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Comunicación desde otro lado

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Referente de Barricada TV, señal con estudios instalados en una fábrica recuperada, la periodista analiza la situación de los medios alternativos luego de los cambios en la legislación audiovisual. Agenda informativa, lucha por el reconocimiento de los espacios comunitarios y el rol del Estado.

La esquina de Querandíes y Rawson, en el porteño barrio de Almagro, alberga un símbolo de la lucha de los trabajadores por preservar las fuentes laborales mediante la autogestión. IMPA, nombre de la cooperativa y sigla que responde a Industrias Metalúrgicas y Plásticas Argentinas, no solo sigue en pie, produciendo, sino que alberga un centro cultural y una de las experiencias más notables de comunicación comunitaria y alternativa, Barricada TV, cuyos modernos estudios equipados con la tecnología indispensable para transmitir en señales digitales está instalado en el edificio de la fábrica. «Es una experiencia de la cual se han apropiado organizaciones sociales, populares y de militancia, y sobre todo el movimiento de fábricas recuperadas, que tienen en Barricada TV un lugar de expresión al que consideran propio», explica la referente y fundadora de la señal alternativa, popular y autogestiva que transmite en la frecuencia 32.1 de la televisión digital.
Natalia Vinelli, autora de los libros La televisión desde abajo, historia, alternatividad y periodismo de contra información, y ANCLA, Rodolfo Walsh y la Cadena Informativa, se define como militante, periodista y docente –da clases en la Universidad de Buenos Aires– y comienza a explicar en detalle el largo camino recorrido por el canal hasta alcanzar el reconocimiento legal de una licencia de tv para emitir por señal digital. Todo comenzó luego de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en octubre de 2009. El sector de la comunicación alternativa celebró la división del espectro en tercios, uno de los cuales estaba destinado a la comunicación sin fines de lucro. Sin embargo, transcurrieron varios años hasta que se logró el otorgamiento de licencias. «Durante la gestión anterior nos movilizamos varias veces con el sector de los medios alternativos, populares y comunitarios reclamando que se hicieran los concursos. De hecho, los primeros que salieron en en 2011 fueron muy restrictivos para nosotros. Los denunciamos y, finalmente, se declararon nulos. En mayo de 2015 se abren nuevos concursos que contienen algunas de las perspectivas que nosotros planteábamos. Hubo capacitaciones y mucho trabajo que permitió que nos pudiéramos presentar. Esos concursos se realizaron sobre la base de un plan técnico de frecuencias en televisión digital que se había armado en 2014, que reorganizó el espectro y ubicó las frecuencias y los actores. Planteó una migración de todos los canales que hasta el momento venían experimentando en televisión digital, los reorganizó y destinó algunas frecuencias para baja potencia. Entre ellas, la número 33 en la Ciudad de Buenos Aires y la 19 en provincia de Buenos Aires, que fueron algunos de los canales digitales que se destinaron a los actores no lucrativos».
–El concurso lo ganaron a fines de 2015. ¿Cómo fue el proceso de puesta en marcha de las emisiones tras el cambio de gobierno?
–Los medios no lucrativos y comunitarios veníamos financiándonos a través del Fondo de Fomento Concursable, el Fomeca, establecido por la ley audiovisual en un artículo que se mantiene vigente para el financiamiento de los medios comunitarios, de pueblos originarios y de frontera. Ahora estamos complicados porque hay atrasos muy grandes en los pagos. De entrada empezó a quedar en claro cuál era el lugar que esta gestión nos daba, claramente no uno privilegiado, sino uno marginal. En lo referido al canal, en la frecuencia 33 que nos otorgaron estaba funcionando en carácter de prueba, con los papeles vencidos y con normas que lo mandaba al 35, Canal 13. Y no solamente no se mudó sino que interpuso una serie de medidas judiciales para declarar inconstitucional todo el proceso de la Televisión Digital Abierta. Esto hizo que durante el año pasado estuviéramos muchas veces movilizados y en reuniones con funcionarios del ENACOM (Ente Nacional de Comunicaciones), planteando nuestro derecho adquirido, el derecho de ser licenciatarios operadores con concurso público de antecedentes, con todos los papeles en regla, dándose por primera vez en el país la situación de que un medio comunitario –insisto: con todos los papeles en regla– es interferido de manera total por un medio comercial que no tiene los papeles en regla ante la inacción del ENACOM.
–¿Con qué argumentos el canal del Grupo Clarín no aceptó lo dispuesto por la ley?
–Ellos cuestionan todo el proceso de la Televisión Digital, no quieren multiplexar el canal, es decir dividirlo y tener que llevar gratuitamente a nadie. Porque la normativa lo que dice es que nosotros en tanto operadores tenemos la obligación de dividir el canal digital y llevar gratuitamente un tercero, sea comercial o sea sin fines de lucro. Es decir, establece que el vínculo es gratuito. Ellos siempre estuvieron en contra de eso y plantearon que tenía que ser pago. Y además de ser pago, quieren quedarse con todo el canal digital, con toda la banda y no dividirlo con otros. Plantean que eso va en contra de su derecho a la propiedad y que los medios comunitarios y sin fines de lucro competimos por la pauta publicitaria con ellos. Es de un nivel de cinismo enorme.
–Finalmente, luego de muchas protestas y movilizaciones lograron el reconocimiento.
–Sí. Se reorganizó la grilla y a los canales sin fines de lucro nos ubicaron en la frecuencia 32 de la TDA, la que antes le correspondía a América. A los canales espejo de los comerciales los dejaron donde estaban, es decir, consolidaron su posición. Nosotros, Barricada, tendremos ahora un mayor alcance, nuestra señal podrá verse en toda la Ciudad de Buenos Aires y en buena parte del primer cordón del Gran Buenos Aires. Pero tendremos que invertir dinero para elevar la torre y cambiar algunos equipos que solo servían para la frecuencia 33. Para eso necesitamos que se pongan en marcha los Fomeca, si no, estaríamos ante un ahogo financiero. Creo que gracias a nuestra movilización y al acompañamiento de las organizaciones populares, de instituciones que defienden a los medios comunitarios y sus audiencias, investigadoras e investigadores de la comunicación y militantes logramos que se respeten nuestros derechos adquiridos.

