La recesión, como consecuencia de la pandemia mundial y de la situación de los últimos cuatro años, alcanza niveles que retrotraen a principios de siglo. Sin embargo, como en aquel entonces, ya se perfilan claros ganadores y nítidos perdedores.
23 de junio de 2020
Nivel de actividad en cuarentena. Sólo el 12% de las pymes mantuvo niveles normales, mientras que en más de la mitad estuvo por debajo del 50%. (Télam)
La crisis que afecta en simultáneo a todas las economías del mundo como consecuencia de la pandemia alcanza ya una magnitud comparable solo con la gran depresión de la década de 1930. Y en nuestro país, la recesión en el marco del COVID-19 arroja cifras que nos retrotraen a etapas dolorosas para la sociedad argentina. El relevamiento de expectativas de mercado que realiza el Banco Central de la República Argentina (BCRA) en mayo proyectó la caída de nuestra economía en torno a 9,3% para este año. «Considerando la historia reciente, cabe señalar que este nivel de contracción proyectado está en línea con la caída de la crisis de 2002 cuando la economía se redujo 10,9%», señala un documento de trabajo el Centro de Investigación (CIFRA) de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) y FLACSO. Sin embargo, dicha caída muestra peculiaridades propias de la estructura económica nacional. Cuando el estudio desagrega la información que proporciona el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), advierte que la caída del 11,5% interanual en marzo es bastante homogénea desde el punto de vista sectorial, ya que muestra solo una excepción: electricidad, gas y agua con un crecimiento del 6,7% interanual, mientras que el resto de los 14 sectores que releva registraron caída de la producción. Si se pondera el peso de cada sector en el total de la economía, se advierte que «el 56% de la caída estuvo explicada por la industria manufacturera, la construcción, el comercio y el transporte. Estas actividades explican 6,4 puntos porcentuales de la caída del 11,5%», señala el trabajo de los economistas Pablo Manzanelli, Daniela Calvo y Eduardo M. Basualdo.
Homogéneo pero no tanto
«Si bien la crisis es bastante homogénea en el entramado empresarial y desde el punto de vista sectorial, se advierten heterogeneidades no desdeñables que vale la pena revisar, ya que reflejan un funcionamiento económico a “dos velocidades” frente a la crisis. En otras palabras, hay sectores especialmente golpeados por el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) que contrastan con otros que, o bien están menos perjudicados, o bien directamente favorecidos en un contexto en el que las pérdidas económicas constituyen el denominador común. Estas disparidades no son sorprendentes, ya que como indica el estado del arte, así como las experiencias históricas, todos los colapsos económicos implican marcadas heterogeneidades entre las diversas actividades, regiones, tipo de empresas y sectores sociales», afirma el trabajo.
Mientras que los supermercados minoristas y mayoristas explican la mayor parte de la contracción del nivel de actividad, a pesar de la expansión de ventas en marzo, en el sector industrial, las ramas con mayor caída en marzo fueron la textil (-35,4%), la automotriz (-34,0%), minerales no metálicos y metálicas básicas (-32,9%) y productos de metal, maquinaria y equipo (-29,7%), según el Índice de producción industrial manufacturero del INDEC. A su vez, algunas ramas de actividad del rubro alimentos y bebidas experimentaron una expansión de la producción: la industria de la carne, la molienda de cereales, galletitas y la industria vitivinícola. También «algunos sectores de la industria química, que cayó 4%, la industria agroquímica y de materias primas plásticas crecieron en marzo y la producción farmacéutica estuvo prácticamente estable respecto a marzo de 2019». El informe analiza además el funcionamiento a «dos velocidades» (una de mínima y otra con total o parcial funcionamiento) por estrato de empresas. Mientras que, de acuerdo con un relevamiento de la Fundación Observatorio Pyme, «entre las empresas de pequeñas o medianas dimensiones (hasta 250 ocupados) el 40% estaban completamente paralizadas a mediados de abril, entre las 200 empresas no financieras de mayores ventas según el Área de Economía y Tecnología de FLACSO las totalmente paralizadas representaban el 23% en la misma fecha».
«En lo concerniente a las 200 empresas no financieras de mayor facturación del país no es un dato menor que 154 empresas (el 77% de las mismas) tenían un funcionamiento total o parcial de sus actividades», señala el informe, y agrega: «Esas 154 empresas en funcionamiento explicaron el 80% de las ventas de la cúpula empresarial en 2018». De ellas, 30 son alimenticias y agroexportadoras, 24 de la industria química, 21 vinculadas con el comercio mayorista y minorista, 5 de telecomunicaciones, 1 de neumáticos, 4 mineras, 21 empresas de electricidad, gas y agua y 18 petroleras. «Se trata de grandes firmas monopólicas u oligopólicas en sus respectivas actividades, integrantes de grupos económicos o conglomerados extranjeros que son rectores del funcionamiento económico local».
Pequeñas y medianas empresas
Por su parte, el relevamiento de Fundación Observatorio Pyme citado por el estudio de CIFRA señala que «que dentro del 60% que tenía algún grado de operatividad entre el 16 y el 20 de abril, el 13% estaba totalmente operativa y el 47% parcialmente operativa». Para completar el panorama del sector pyme, la encuesta realizada en junio por la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (APYME) brinda un panorama bastante completo ya que relevó 1.355 micro, pequeñas y medianas empresas de 88 localidades del país, presentes en CABA, Gran Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mendoza, Bahía Blanca, Mar del Plata, Paraná y Catamarca. Del universo encuestado, el 37,6% corresponde al sector industrial, el 28% a comercio, el 24,6% a servicios, el 8,7% a construcción y el 1,1% a agro. En cuanto a nivel de actividad y de trabajo, más de la mitad de las empresas estuvo por debajo del 50% del nivel de actividad respecto de igual período 2019. Casi el 11% estuvo cerrado, mientras que un 12% mantuvo niveles normales. Se observa una significativa relevancia en la modalidad de trabajo «mixta» (48%), dentro de la denominada «nueva normalidad»: 33,1% presencial y 7,3% teletrabajo, mientras que 11% no trabajó. En lo que respecta al futuro a corto plazo, las expectativas del conjunto del empresariado pyme lo avizora con pesimismo. «Los encuestados proyectan caídas en las ventas (más del 25%) y retrasos en la cadena de pago (20%) como los principales problemas, seguidos de cerca por inconvenientes en el pago de impuestos y servicios (20%) y pago de salarios (cercano al 15%)», señala la encuesta. Disparidades que ponen en evidencia en esta crisis como en todas las anteriores a los claros ganadores y nítidos perdedores del sistema.