Las políticas económicas implementadas en detrimento de la industria en general provocaron un cimbronazo en este sector. Si bien la importación de muebles amplifica la crisis, el problema central tiene como eje la debacle del consumo interno.
25 de julio de 2019
Amoblamientos. En 2018 la producción se contrajo 37,5% y no se espera que repunte. (Horacio Paone)
La caída en las exportaciones, el congelamiento de obras públicas y privadas y el impacto de la devaluación en los costos de producción mantienen en jaque a las pequeñas y medianas empresas del sector maderero. La producción de muebles se contrajo 37,5% el año pasado, y la de madera y manufacturas se redujo un 16,7%. Este año se anticipa que la actividad transitará la misma suerte. Ocho de cada diez empresarios consultados por la Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (FAIMA) estiman que la situación será peor este año. El resultado es la pérdida de 2.000 puestos de trabajo directo, además de suspensiones y recortes de horas, según datos del Sindicato de Obreros de la Industria de la Madera de Eldorado (SOIME).
Según el último dato del INDEC, a su vez, en marzo la producción de madera, papel, edición e impresión se contrajo 7,9% respecto a igual mes de 2018. La cifra revela que todavía se está lejos incluso de un rebote de la actividad, cuya caída se profundiza. La cadena de valor de la madera nuclea a cerca de 9.500 empresas y emplea en forma directa a 55.000 trabajadores. Cerca del 90% de las empresas del sector son pymes. En la actualidad, el nivel de capacidad instalada se ubica en el 50% para el promedio de las empresas que integran la Federación, con variaciones según la región.
Las principales urgencias se observan en el rubro «muebles» y en el segmento de aserraderos pequeños. «Hay que separarla de la primera etapa de la forestoindustria, que tiene un commodity, la madera aserrada. Este sector está bien porque está exportando a China con un tipo de cambio devaluado. Pero es otra industria», aclara Pedro Reyna, titular de FAIMA, en diálogo con Acción. «Respecto al año pasado no hubo ningún cambio sustancial en la situación del sector. Seguimos luchando contra la tasa de interés y la falta de demanda interna. Las dos cosas», aseguró Reyna.
En picada
En tres años y medio de medidas de fomento a la especulación financiera, recortes presupuestarios y apertura de importaciones la actividad entró en crisis, que se agravó con la pérdida de mercado interno. En base al Índice de Producción Industrial del INDEC, el nivel de producción de muebles es actualmente un 1,3% menor que los registros de 2015. La venta de muebles prefabricados de China a través de hiper y supermercados les quita a los muebles locales el pequeño mercado que aún se mueve. Sin embargo, ante la caída del consumo «también las importaciones se frenaron. Un mercado recesivo no le conviene ni al importador. Por eso en este momento la importación no es el problema. Si se lograra reactivar la demanda, ahí sí hay que discutirlo, porque no queremos que se la lleve la importación, que son los de más rápida reacción», explica Reyna. Otro informe, elaborado por la Cámara Industrial y Comercial de la Madera de Mar del Plata, detalla que hasta el primer semestre del año pasado, las importaciones de muebles, asientos y colchones crecieron 15,3% en cantidades; mientras que en el rubro de madera aserrada y tableros el incremento alcanzó a 29,3%.
Las expectativas son todavía peores. De acuerdo con la encuesta cualitativa de FAIMA, el 74% de las empresas informó que en 2018 cayó su producción –un 55,6% afirmó que su desplome fue superior al 10% respecto de 2017–, mientras el 72% respondió que sus ventas descendieron. A su vez, el 44% prevé que la situación va a empeorar en lo que resta de 2019. Mientras ocho de cada diez no avizoran una recuperación, el 30,2% anticipó que disminuirá su dotación de personal durante este año.