La escalada del dólar pone bajo presión al modelo económico y el gobierno no puede controlarla. Los anuncios de los funcionarios de Cambiemos y el apoyo del establishment financiero a los activos bursátiles argentinos no alcanzaron a contener la corrida.
12 de julio de 2018
Dujovne y Caputo. Las medidas del equipo económico no lograron frenar la devaluación. (TÉLAM)
Desde hace más de dos meses el equipo económico de Cambiemos intenta contener la devaluación poniendo en práctica distintas estrategias para frenar el crecimiento del valor del dólar. Comenzó con licitaciones diarias de 100 millones de dólares por cuenta del Tesoro Nacional en el mercado mayorista, estableciendo un precio promedio de corte de la divisa. En la primera semana de julio ese mecanismo insumió 1.400 millones de los dólares entregados por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Continuó con una suba de encajes de los bancos en un 3%, para retirar pesos de circulación, y una licitación de Letras del Tesoro (LETES), a las cuales se pudo suscribir en pesos, en dólares o con LEBAC. Esto último además busca desarmar el stock de Letras del Banco Central (a solicitud del FMI) para así quitarle presión al mercado de cambio y facilitar la dolarización de activos. Sin embargo, ninguna de estas medidas parece estar dando resultado, y distintos agentes del mercado ven en el plan un «tirar la pelota para adelante», porque la pregunta que resuena en la city es cómo pagará el Ministerio de Hacienda, dentro de seis meses, esas LETES en dólares sin el ingreso de nuevo financiamiento externo y con un alarmante déficit de cuenta corriente.
El pulmotor del modelo macrista –el endeudamiento externo– muestra fuertes síntomas de agotamiento. El comienzo de una tendencia alcista del dólar despabiló al «gran público», que cayó en la cuenta de que algo no andaba bien, mientras que ya a principios de mayo, la revista Forbes sentenciaba que «puede que sea momento de salir de Argentina», mientras el discurso oficial hablaba solo de meras «turbulencias». La interrupción del flujo de préstamos privados obligó finalmente a utilizar la bala de plata: un acuerdo stand-by con el Fondo.
La recurrencia a ese prestamista de última instancia no incomodó al gobierno nacional y sus aliados. Sin perjuicio de esto, el oficialismo pensaba utilizar esa carta mucho más tarde, ya que la temprana irrupción del FMI complica los planes políticos para 2019.
El 7 de junio se anunció el acuerdo con el Fondo, y el diagnóstico oficial fue que la noticia tranquilizaría el frente cambiario y financiero. Dos semanas más tarde, el optimismo oficial se multiplicó con dos «buenas nuevas»: la aprobación formal del FMI al acuerdo stand-by por 50.000 millones de dólares y la recategorización de Argentina como mercado emergente. Sin embargo, el dólar retomó su tendencia alcista luego de algunos días de cierta tranquilidad. El tipo de cambio llegó a rozar los 30 pesos mientras que el riesgo país superaba los 600 puntos.
Rebrotes verdes
La fuerte devaluación provoca consecuencias negativas en distintos terrenos, como precios, salarios, actividad económica, industria, empleo. En la actualidad, el Relevamiento de Expectativas de Mercado difundido por el BCRA ya estima una inflación anual del 30,1%, mientras que variados analistas (muchos muy cercanos ideológicamente al oficialismo) rebajaron las perspectivas de crecimiento a un 0,5% para 2018.
La escalada del dólar (y del precio internacional del petróleo) también complica los planes de ajuste en materia de subsidios energéticos. La empresa Integración Energética Argentina (IEASA es una fusión de Enarsa con Ebisa) estimó que necesitará alrededor de 29.000 millones de pesos para las importaciones de gas boliviano y cargamentos de GNL. Este monto significa un 100% más que 2017. Además, el incremento del tipo de cambio impacta en el dolarizado mercado de combustibles local. A comienzos de julio, YPF y Axion aumentaron del 5% al 8% sus combustibles, mientras que el incremento de Shell rondó entre 9% y 11%. De esta manera, las petroleras dejaron de lado el compromiso de aumentar apenas el 3% en julio.
Emergente
El ministro de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne, celebró públicamente que la calificadora líder de índices y de armado de carteras de inversión MSCI recategorizara a Argentina como mercado emergente. «Ser emergentes va a darnos acceso a capital más barato y por ende, más inversión, más crecimiento y más empleo para todos los argentinos», señaló Dujovne.
Cabe recordar que Argentina estaba calificada como mercado emergente en 2001, remembranza que aconsejaría moderar el optimismo oficial.
El impacto de la recategorización del MSCI es limitado por dos razones: la inclusión como emergente recién será efectiva a mediados de 2019; y esa declaración solamente alcanza a catorce empresas que cotizan en el exterior (Galicia, Macro, YPF, Telecom, Pampa Energía, Supervielle, Transportadora de Gas del Sur, Francés, Edenor y Central Puerto, Globant, Arcos Dorados y Adecoagro). Incluso, MSCI aclara que la calificación será revertida si el gobierno «introduce cualquier tipo de restricciones de acceso al mercado, tales como controles de capital o de divisas». En otras palabras, la calificadora exige que se mantenga la apertura irrestricta al ingreso de capitales especulativos, una de las causas del incremento de vulnerabilidad de la economía argentina.
El economista Nicolás Zeolla explicó en Página/12 que «ser emergente no implica ningún reconocimiento internacional ni derecho económico exclusivo, hablamos exclusivamente de una clasificación bursátil a empresas que cotizan en la bolsa. Para ellas sí, el hecho de ser clasificado como economía emergente podría implicar en principio un mayor volumen de operaciones y, eventualmente, mayor acceso a financiamiento. Estos efectos no garantizan un correlato de mayor inversión externa, tampoco local».
En segundo lugar, «hay una diferencia técnica entre estar “incluido” y “listado” como economía emergente. MSCI “incluyó” a Argentina pero no la “listó”, por lo que los que compraron lo hicieron especulando que lo seamos en julio de 2019, revisiones mediante. Tercero, cuando se liste a Argentina en el índice no será considerado el mercado accionario argentino (BYMA), sino solo un conjunto de papeles que cotizan en la bolsa de Nueva York». Y para cerrar, dijo: «MSCI puso como condición para listarnos como emergentes no establecer ningún tipo de control cambiario o de capital, reforzando un torniquete que ya había sido fuertemente ajustado con la carta de intención del FMI».