30 de marzo de 2020
La administración de Cambiemos implementó una política económica no sustentable basada en el endeudamiento externo. Cuando este se cortó, recurrió al FMI e implementó un ajuste recesivo que tuvo como punta de lanza la destrucción del crédito. Así, impulsadas por el Banco Central, las tasas de los préstamos subieron a niveles récord. Ni aun así pudieron evitar la crisis de todo el esquema, sumiendo a la economía argentina en una profunda recesión destructora de empresas y empleos y que llevó al Estado Argentino a una virtual cesación de pagos.
A partir del 10 de diciembre de 2019, el nuevo Gobierno ha definido como objetivo volver a poner el crédito al servicio de la Producción y el Empleo. Se trata de recuperar el rol dinamizador del financiamiento en la actividad económica, al revés de lo sucedido durante el Gobierno anterior, donde ofició como un factor de estrangulamiento de la misma. Para ello se ha «reperfilado» la orientación de las políticas llevadas adelante por el Banco Central. En la medida que la delicada situación financiera y las severas restricciones económicas heredadas lo van permitiendo, se van sucediendo las acciones que plasman ese cambio de orientación. La Tasa de Política Monetaria ha bajado 25%, contribuyendo a abaratar el crédito; se han habilitado líneas de crédito especiales para mipymes; se establecieron topes a las tasas de financiación de las Tarjetas de Crédito; se ha anunciado una línea de financiamiento para garantizar la producción y mitigar el impacto económico de la crisis provocada por la pandemia del coronavirus, entre otras medidas. Todas confluyen para aliviar la situación financiera de empresas y familias y muestran un Estado activo que recupera su rol orientador y de fomento de la Producción y el Empleo, un cambio que adquiere más relevancia que nunca en el presente contexto.