31 de octubre de 2022
Aliados. Alberto Fernández visitó a Lula en San Pablo tras la victoria electoral.
Foto: NA
El triunfo de Lula Da Silva en Brasil constituye un acontecimiento de carácter continental que va a influir culturalmente, simbólicamente, políticamente, en toda la región. No solo por la trascendencia de Brasil como el país más grande de Latinoamérica, sino también por la trascendencia de Lula como personalidad política a nivel mundial, que se consolida con la gesta de volver a la presidencia luego de haber sufrido una persecución implacable, que incluyó la reclusión durante un año y medio como resultado de un juicio que luego fue desenmascarado como falso. El ahora presidente electo de Brasil se sobrepuso a ese ataque en términos personales y políticos y la ciudadanía lo acompañó. Cierto es que ha anidado en una parte de la sociedad brasileña una postura de rechazo al Partido de los Trabajadores (PT) y al propio Da Silva, seguramente sustentada en la fuerte campaña ideológica lanzada desde el poder mediático que intentó horadar el prestigio y la respetabilidad de Lula, al que se acusó falsamente de corrupto. Esa prédica caló en parte del electorado brasileño que acompañó con su voto a un Gobierno, el de Jair Bolsonaro, antidemocrático, misógino y violento.
En ese contexto se había generado una expectativa de triunfo en la derecha continental, incluida la local, donde varios referentes se pronunciaron en favor de Bolsonaro. Entre ellos, además del previsible diputado Javier Milei, el auditor general de la Nación y excandidato a vicepresidente de Juntos por el Cambio, Miguel Ángel Pichetto, y Joaquín de la Torre, alfil bonaerense de la presidenta del PRO, Patricia Bullrich.
En definitiva, como señala el exvicepresidente boliviano Álvaro García Linera, estamos frente a un viraje en todo el continente, en el marco de una segunda ola democrática y popular que ahora se ve fortalecida por el triunfo de Lula en Brasil. Es de esperar que la llegada de Lula al Palacio del Planalto signifique también la revitalización de los organismos regionales de integración, no solo el Mercosur, mencionado en su discurso posterior al triunfo electoral, sino también la UNASUR y la CELAC.
Fue muy valioso su discurso de la noche triunfal, en medio de una marea humana que celebraba el resultado electoral. Allí Lula colocó en el centro de la perspectiva política actual de Brasil la necesidad de salir del esquema de violencia y odio instalado por Bolsonaro y la ultraderecha, ir a un proceso político de convivencia auténticamente democrático, y desterrar el oprobio del hambre, indigencia y pobreza que sufren millones de brasileños.
Este último fenómeno de empeoramiento de indicadores sociales tras los procesos neoliberales también nos incumbe a los argentinos y argentinas, por lo tanto las tensiones y el debate sobre distribución de la riqueza y la puja distributiva en nuestro país, el rol que le cabe al Estado para influir en favor de las grandes mayorías y las responsabilidades del establishment empresario en la remarcación de precios y la inflación continúan vigentes. Así es que la expectativa sobre las medidas gubernamentales para salir al encuentro de este dilema, que es económico, social y político-electoral, continúa en efervescencia en el gobierno del Frente de Todos.