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Integración latente

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Jorge Vilas

El organismo que reúne a los países de América Latina y el Caribe se mantiene vigente bajo el liderazgo de México y Argentina. Perspectivas de un nuevo escenario en 2022.

Alianza estratégica. El canciller Santiago Cafiero y su par mexicano, Marcelo Ebrard, flanquean a Alberto Fernández.

NA

Fundada en 2010, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) es una de las herramientas de integración regional que sobrevivió a la avanzada de Gobiernos neoliberales. Durante los últimos años, estas administraciones revirtieron en buena parte el camino que se había recorrido en la primera década del siglo vaciando los organismos de integración.
El reciente recambio en la presidencia pro tempore –Argentina asumió en lugar de México–, concretado en la cumbre de cancilleres desarrollada en Buenos Aires, es un hecho de múltiples interpretaciones. Una de ellas es que se consolida el vínculo bilateral entre ambos países y sus presidentes, Andrés Manuel López Obrador y Alberto Fernández, quienes toman el liderazgo en materia de integración, tras la defección de Brasil desde la llegada del ultraderechista Jair Bolsonaro.
Que la CELAC se mantenga como un gran foro de debate para los países americanos sin la presencia de Estados Unidos significa también la vigencia de un escenario posible de soberanía estratégica para la región. Más allá de las diferencias políticas, que siempre existen, se mantienen dentro del organismo todas las naciones de centro y sudamérica, con la circunstancial excepción de Brasil.
El espacio permite articular de manera más favorable para los países que lo integran los vínculos con potencias o bloques, por caso, China, país con el que recientemente el bloque acordó el trazado de un plan estratégico conjunto. Estados Unidos, que desde siempre hizo y deshizo a su antojo en la región con la OEA como herramienta política, mira con recelo este esbozo de una agenda «inconsulta» que despliegan los países de lo que considera su patio trasero.
«No hay límite para la integración, la búsqueda de consensos será nuestro mandato primordial», aseguró Fernández al asumir la presidencia y destacó los aspectos comunes que hace que «formemos parte de una patria grande que nos une, aunque muchos hacen lo imposible para dividirnos y consecuentemente someternos con facilidad». Lejos de ideas rupturistas con Estados Unidos, el mandatario argentino aclaró que la CELAC «no se creó en contra de nadie».
El escozor en la derecha continental no tiene que ver tanto con el presente de la CELAC, que los preocupa sin duda, sino con su potencialidad futura. La región atraviesa un período de cambios, que podría profundizarse. Hace poco más de un año el Gobierno popular de Bolivia logro revertir un golpe de Estado apoyado por la OEA y Estados Unidos. Más reciente, el triunfo de Gabriel Boric en Chile abre expectativas de cambio en la orientación geopolítica del país trasandino. Y en perspectiva, aparece en el horizonte de 2022 la sucesión presidencial en Colombia, donde podría perder la derecha liderada por el expresidente Uribe, a manos de Gustavo Petro, exalcalde progresista de Bogotá. Además, este año se realizan elecciones presidenciales en Brasil, y asoma con muchas chances de regresar al poder el líder del PT, Lula Da Silva. Si se dieran estos resultados –falta mucho, pero no es imposible–, el escenario sería más que propicio para consolidar procesos de integración en el marco de la CELAC.
En el ámbito local, a la previsible reacción negativa de la alianza opositora de derecha, se sumó el repique mediático que amplificó sus ideas. Para este sector político y comunicacional, la única política exterior posible es aquella que siga los lineamientos de Estados Unidos, y más aún en el actual contexto de negociaciones del país con el FMI por la deuda contraída durante la gestión de Mauricio Macri. De ahí que tanto en las expresiones de referentes de Juntos por el Cambio como en los análisis periodísticos de los medios concentrados se presente a la CELAC como un organismo que «irrita» a Estados Unidos, dominado por Cuba, Venezuela y Nicaragua, países que efectivamente lo integran, pero al mismo nivel que Chile con Sebastián Piñera, Uruguay, gobernado por Luis Lacalle Pou o Ecuador con Guillermo Lasso a la cabeza. Es decir, hay distintas procedencias ideológicas en los Gobiernos que integran la CELAC.
Argentina ya experimentó un alineamiento total y acrítico con Estados Unidos, sin ir más lejos, durante el menemismo y el macrismo. Los resultados para el país, a la luz de la experiencia histórica reciente, muestran que hay otras opciones. Explorar caminos de vinculación con todos los bloques y potencias mundiales desde una mirada regional, generando fuerza desde el conjunto, es mejor que dejar de lado la mirada propia para inscribirse a la cola de la potencia imperial. 

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