Un informe sobre endeudamiento y salida de capitales durante 2015-2019, elaborado por el organismo rector del sistema financiero nacional, a pedido del Poder Ejecutivo, evidencia el mecanismo utilizado por los agentes económicos concentrados.
27 de mayo de 2020
BCRA. En cuatro años la formación de activos externos superó los 86.000 millones de dólares. (Jorge Aloy)
Durante el Gobierno de Cambiemos (2015-2019) se fugaron del país más de 86.000 millones de dólares, y más de la mitad de dicha cifra se concentró en el 1% de las empresas y personas humanas que compraron dólares en ese período, señala el informe elaborado por el Banco Central de la República Argentina (BCRA) a pedido del Poder Ejecutivo nacional.
El trabajo, denominado Mercado de cambios, deuda y formación de activos externos, 2015-2019, señala que «a lo largo de todo el período la formación de activos externos (FAE) de los residentes (coloquialmente llamada “fuga de capitales”) se triplicó, superando los 86.000 millones de dólares», con «una notable concentración en unos pocos actores económicos. Un reducido grupo de 100 agentes realizó compras netas por 24.679 millones de dólares. Apenas el 1% de las empresas que resultaron compradoras netas adquirió 41.124 millones de dólares en concepto de formación de activos externos. Mientras que, en el caso de las personas humanas, tan solo el 1% de los compradores acumuló 16.200 millones de dólares en compras netas». En total, el 1% de las empresas y las personas físicas se llevó más de 57.000 millones de dólares en cuatro años.
Como sucedió en la década del 90, 2016 marcó el inicio de un nuevo ciclo de endeudamiento externo, destinado –como su antecesor– a financiar la fuga de capitales y el déficit del sector público, un punto de partida que desembocó –una vez más– en una grave crisis de la economía argentina, un período en el que el informe identifica dos etapas: la primera fase de auge e ingreso de capitales (entre diciembre de 2015 y principios de 2018), donde la formación de activos externos de los residentes alcanzó los 41.100 millones de dólares (cuyo origen eran las colocaciones de deuda y los capitales especulativos); y una segunda, con aceleración de salida de capitales, que comienza en mayo de 2018, cuando la fuga alcanzó los 45.100 millones de dólares, momento en que el Gobierno recurrió al Fondo Monetario Internacional (FMI), que desembolsó un préstamo récord de 44.500 millones de dólares. Cabe recordar que, a fines de 2015, la deuda pública representaba el 52,6% del PIB. Cuatro años más tarde, llegaba al 90%. Mientras que la denominada en moneda extranjera prácticamente se duplicó en el mismo período al pasar del 36,4% al 70% del PIB. Así, a fines de diciembre de 2019, el stock de deuda pública nacional alcanzó los 323,2 millones de dólares.
«En una economía que históricamente encuentra en la restricción externa (esto es, la insuficiencia crónica de divisas) uno de los principales límites al desarrollo, los más de 86.000 millones de dólares que se fugaron en concepto de formación de activos externos tienen su equivalencia en términos de menor crecimiento e inversión, mayor desempleo y deterioro en la distribución del ingreso», afirma el trabajo.
En pocas manos
«La fuga de capitales mostró a lo largo del período elevados niveles de concentración. Los 100 mayores compradores demandaron 24.679 millones de dólares. Al considerar las operaciones realizadas en concepto de FAE por los mayores 10 compradores, sus operaciones alcanzan en el período los 7.945 millones de dólares», sostiene el informe. En el caso de las personas humanas «tan solo el 10% de ellos concentró aproximadamente el 63,8% de las compras netas realizada por individuos, esto es 47.006 millones de dólares. Si por el contrario se considera únicamente el 1% de personas humanas con mayores compras netas, tan solo 66.639 personas demandaron 16.206 millones dólares, lo que representa el 22% del total». Y agrega: «La persona humana que más dólares compró en el período de referencia realizó operaciones por un monto neto total de 40,5 millones de dólares».
Por su parte, en las personas jurídicas y otros (principalmente empresas y fondos comunes de inversión), «la concentración de la fuga de divisas en pocas manos es todavía más marcada. El 10% de los mayores compradores (8.527 empresas) demandó 51.742 millones de dólares (el 92,9%). Por su parte, el 1% de las mayores empresas compradoras (853 firmas) adquirieron divisas por 41.124 millones de dólares (el 73,8%). La persona jurídica que más dólares compró en el período de referencia realizó operaciones por un monto neto total de 1.200 millones de dólares». El informe desagrega aún más y analiza la composición sectorial de las empresas que constituyeron el primer decil en la formación de activos externos, donde se observa que «los inversores institucionales y otros, junto a las firmas del sector de Energía, se ubican en los primeros puestos del ranking. Por detrás de ellos se ubicaron los sectores de Químicos, Caucho y Plástico, las Comunicaciones, el Transporte, Alimentos, Bebidas y Tabaco, Maquinarias y Equipos y la Industria Automotriz. Este patrón de distribución se verifica tanto para el caso del decil de mayores compras, como para el caso del 1% que concentra mayores operaciones».
Bajo el colchón
Tras aclarar que «la mayor parte de la formación de activos externos terminó fuera del sistema financiero local», el trabajo revela un dato interesante: el stock de billetes que el sector privado mantiene en su poder fuera del sistema, es decir, el dinero que tiene «bajo el colchón», cerró 2019 en 175.000 millones de dólares (aumentó 55.000 millones respecto de diciembre de 2015), al que se agregan los depósitos en el exterior que alcanzaron los 44.000 millones de dólares (14.000 millones por encima de diciembre de 2015)». En total, 219.000 millones de dólares. «Ahí está gran parte de las explicaciones de las cosas que pasan en el país. Porque la contrapartida es el endeudamiento, es el crecimiento de la pobreza y de la pobreza extrema. La contrapartida son los que ganaron mucho y los que perdieron todo», sostuvo el diputado nacional Carlos Heller en una entrevista radial.
En octubre de 2003, la Comisión Especial Investigadora de la Cámara de Diputados sobre Fuga de Divisas de la Argentina durante el año 2001, presidida por el diputado Eduardo Di Cola, presentó un informe donde monitoreó transferencias de divisas al exterior realizadas a través del sistema financiero durante el último año del régimen de Convertibilidad por 29.913 millones de dólares, de los cuales 26.128 millones (87%) fueron girados por empresas y 3.785 millones por particulares (13%). Pero más allá de las cifras y porcentajes, la riqueza del informe residió en mostrar por primera vez la naturaleza de la salida de divisas en la economía local y específicamente cómo el sector privado no financiero «es el agente más dinámico de la fuga», mientras que los bancos operan «como autopistas que vehiculizan la salida», a la vez que el sector público actuó como «garante del proceso, mediante la disponibilidad de reservas y la ausencia de medidas» que restrinjan el drenaje. Conclusiones alcanzadas hace más de tres lustros que se actualizan hoy, tras la gestión de otro Gobierno neoliberal en el país.