay y merced a la figura del arrepentido respecto del pago de coimas. Y ahí es ambivalente para el macrismo: por un lado, le conviene tener acorralada a Cristina Fernández en una causa de corrupción, pero por otro, le genera mucho ruido en el campo económico. En un momento de dificultad de la economía, la causa de los cuadernos no colaboró y se frenó toda la obra pública. El gobierno quiere un poco esto que dijo Miguel Ángel Pichetto: la idea de correr solo a los empresarios que dicen «yo pagué» y salvar a las compañías para poder sostener los contratos…


–Es una maniobra compleja.
–Y sí, porque hay una ilegitimidad. Si ganaste una concesión con una coima, tus competidores pueden argumentar que está viciada. Es decir, la legalidad de una concesión que se obtiene con coima es muy cuestionable.
–¿Qué opinás del uso que se está haciendo de la prisión preventiva?
–Me parece que es muy peligroso. Para los presos comunes es demasiado frecuente y uno de los problemas que tenemos en el sistema carcelario es que la mitad está en prisión sin condena. Entiendo que en delitos comunes hay muchos que, por las altas penas, en casos de homicidios, violaciones y demás, la prisión preventiva tiene un sentido, porque la posibilidad de la fuga o reincidencia es importante. Ahora, en los delitos federales, de corrupción, no se había usado nunca. Es cierto que es muy mala la persecución de delitos de corrupción, pero la prisión preventiva no se había usado y se empezó a aplicar de una forma que sienta precedentes bastante peligrosos. De la misma manera, Macri podría haber estado preso, porque Ciro James, el espía con el cual lo acusaban de haber conspirado, integraba la estructura de poder que él conducía como jefe de Gobierno porteño. Lo que hay que buscar es una Justicia rápida, como fue el caso de Once: en cinco años hubo condena y ahí sí es razonable la prisión preventiva. Se mostró que cuando la Justicia funciona, funciona en tiempos razonables. Y me parece que la prisión preventiva es una herramienta que hay que usar muy excepcionalmente y que en los últimos tiempos se usa no tan así.
–¿Te sorprendieron los resultados económicos de Cambiemos?
–Creo que el gobierno cometió muchísimos errores. Macri plantea que la causa de los problemas, fundamentalmente, está en la herencia, por un lado, y en las circunstancias internacionales, las «tormentas», por el otro.
–O sea, en hechos ajenos a su gestión.
–Claro. Su gestión agravó el déficit fiscal en el primer año; la reparación histórica a jubilados es muy cuestionada porque solo mejoró relativamente la situación de los jubilados de nivel medio para arriba, muchos de los cuales no estaban en juicio, y esto generó más déficit; la liberalización total del mercado de capitales; armaron la bola de Lebacs, que trajo un problema muy grande; el atraso cambiario de 2017, cuando querían frenar la inflación para las elecciones; la búsqueda simultánea de bajar la inflación y quitar subsidios, y la manera y la velocidad con que se produjo esa quita. Un montón de factores que tienen que ver con el gobierno que colaboraron para este desenlace. Lo que no creo es que Macri haya tenido este plan, esta idea de que, en realidad, siempre quiso ir al FMI y encontró la excusa perfecta. No. Ahora está en un problema. Sí me preocupan los niveles de endeudamiento con que va a quedar el país al cabo de estos cuatro años.
–Esto, a su vez, tiene una traducción inmediata en lo cotidiano.
–Ni hablar. Por ejemplo, la caída en la inversión en ciencia es algo muy dramático, tiene que ver con hipotecar el futuro. Facundo Manes dijo que «un país pobre no se puede dar el lujo de no invertir en ciencia», y me parece una linda frase porque es contraintuitiva a la idea de que gastar en ciencias es lo postergable. Macri dijo que a él había que medirlo por el resultado de la evolución de la pobreza en su gestión. La pobreza va a terminar este año más alta de lo que la recibió en 2015.
–¿La fragilidad que hoy muestran estos sectores se debe, en parte, a que el FPV no acabó de consolidar la política de inclusión que aplicó?
–El kirchnerismo tuvo el mérito de implementar la Asignación Universal por Hijo y también hubo una cobertura más grande de los jubilados, alcanzando a amplios sectores de la tercera edad. Pero no lograron hacer de esa red de contención un sistema de verdadera inclusión. Son asignaturas pendientes muy importantes. No en el gobierno de Néstor Kirchner, pero sobre todo en el primero de Cristina, con muy buenos precios internacionales y demás, fue un momento que no se aprovechó para generar una inclusión real.
–¿Cómo ves los casos recurrentes de violencia institucional?
–No son nuevos si uno ve el trabajo de organizaciones como la Correpi, pero me preocupa cuando, desde el propio poder, como en el caso de Patricia Bullrich, se baja un discurso que ampara las violaciones a los derechos humanos por parte de fuerzas de seguridad, con esta idea de que, a priori, tienen razón. Sobre todo, en el caso de Chocobar, que fue revisado por la Justicia, estableciendo que hubo un exceso del uso de la legítima defensa. Si no surge de las autoridades civiles un discurso y una acción de fuerte control civil sobre el sector armado, es un problema, puede pasar que se ampare estos casos y que haya sectores que se sientan envalentonados.
–¿Qué diagnóstico hacés de la crisis en los medios de comunicación?
–Hay una especie de tormenta perfecta, que ha hecho que la situación de los medios sea un drama. Por un lado, está el cambio tecnológico, con lo que significa el desafío de monetizar los contenidos, algo que pasa en todo el mundo, por ejemplo, con la migración de las audiencias de la televisión abierta hacia Netflix y otras plataformas, y con el tema de internet. Hay un dilema en el mundo sobre cómo circulan los contenidos y quién acapara la publicidad, que ha puesto en jaque el modelo de negocios de los medios.
–Y en nuestro país, ¿qué peculiaridades tuvo este proceso?
–Esto viene hace tiempo, lo que pasa es que durante el gobierno de Cristina Fernández el uso, para mí totalmente distorsionado, de la publicidad oficial como premio y castigo, pero sobre todo para sostener contenidos afines al gobierno, hizo que un montón de medios nacieran, crecieran y tuvieran vigencia al calor de la pauta oficial. Y cuando Macri la cortó, se quedaron sin forma de financiamiento. A eso se suma un gobierno de Cambiemos que no ve ningún uso en los medios públicos, que no tiene interés por la generación de contenidos desde el Estado y que, más bien, lo mira en el marco del ajuste del resto del sector público; y un Ministerio de Trabajo que es totalmente pasivo ante la crisis en los medios.
–¿Cómo se podría abordar esta situación?
–No creo que la publicidad oficial sea la solución. Hay que buscar métodos de subsidios, que tengan que ver con alientos impositivos, pensar en los medios chiquitos e independientes, en cómo sostenerlos. Los que todavía imprimen están muy ahogados por el precio del papel. Y me parece que el gobierno no ha tenido ningún interés en pensar soluciones creativas para un sector tan dramáticamente golpeado. Además, ha cooperado con la crisis por el manejo que tuvo de los medios.

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