10 de noviembre de 2020
Semanas atrás el Banco Central continuó avanzando en su objetivo de orientar el crédito hacia los sectores productivos, enfocado hacia las pymes. Anunció el retorno de los Préstamos para la Inversión Productiva (PIP), línea que brilló en 2012-2015, antes de hacerla languidecer para finalmente discontinuarla.
Los bancos deberán mantener un saldo de PIP que sea al menos del 7,5% de sus depósitos del sector privado en pesos, otorgándose, al menos en un 30%, a proyectos de inversión, con TNA máxima del 30% y un plazo promedio igual o superior a 24 meses. Las restantes financiaciones, que se pactarán a TNA del 35%, serán para capital de trabajo y el descuento de cheques, entre otros destinos, Quedarán excluidas de los PIP las pymes agrícolas que acopien trigo o soja por más del 5% de su cosecha anual, y las que hayan importado bienes de consumo finales; una buena medida que coordina la política de crédito con el objetivo de administración eficiente de las divisas, que son un bien escaso que tanto necesita la economía. Con el lanzamiento de los PIP, el Banco Central profundizó el rumbo que asumió desde el comienzo de la pandemia, cuyas puntas de lanza fueron los créditos al 24% y los destinados a monotributistas a tasa 0. En total la asistencia crediticia alcanzó en septiembre los 547.951 millones de pesos, con una destacada participación de Credicoop; 5,4% del total, pisando fuerte en los préstamos para pago de haberes, descuentos de cheques y destinados a pymes con garantía FOGAR.
El impulso dado por el Estado hizo revivir el crédito a pymes en 2020, que pasó de representar el 12% al 18% del total de las financiaciones en pesos, sin contabilizar las empresas con cuenta bancaria a nombre de personas humanas. Y el retorno de los PIP, sumado a las buenas perspectivas sobre el nivel de actividad, augura un 2021 con un dinamismo aún mayor.