11 de agosto de 2023
En cada elección se presentan alianzas y partidos, algunos nuevos, otros con más trayectoria, pero que en todos los casos cosechan muy pocos votos. Una mirada histórica.
Opciones. En el cuarto oscuro los y las electoras encuentran una oferta muy variada que se reduce luego de las PASO.
Foto: Télam
La audiencia de los canales de televisión se vio sorprendida en las últimas semanas con la irrupción de spots publicitarios de partidos políticos desconocidos y no menos ignotos candidatos. Sin propuestas concretas –tal como muchos de sus colegas de formaciones importantes– los anónimos postulantes hacían gala de un notable narcisismo o, siendo más benévolos, de una autoestima envidiable. Las razones de esta proliferación son múltiples y variadas. Algunos de ellos solo buscan notoriedad, otros se esperanzan con iniciar una carrera política productiva, los hay que utilizan la personería para negociar posiciones en los frentes hegemónicos y no faltan los pícaros que especulan con los fondos que reciben para la impresión de boletas, que les permiten obtener alguna diferencia económica. Suelen negociar con los propietarios de sellos de goma que no discriminan ideológicamente al inquilino.
Distinta es la situación de pequeñas organizaciones políticas que aprovechan la campaña electoral para difundir su ideología y enriquecer su caudal con el ojo puesto en obtener el 1,5% indispensable para participar de los comicios generales y extender su proselitismo aunque ello no se traduzca en un buen caudal de votos.
Antecedentes
Empero, el fenómeno de la repentina aparición de pequeños partidos no es novedoso en la historia política argentina donde se han producido curiosas situaciones. Tal el caso de Salud Pública, cuyo ámbito de acción se circunscribía a la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires. Fundado en 1926 por el médico porteño Gerardo Giacobini, su agenda se centraba casi exclusivamente en cuestiones vinculadas con el tema, tales como la libreta sanitaria para trabajadores gastronómicos, la instalación obligatoria de cámaras frigoríficas en los mercados o la obligatoriedad de consignar fechas de vencimiento a productos alimenticios envasados.
También con objetivos limitados aparecieron y desaparecieron partidos que pretendieron representar los intereses de jubilados y pensionados. Uno de los más notorios fue el Partido Blanco de los Jubilados (PBJ) fundado en 1987 por el periodista José Corzo Gómez, de tendencia nacionalista y apodado «el defensor de los jubilados», que ponía fuerte énfasis en las reivindicaciones de ese grupo social.
En las dos primeras décadas del siglo pasado un cúmulo de acontecimientos nacionales e internacionales –el yrigoyenismo en el poder, la Revolución Soviética, etcétera– generaron fuertes enfrentamientos en el seno de los partidos constituidos. En el radicalismo, el surgimiento del antipersonalismo, en el socialismo, la escisión que daría lugar al Partido Comunista. A fines de los 20 se produjo otro pequeño desprendimiento del PC liderado por José Fernando Penelón, que integraba su dirección y era concejal de la Ciudad de Buenos Aires. En1928 fundó Concentración Obrera que planteaba una mayor atención a las reivindicaciones sociales y a la acción municipal y electoral para lo cual –a su criterio– era necesaria la formación de un partido con raíces locales. En 1946 se opuso tanto a Juan Perón como a la Unión Democrática y fue diluyéndose con el tiempo para desaparecer en 1951.
Los 40, con el reingreso del radicalismo a la institucionalidad tras más de una década de proscripción y abstencionismo, favorecieron un debate que dio lugar a una diáspora notable en ese partido y al surgimiento de grupos minúsculos que pretendieron incidir en la realidad sin lograrlo. Basta con señalar que en las elecciones la disgregación llegó a tal punto que se presentaron la UCR Rojo y Blanco, la UCR Principista, la UCR Auténtica, la UCR Intransigencia Popular, la UCR Antipersonalista y el Movimiento de Recuperación Radical. Todos juntos no alcanzaron el 1% de los sufragios.
Tras la proscripción del peronismo, distintos dirigentes intentaron superar ese escollo aparentemente insalvable mediante la creación de partidos (Blanco de los Trabajadores, Tres Banderas, Unión Popular) que reunieran los requisitos para ser legalizados y rescataran la doctrina de su líder sin mencionarlo, ya que estaba prohibido hasta su nombre. El hecho de que Perón se hubiera pronunciado por el voto en blanco los alejó de su conducción, lo que les ganó el apodo de «neoperonistas».
La más relevante de estas agrupaciones fue Unión Popular, fundada por Juan Atilio Bramuglia, ex abogado sindical proveniente del socialismo que fuera ministro de Relaciones Exteriores de 1946 a 1949. A su muerte, el nombre de la organización fue pasando de mano en mano hasta recaer en las más turbias. A fines de 2014, la Policía Federal realizó un allanamiento en la sede de Ciudadela donde halló una clínica perfectamente instalada donde se realizaban abortos clandestinos. Allí fue detenido el ex diputado Daniel Omar Herrera, titular del local, cofundador del MODIN con Aldo Rico y partícipe del PAUFE, el partido de Luis Patti, que más tarde prestó la personería para el armado electoral de Eduardo Duhalde en 2011.