Economía

No solo humo

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El sector se encuentra con su menor nivel de producción en 25 años y enciende la luz de alerta de pymes y cooperativas. En ese contexto, algunas plantas procesadoras analizan reconvertirse y ponen su foco en producir proteínas de uso medicinal e industrial.


Mercados. Solo entre el 20% y 25% se destina a consumo interno, el resto se exporta. (GERÓNIMO MOLINA/SUB.COOP)

La producción tabacalera en el país se está recuperando del piso que registró en la campaña 2015-2016 (con el volumen más bajo del último cuarto de siglo), aunque aún peligra la actividad que nuclea a pymes y cooperativas que luego venden la cosecha a multinacionales tabacaleras. En este contexto surgen políticas de flexibilización en materia laboral, como la que autorizó la administración del gobernador jujeño Gerardo Morales en noviembre pasado dando vía libre al trabajo infantil en tabacaleras de su provincia para «tareas livianas».
De acuerdo con un informe difundido por la consultora Economía y Regiones, en 2016 el área sembrada y cosechada de tabaco cayó
un 20% respecto a la campaña anterior y la producción se contrajo un 14% interanual. Con un volumen de 93.671 toneladas producidas, marcó el nivel más bajo de los últimos 25 años, y evidenció una tendencia a la baja. Las provincias donde más duro pegó la crisis, profundizada por el incremento de los impuestos al sector, que redujo los márgenes de rentabilidad de la industria, fueron Chaco (−32,2%), Misiones (−28,3%) y Catamarca (24,3%). Solo entre el  20-25% de esta producción tiene como destino el mercado interno, mientras que el resto se exporta en su mayoría a Bélgica (36%), China (27%), Paraguay (13%) y Estados Unidos (8%).
En ese marco, este año se realizó un nuevo encuentro de la cadena de valor en Salta, donde ante más de 1.000 productores reunidos en la Cooperativa de Productores Tabacaleros de Salta, se analizó la sustentabilidad del sector para los próximos diez años, ya que en el país peligra la continuidad de la labor tabacalera en Misiones y Jujuy, que emplea a unos 11.900 productores. Paradójicamente, en medio de la discusión sobre la manera de modernizar y fomentar la salud a partir de esta industria, algunos funcionarios intentaron (y lograron) retrotraer la situación laboral de los trabajadores a condiciones de esclavitud. El interbloque Cambia Jujuy, que responde a Morales, defendió el trabajo infantil en su provincia bajo el argumento de que «el esfuerzo más grande que pueden realizar como mucho es encañar o desencañar tabaco, tareas livianas y que no hacen nada porque hacen a la cultura de trabajo», se explayó el diputado jujeño Marcelo Nasif, del Interbloque Cambia Jujuy.

A futuro
En la actualidad la producción nacional está destinada en su mayoría a la fabricación de cigarrillos, sin embargo, y en pos de incrementar su sustentabilidad, el sector podría reconvertirse y utilizar las hojas de tabaco para la producción de proteínas de interés farmacológico. Investigadores del INTA y del CONICET están trabajando desde fines del siglo pasado en este tema ya que se «conoce mucha biología (de la planta de tabaco) y tiene ventajas para producir proteínas de uso medicinal e industrial», aseguran desde la Fundación SALES. De acuerdo con un informe de la Fundación, en 2004, se publicó un trabajo pionero en Molecular Breeding, en el cual se explicaba cómo lograron que la planta de tabaco produjera, por ingeniería genética, una proteína (hEGF) para tratar úlceras gastrointestinales, reparar la piel dañada por quemaduras y para uso cosmético. Argentina ingresó así al grupo de países que desarrollan el molecular farming, encabezado entonces por Estados Unidos. Entre las proteínas ya comercializadas, producidas en plantas de tabaco, figura la que ataca al principal agente que causa las caries dentales y otra que actúa en cremas antiarrugas. El paso siguiente es lograr en las plantas de tabaco proteínas antiinflamatorias contra la artritis, esclerosis múltiple y otras enfermedades.

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