–¿Cómo describirías la situación de los medios comunitarios?
–Si tuviera que poner un título diría que estamos en una situación entre la fortaleza y la debilidad. Fortaleza, porque la aplicación de los Fomeca hasta 2015 permitió a muchas experiencias, aunque no a todas, capitalizarse y migrar a digital. Siempre es perfectible, siempre hay alguna cuestión que se pueda criticar, pero en la experiencia directa que tuvimos, funcionó bien. Nosotros presentamos proyectos, concursamos y ganamos. Había una serie de exigencias que cumplimos, rendimos todo en tiempo y forma. Esto es importante porque si no hubiese sido muy difícil poder avanzar en la migración a digital con los costos que eso significa, es decir, sirvió en muchos casos para capitalizar, equipar y profesionalizar el trabajo. Me parece que, en ese sentido, en lo que tiene que ver con la producción de contenidos de calidad, el sector creció. Un programa que se hace en Barricada TV y se graba se puede transmitir en cualquier canal, ya que tiene el mismo estándar de calidad tecnológica. Esa es otra parte de la fortaleza. La debilidad es que llegamos a la legalización apenas un puñado de radios y cuatro canales ya sobre el final del gobierno anterior. Ahí hay una debilidad muy grande, porque si bien nosotros contamos ya con esa licencia, el resto del sector no la tiene. O la gran mayoría no la tiene. Somos 4 canales, Barricada, Urbana TV, Pares TV y Comarca Si, los sin fines de lucro que accedimos a licencias reservadas al 33% del espectro destinado a los comunitarios. Quedaron una enorme cantidad de compañeros y compañeras con experiencia en televisión que no pudieron concursar y eso los pone en un lugar de mucho desamparo.
–¿Con qué criterios definen la programación de Barricada TV?
–Tenemos una programación propia muy amplia y variada. Básicamente, lo que tratamos de hacer es cumplir con las exigencias de programación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que está vigente y establece un porcentaje de producción. Digamos, más del 60% tiene que ser de producción nacional. A nosotros nos pasa al revés. Pero claro, nuestro modo de producción es tan diferente que podemos realizar un montón de material propio sin que nos genere el nivel de costo y trabajo que puede tener la televisión comercial. Tenemos mucha programación propia. Más de la mitad se hace en vivo, con programas, en general, atravesados por los géneros informativos y periodísticos y de debate, que son formatos más baratos. La gran deuda sigue siendo la ficción, cosa que es más cara de hacer.
–¿Cómo se relacionan con la agenda comunicacional predominante?
–Tratamos de no leer el diario para saber qué agenda tenemos que construir. Al contrario, buscamos cuáles son los debates que se están dando en el movimiento social. Y eso es lo que compone centralmente nuestra agenda. Después, obviamente, hay otros temas que son de la agenda de los medios tradicionales que también tomamos pero que tratamos de leerlos desde otro lugar. El noticiero diario tiende a construir una agenda más propia. Puede haber un tema que coincida. No es que hay una definición de que no se va a tratar lo que sale en televisión, pero, al revés, sí hay una definición de construir una agenda propia. Hay bastante programación y también hay productoras comunitarias que traen su programación al canal y que se emiten. Emitimos Resumen Latinoamericano, Cartago TV de Neuquén, Alba TV, que se produce en Venezuela, y Telesur, donde hasta hace un tiempo el Estado argentino tenía una participación que ahora no tiene.
–Mencionaste la calidad estética y la profesionalización. ¿Cómo ves a los medios comunitarios o alternativos en ese aspecto fundamental para ganar audiencias?
–Es un debate que nos atraviesa todo el tiempo, un debate en el cual partimos de posiciones más puristas o más duras, y que en la misma práctica te ves obligada a ver y a resolver. Lo que vemos es lo siguiente: hay un eje importante que es la participación y el acceso de la comunidad, que tiene que tener la posibilidad, siempre que le guste, siempre que le interese, para que pueda participar en el canal. Otro eje es la profesionalización. Porque también hay determinadas formas de consumo de la televisión que hace que cuando la persona va haciendo zapping vaya eligiendo en calidad. Si el espectador ve algo que está mal iluminado o con interferencia sigue de largo y lo que vos querés comunicar no se encontró con su público. Entonces, ahí hay como dos ejes. Lo que tratamos de hacer todo el tiempo es articular para que la participación y la profesionalización puedan ir de la mano. No es que resolvimos esto, pero lo vemos como posibilidad. Creemos que es necesario avanzar sobre la construcción de nuestros propios manuales de estilo, trabajar para que todos los compañeros y compañeras que se acercan puedan aprender las nociones básicas del lenguaje audiovisual. Siempre intentamos que se vea y que se escuche bien, que esté bien contado, que informativamente se entienda, en definitiva, que la calidad vaya hacia arriba. Y que la participación pueda ser con calidad y que no entre en contradicción. Nosotros pensamos que los contenidos son lo más importante. Pero todo el paquete estético y de calidad tecnológica tiene que aportar para que ese contenido –que en definitiva son contenidos políticos, nuestra forma de ver el mundo, qué cosas pensamos para este país y para la patria grande–, llegue al otro lado. Por eso siempre planteamos que queremos hacer una televisión alternativa y no propaganda.

Fotos: Horacio Paone

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